Tiziano y Santiago, a pura “Cabecita”, siguen los pasos de su abuelo Alberto
“Cabecita” Gómez fue campeón con Olimpo en 1965, 66 y 68 en la Liga del Sur. También jugó el Regional del 69 y vistió otras casacas. “Me gustaba silbarle a los pájaros, de ahí el apodo”, dijo el respetado y conocido wing.
Subjefe de la Sección Deportes con especialización en temas deportivos. Más de 30 años comentando fútbol y otro tipo de actividades; además de haber realizado coberturas en todo el país con la incursión de los elencos bahienses en la elite del fútbol nacional. También coberturas del seleccionado Argentino en acontecimientos como Copa América y amistosos internacionales.
“Son buenos, ¿a quién habrán salido?”, afirma entre risas Alberto, quien todavía mantiene la postura de aquel temible delantero que causó sensación en la década del ’60, donde fue una de las figuras del Olimpo multicampeón que dominaba en los certámenes de la Liga del Sur.
En un “cabeza a cabeza” con Tiziano y Santiago, nietos que heredaron la pasión por la redonda y juegan en Bella Vista, demuestra su habilidad.
“Todavía me las arreglo para prenderme en algún picado cuando nos juntamos en alguna celebración. Ellos, al igual que el resto de mis nietos, son mi debilidad. No hay partido que me pierda, aunque a veces coinciden los horarios y me toca ir a ver a uno un fin de semana y al otro al siguiente”, señala orgulloso.
Gómez era un wing izquierdo con llegada al gol. Su fuerte era la velocidad y la definición, a tal punto que jugó 193 partidos y anotó 75 goles vistiendo las casacas de Liniers, Comercial, Tiro Federal, Villa Mitre y la aurinegra, por supuesto, además de la del seleccionado bahiense.
Fue campeón en 1965, ’66 y ’68 en Olimpo, pero también jugó el famoso Regional del ’69 y tuvo un paso fugaz, pero muy reconocido, en Club Sarmiento de Pigüé.
Para los amigos y el entorno del fútbol es conocido como “Cabecita” y no precisamente por ser un excelso cabeceador, sino porque sus compañeritos de la infancia lo veían muy entusiasmado silbando reiteradamente para atraer a los pajaritos que merodeaban las canchas del barrio.
“Me sentaba a la orilla de la vereda y empezaba a imitar el silbido de los cabecitas negras. Me salía bien, de ahí el apodo”, resaltó.
Alberto nació el 29 de marzo de 1943 (cumplió 80) y desde que tiene uso de razón siempre corrió detrás de una pelota: “Soy futbolero de alma”.
--¿Cómo fue su infancia?
--Hermosa. Jugaba al baby en Villa Mitre, Alem y el Salón de los Deportes, para Defensores de Abarca, equipo de calle Pellegrini y Corrientes. Se armaba cada partidazo. En Atómica, de calle Brandsen, jugaba el ‘Coco’ Basile. Se armó un combinado de chicos para ir a Río Colorado, donde ganamos todos los partidos”, contó.
--¿Cómo eran las canchas?
--Las de básquetbol, abiertas; salvo la del Salón de los Deportes. Ponían una madera alrededor del rectángulo de juego para que la pelota no se vaya de la cancha.
--¿Dónde vivía?
--En calle Balboa. Enfrente tenía las piletas del Parque Independencia y un descampado donde dos pinos eran un arco y al otro le poníamos piedras. Mi problema se presentaba los veranos, jajaja”, aseveró.
“¿Por qué? Porque todos mis amigos sabían nadar y yo no. Nunca aprendí, me metía hasta cubrir cierta parte del cuerpo porque le tenía miedo a las piletas. Y eso que, con el tiempo, iba a pescar en canoa sin advertir el peligro”, aseguró.
Jugó en la sexta de El Nacional y su debut en Primera en la Liga del Sur fue en Tiro Federal (1960), aunque luego pasó a Liniers.
“Jugué el partido definitorio ante Sporting, en 1961, cuando empatamos y salió campeón Bella Vista. En Punta Alta tenían un puñado de chanchos pintados con los colores rojo y negro para festejar, pero le arruinamos la fiesta. Ganábamos 2 a 1, pero al final le pitan un penal a ellos y Fornetti lo ataja. De esa cancha salimos a los piedrazos, los hinchas de Sporting rompían los carnets”, aseguró.
“Con el tiempo me encuentro con hinchas de Sporting en una pesca, a las 7.30 de la mañana. Subo a la ícara para partir, había varias personas y en un momento se dan vuelta dos tipos y uno le dice al otro: “A ese que va ahí lo tenemos que tirar en el mar, porque nos c… el campeonato”. Me asusté, pero después me di cuenta que era un chiste (risas)”, aclaró.
--En Olimpo sobresalió junto a un gran equipo.
--Jugué 8 años. Gané tres campeonatos y uno de ellos por una definición por córners a favor ante Rosario. Fue en Villa Mitre, salimos 3-3 e hizo un gol Flores, otro Gerardi y el tercero yo. El campeonato lo gana Mosconi, porque se llevaba la pelota a la raya, no se la podían sacar. Cuando se acercaba un rival le pegaba para que la pelota rebote en la pierna y se vaya al córner (Ndr: fueron 11 a favor de Olimpo contra 4 de Rosario)”, contó.
--¿Cómo llega a Olimpo?
--Por recomendación de mi vecino. Estaba haciendo el servicio militar cuando me vinieron a ver los dirigentes. Conocí un gran plantel de jugadores y muy buenos dirigentes, aunque en una ocasión tuve un problema que me dejó un poco mal. Me iba a casar, falté a dos entrenamientos por trámites y no me llevan a jugar contra San Lorenzo a Mar del Plata. Olimpo pierde y a la vuelta, sabiendo que decidí no hacer el viaje de bodas, me vienen a ver. En la revancha fui titular e hice dos goles.
“En el ’69 hicimos una gran campaña, llegamos a la final con Desamparados. Empatamos 0-0 allá y 2-2 acá con un gol mío y otro de ‘Tato’ Zapata. Después dicen que hubo penales, aunque no lo recuerdo. Sí el tema de la moneda. Nuestro capitán era García. El árbitro tiró la moneda, abrió la mano y nos ganaron. En eso viene corriendo el presidente Valemberg y le dice: ‘Usted tiene que repetir, yo no estaba presente’. Y el juez dijo: ‘Era lo mismo si estaba usted o no; ganó Desamparados’. Y de esa manera insólita perdimos la final”, contó Gómez.
193
partidos jugó Gómez en la Liga del Sur. 82 en Olimpo (41 goles), 38 en Liniers (12), 20 en Comercial (5), 13 en Tiro (6) y 6 en V. Mitre (1). En la Selección jugó 34 (10 goles). Datos: E. López.
--¿Porqué lo buscaban de tantos clubes?
--Me querían porque siempre me porté bien. Fui respetuoso de cada casaca que usaba y de los rivales; dejaba todo en cada partido. Y tenía conducta, porque me gustaba entrenar más allá delñ tiempo que consumía mi laburo en la marmolería.
--¿Cómo fue su etapa en Puerto Comercial?
--Jugué dos años (1971 y ’72). Solía ir a entrenar en una Ika Baqueano. Terminaba de trabajar y me iba. Una noche, después del entrenamiento, un muchachito del plantel me preguntó si lo podía traer. “No hay problema, te llevo”, le dije. Voy avanzando y en un momento me topo con un alambrado y al lado un boquete por el que siempre pasaba para cortar camino.
“A pocos metros estaba la Caballería Montada. Me mando y ante de llegar a la garita salieron como 20 efectivos apuntando con armas. Se ponen cuatro de cada lado y nos hacen bajar; nos palpan de armas, abrieron la puerta de la camioneta y revisaron todo.
“Cuando agarran los bolsos les digo que veníamos del club Puerto Comercial. Teníamos las prendas mojadas, los botines. Sin mediar palabras nos metieron en la cucha, nos volvieron a palpar de armas y nos recargaron a pedo diciendo que nos podrían haber matado. Después nos soltaron, teníamos un miedo bárbaro”.
--¿Estando en Olimpo acepta jugar en la zona?
--Exacto. Vinieron dos dirigentes de Pigüé, me convencieron. Fui con Adalberto Palmieri y Edgardo Paolucci. Teníamos un muy buen equipo, pero no salimos campeones. En todos los partidos convertí al menos un gol.
“En un clásico ante Peñarol empatamos 1 a 1. Orlando Pekel hizo el gol de ellos y yo convertí el empate para Sarmiento (Ndr: 12m. del ST). En la liga suarense jugaban muchos jugadores de la Liga del Sur", señaló.
"Me acuerdo que estábamos punteros del campeonato después de haberle ganado 1-0 a Independiente de Pueblo San José con un gol mío, pero al final se nos escapó el título”, agregó
--¿Cómo hacía para viajar todos los domingos?
--Íbamos hasta la plaza Rivadavia, donde nos esperaba un chofer de apellido Sabadín (Adolfo) con un Ford 39 negro. Llevaba una escopeta calibre 14 para cazar coloradas en el camino. Nos atendía de diez, comíamos al mediodía, jugábamos y después del partido nos llamaban por separado para cobrar. Entre nostros no sabíamos cuánto cobraba el otro, nadie mencinaba nada de eso.
“Una vez me dormí a la vuelta, llegamos de noche a Bahía y entramos a tomar un café en 'Uno'. la gente me miraba y se reía. Me pareció extraño: ‘¿Tan conocido soy?’. Le digo a los muchachos: ‘Voy al baño…’. Cuando miro el espejo me habían pintado la cara con un corcho quemado. El papelón con la gente, que habrá dicho: ‘Este tipo está loco’”.
--¿Conserva algo de la indumentaria de la época?
--Una casaca de Olimpo (foto). Mi familia le hizo un cuadro. Y debo tener los botines irrompibles de cuero, una hermosura.
"Uno añora lo vivido y se emociona con los recuerdos. Mi señora, Lilia Causich, se tomó todo el tiempo del mundo para armar un álbum con todos los recorte del diario. Estadísticas, fotos, comentarios de partidos. En todos fui partícipe, pero el mérito es de Lilia, que le dedicó todo su amor", remarcó Gómez.
Alberto es padre de Mariela, Albertina y Francisco. Los nietos (foto) son Santiago, Tiziano, Agustín y Renata, de 4 años.
--¿El gol más lindo?
--En Necochea, jugando para el seleccionado. Vino un centro de la derecha, me tiro de palomita y le doy de lleno con la cabeza. La cancha estaba con barro, terminé todo sucio pero feliz. Ese día hice dos goles.
“También en cancha de Olimpo ante la Liga del Oeste. Ganamos 6 a 0 y e hice 3 goles. Uno de ellos fue tremendo, porque pegó en el travesaño, picó y volvió a pegar en el travesaño, luego dio en el arquero y entró. Los otros los hicieron José Luis Barrado, Rosales y Néstor Aránzolo (2).
"Había rivalidad con Comodoro Rivadavia. Viajábamos en avión y allá nos recibían los dirigentes, quienes nos brindaban todas las comodidades. Se jugaba en el estadio de YPF, que tenía gramilla. De acá partían hinchas de las agrupaciones 'Comet Celeste' y Dale Bahía'. Eran partidos por el campeonato argentino de fútbol", apuntó.
--¿El mejor equipo?
--Hubo varios, incluyendo los del seleccionado. El del ’66, en Olimpo, era un equipazo. Con el “Tato” Juan Carlos Zapata tuvimos asistencia perfecta en los 20 partidos disputados; uno más que Rodolfo Omar Carapella. Veníamos de será campeones el año anterior. Un equipo con disciplina, bien trabajado.
Según datos de archivo de La Nueva, en ese equipo jugaban Adolfo García, Roberto Salvador Gavio, Juan Gerardi, Juan Carlos Rullan, Francisco Capdebosq, que venía de Boca Juniors, Oscar Fernández, Jorge Recio, Osvaldo Loverde y Osvaldo Mosconi, Oscar Torices, Juan Cerdeyra, Héctor Blas, Agustín Biagetti y Héctor Sánchez.
--¿Cómo ve el fútbol de hoy?
--Es más atlético; antes predominaba la técnica. Para jugar en contra rivales muy experimentados, como tenía Huracán que te esperaban con alfileres (risas), había que tener mucha habilidad. El "Globo" tenía un cuadrazo, pero también le hemos ganado partidos. Igual, se jugaba con lealtad, el que pegaba lo hacía de frente.
"Hoy los jugadores están más expuestos, porque los medios de comunicación muestran todo", puntualizó.
--¿Por qué no jugó en Bella Vista?
--Me vinieron a buscar, yo tenía el pase. Llegaron dos dirigentes, estaba mi padre, mi tío y mi abuela. Se sentaron en la mesa y preguntan: ‘¿Cuánto va a pedir el muchacho?’ Y mi padre contesta: ‘Les va a pedir poco, lo que le van a pagar no vale un traje”. Les gustó, se despidieron y dijeron: ‘Mañana venimos y arreglamos’.
“Al otro día salgo a la mañana y me gritan: ‘Gómez, ¿así que va a Bella Vista por un traje? Y así todos los vecinos. Me cargaban. Estaba tan embroncado que dije: ‘No voy a Bella Vista”. Chau, que se jodan por hablar.
Quiero agradecer a todos los clubes, porque siempre me trataron bárbaro. Me emociona recordar las casacas que vestí. Los quiero a todos”.
En el álbum familiar también asoman cuatro debilidades
Ya cumplidos los 80, Alberto Gómez se deleita viendo jugar a sus nietos, que también lo adoran.
“Por él juego al fútbol. Me llevó a Bella Vista. Entré a un partido, fui a la mitad de la cancha y volví llorando hasta donde estaba el abuelo. No podía jugar, era un entrenamiento en escuelita. Al año siguiente volví y arranqué como arquero. Todo por un picado en familia donde fui al arco después de practicar con una pelota de trapo. Estuve atajando hasta el año pasado; ahora juego de delantero gracias a un partido que no completábamos el año pasado. Soy zurdo y juego de extremo izquierdo, jajaja”, dijo Tiziano Surop, de 17 años.
“Lo mío fue por impulso de mi viejo (Adrián Fernández). En el primer entrenamiento le pegué para mi arco e hice un gol en contra, siendo que jugaba de ‘9’. El abuelo siempre está presente, iba a los entrenamientos todos los días. Lo veo al 'Pelado' cuando hago goles y siempre se ríe. Hoy soy ‘5’ y sigo haciendo goles. El año pasado salimos campeones en cuarta (categoría 2005 A)”, contó Santiago, de 18 años.