Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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Paca, de Villa Mitre: tiene 105 jóvenes años y sobrevivió a una guerra

Nació en 1917, en Valencia, se crió en Chivas y vivió en Barcelona. Atravesó la Guerra Civil Española. Tiene un hijo de 84 años, dos nietos y tres bisnietos.

Francisca, junto a las fotos que tanto le gusta volver a mirar. Crédito: Pablo Presti-La Nueva.
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Audionota: Natalia Marinelli

Francisca Delgado Beneito, más conocida en Villa Mitre como la abuela Paca, tiene 105 años aunque no lo aparenta. Su piel, sus movimientos, su lucidez, todo en ella sugiere 20 años menos. Pero, sobre todo, su memoria y la gracia con la que va narrando cada anécdota. Imposible no prestarle atención.

Quizás por la costumbre de charlar con sus bisnietos aprendió a narrar su vida en clave de comedia dramática. Nada de lo que cuenta parece demasiado trágico en su boca (aunque lo sea) ni tampoco del todo liviano. No niega sus duelos -que los tuvo- pero no se hunde en ellos.

Junto a su querida bisnieta Mica en su hogar.

Escucha con atención lo que su bisnieta Micaela le grita en el oído: ¡Contales qué te gusta comer!

-Bueno…chocolates y papas fritas ¡Pero eso a todo el mundo le gusta!

Claro, pero no todo el mundo llega a su edad sin restricciones en la dieta y prácticamente sin tomar medicación más que una pastilla para la presión.

Suele caminar hasta un mercado cercano con su bastón para volver con jamón crudo y otros gustos. Su nieto, Freddy, al frente de una Agencia de Lotería que está delante de su hogar, comenta: “¿Qué le vas a decir a sus años?”.

De fondo se ve Freddy, su nieto.

Paca, nació el 17 de noviembre de 1917 en Valencia y se crió en un pueblo distante 30 km: Chivas. Sin embargo, su gran amor es Barcelona donde vivió hasta mudarse con su esposo a Argentina.

-¿Lo que más extraño de España? Barcelona-, dice sin dudar.

En su elegante saco luce un prendedor que le obsequiaron en la Casa de España. Tiene borlas que componen los colores de ambas banderas, la española y la argentina.

Durante su juventud, su gran vocación y fuente de ingresos y de independencia fue la sastrería. De hecho, todavía conserva su máquina de coser.

Tenía 12 años cuando una amiga que trabajaba en el rubro la invitó a conocer la fábrica donde se diseñaban los trajes. Su mamá no quiso que Francisca estudiara de noche y trabajara de día, pero ella finalmente, cumplió su deseo de confeccionar vestimenta y a eso se dedicó por décadas.

La máquina de coser que le permitió hacer lo que más le gustaba: sastrería.

-Un traje lleva tres partes: saco y sacón, chaleco y pantalón. Yo hacía la parte de los sacos.

Trabajaba en una fábrica con muchos empleados, llegó a ser encargada y vivió momentos de gran terror durante la Guerra Civil Española (1936-1939).

-¿Era frecuente escuchar a los aviones y el impacto de las bombas?

-Ufff. Todo el tiempo, De día y de noche, pero peor de noche.

Aún recuerda los silbidos y explosiones y cómo, de un momento a otro, la gente corría a buscar protección en los refugios comunes.  

Junto a su hijo de 84 años, en su último cumpleaños de 105.

En una oportunidad, mientras trabajaba en la fábrica una compañera más joven se estremeció por el sonido de una bomba que parecía cercana. Paca la contuvo pero desestimó sus temores diciéndole que esa bomba estaba lejos. Sin embargo, se salvaron por muy poco.

-La bomba terminó cayendo en el patio, pero no alcanzó a explotar. Eso sí, se reventaron todos los vidrios de las galerías y una compañera de trabajo se lastimó la oreja-, recuerda.

En su memoria quedó grabada le escasez de aquellos años en que los alimentos estaban restringidos y debían anotarlo todo en una libreta. Cada compra racionada iba cambiando semana a semana. Es libreta se la hicieron dejar en España antes de subir al barco para venir a nuestro país.

También durante el cruento enfrentamiento perdió a su cuñado, el hermano de su marido. Por eso, con Alfredo Fernández, se casaron de negro. Cada vez que recuerda a su “viejo”, como le llama, sonríe.

Cada miembro de la familia tiene un lugar en sus protarretratos.

-Cuando nos conocimos él se fue a hacer el servicio militar y nos escribimos muchas cartas. Las cartas iban y venían. No las pude conservar, las tuve que quemar porque al final siempre escribía: ¡Viva la República!-, recuerda.

Cuando comparte la foto de su casamiento aún se admira de lo guapo y moderno que se ve su marido y de lo contemporánea que luce la vestimenta de ambos.

-Estaba muy enamorada- dice y suspira.

El matrimonio tuvo un solo hijo, Juan Fernández Delgado, quien hoy tiene 84 años y vive muy cerca de su casa. Tiene dos nietos: Juan Alfredo Fernández (Freddy) y María Gabriela Fernández, quienes le dieron tres bisnietos, Micaela y Agustín Fernández Valle y Guadalupe Fernández.

Ella no estaba para nada convencida con emigrar de España, pero su esposo vendió todo lo que tenían y subieron al barco para radicarse en Concordia, Entre Ríos, en 1950. Él se dedicaba al diseño y fabricación de muebles.

Leyenda. Su familia (de izq. a der.): Esposa de su nieto, su hijo, su bisnieto Agustín, la novia de Agus, novio de Mica, su bisnieta Guada, ella, su nieto Freddy, su nieta Gabi, y su bisnieta Mica.

En 1952 llegaron a Bahía Blanca influenciados por un primo hermano de su marido quien les recomendó la ciudad porque a su parecer era mejor para vivir. Así fue como vino a conocer, le gustó, y se vinieron todos.

-Acá no había nada, era un desierto cuando nos vinimos, y esta casa era un rancho-, rememora en alusión a su vivienda que está en el corazón de Villa Mitre.

El único momento en que se quiebra y seca sus lágrimas con un pañuelo es cuando habla de su suegra a quien debieron dejar en España ya que tenía problemas de salud.

-Ella tenía 7 hijos, pero siempre me decía que yo era la octava. Cuando nos vinimos me dijo: “Esto es como un entierro en vida”.

A su mamá Elvira Beneito Petit sí pudo traerla con ella un año después.

La foto de su casamiento: de luto por la muerte de su cuñado, asesinado en la Guerra Civil Española.

Paca tuvo un hermano 4 años mayor que murió en sus brazos cuando ella tenía alrededor de 12 años por un hundimiento en su tórax, lo que popularmente se conoce como “pecho de paloma”.

-Siempre lo voy a recordar, pero ya pasó mucho tiempo. Todos en algún momento nos vamos a morir-, reflexiona.

Su bisnieta, Mica, participa de la conversación y traza un perfil de Paca.

-Para todos nosotros, y por fuera también, la abuela es ejemplo. Es tranquila, es alegre. Ama mostrar fotos viejas y contarte anécdotas, y no importa ya haberlas escuchado porque siempre tiene algo nuevo que agregar y con eso ella no sabe que nos enseña un montón-, expresa.

También cuenta que le encanta trabajar en su jardín y su huerta, aunque hoy ya no la mantiene como antes.

-Ella siempre tiene alguna ramita para quemar o algún yuyito que sacar. En la cocina su especialidad son los caracoles y los langostinos que no pueden faltar en su freezer-, revela.

-Si tengo que caracterizar a la abuela con algo es con su vitalidad. La energía y las ganas de siempre hacer. Tanto física como mentalmente ella se encuentra bien. Dolencias normales que uno puede tener pasados los 105, pero nada que la imposibilite. Lo único que tiene es baja audición y eso a veces la deja por fuera de conversaciones. Nosotros nos acostumbramos a hablar fuerte con ella y nos entendemos bien.

Recuerdos y souvenirs de sus distintos viajes a España.

-Imagino que casi todo el mundo la conoce en Villa Mitre ¿es una abuela querida?

-Sí, todos conocen a la abuela Paca, y todos se impresionan por lo mismo, por su energía. Es ejemplo para muchos. Algo gracioso es ir caminando con ella y que la saluden. No termina de pasar la persona que ella ya está gritando como si nadie la escuchara “¿Y vos sabes quién era?”. Es común que pase.

-¿Cuál considerás que es su clave para vivir tantos años y con esta calidad de vida?

-Sin dudas es la energía con la que vive. Uno puede enfrentarse a los problemas y lamentarse o tomarlos como desafíos y simplificarlos para resolverlos. De esta forma es la abuela. Toma las cosas con calma y las entiende. Su forma de vida siempre fue activa. En Barcelona caminaba mucho para llegar a su trabajo y acá atendía un negocio, pero siempre esperaba una salida al cine o pasear un poco.

Mica sabe que su abuela lleva las marcas imborrables de la Guerra Civil Española (1936-1939).

Toda una vida con su esposo y la memoria intacta.

-A partir de vivir esa guerra donde por lógica no tenían la comida que querían se acostumbró a guardar y tener siempre alimentos no perecederos. Ejemplo: si tiene 5 frascos de café, y abre uno, ya hay que ir corriendo a comprar más, porque siente que se le están terminando.

Paca viajó muchas veces a España (la última visita fue en los 90) y de cada viaje trajo algún adorno. Una bailarina con trajes típicos, muñecos y banderas adornan los muebles de su living-comedor donde también tiene fotos de las nuevas generaciones familiares.

Sus uñas están impecables y a pesar de su pérdida de audición no grita al hablar. Parece tener el tono justo para todo. Quizás esa sea otra de las claves: el equilibrio en la balanza de sus vivencias. Por cada sinsabor, el contrapeso de la alegría, el trabajo y la fuerza de voluntad. Y así llegó a 10 décadas y media y va por más.