Bahía Blanca | Domingo, 19 de mayo

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“Pacífico se armó bien y eso me hace ilusionar”, dice el DT que “revolucionó” Cabildo

Julio Verdino asumió en el primer equipo del “Tifón” y el mensaje inicial fue tan claro como el agua: “dentro del nivel amateur hay que tratar de ser lo más profesional posible”. Por el momento, el verde está invicto en el Promocional liguista.

Fotos: Emmanuel Briane-La Nueva., Matías Salvador (Prensa Pacífico C) y Julio Verdino.

Instagram: @sergiopeysse

Twitter: @elpeche1973

(Nota ampliada de la edición impresa)

Entre Primera y Tercera división, Pacífico de Cabildo entrena diariamente con 36 futbolistas. En aquella localidad o en nuestra ciudad, pero todos juntos. Y ese es el principal cambio que experimentó el club con la llegada de Julio Verdino a la dirección técnica.

Más allá de su auspicioso comienzo en el Promocional liguista 2023 (igualó 1-1 con Sansinena de local y venció 2-0 a Comercial, en Ingeniero White), en el Tifón confían y se entusiasman con un proyecto futbolístico que, dentro del nivel amateur que representa la competencia, apunta a ser lo más profesional posible.

“Fui, soy y seré siempre un formador, considero que ese es mi fuerte, y es por eso que la idea principal al hacerme cargo del plantel superior de Pacífico fue armar una base estable. Estamos en eso, aunque empezamos tarde a entrenar y hoy nos encontramos en la parte final de la pretemporada”, deslizó el ex coordinador y técnico de las categorías formativas de Bella Vista durante 11 años.

“Para arrancar a formar el grupo no nos enfocamos solo en la incorporación de refuerzos y de jugadores asalariados, apuntamos a jóvenes con condiciones y con ganas de venir a Cabildo. Las divisiones mayores de la institución se tenían que fortalecer de material humano, y el primer objetivo fue mirar hacia abajo, al semillero, a que ciertos chicos de las juveniles se empiecen a rodear con los de más experiencia. No descubrimos ningún mundo nuevo, pero de entrada establecimos un orden de prioridades que nos permitió avanzar en lo que ahora todos creemos que es lo correcto”, sintetizó el volante que entre 1991 y 1995 jugó en las menores de River.

“Cabildo cuenta con 2000 habitantes y es difícil formar un equipo con chicos genuinos del pueblo, lo sé, por eso apostamos a acercar a jugadores conocidos (por mi y mi cuerpo técnico) de Bahía para que vengan a competir por un puesto y se comprometan con la entidad como si fuera cualquier otra, que los 45 kilómetros que tienen para ir y volver no sea un impedimento ni una excusa”, sostuvo el DT de 47 abriles.

“Se armó un plantel prácticamente desde cero y hoy puedo decir con orgullo que hay variantes y opciones para elegir formaciones con pretensiones tanto en Primera como en Tercera. Estamos bien, como yo y el club pretendemos”, sintetizó Julio, casado con Natalia Lorenzo y padre de Giuliano (15 años) y Leo (23), hoy integrante del verde cabildense.

A la base consolidada desde hace varios años, compuesta por los apellidos de siempre, se agregaron 17 refuerzos: el arquero Juan Baratcabal (Tiro Federal) y los defensores Santiago Acosta (ex Olimpo), Leandro Fierro Molina (Sansinena), Alejandro Mosman (Liniers), David Pinzón (colombiano, de último paso por Liniers), Lucas Coronel (Tiro) y Matías Gómez (Huracán).

De mitad de cancha hacia arriba: los volantes Emanuel López (Villa Mitre), Werfil González (llega de Pacífico de Bahía), Lucas Galbarini (Villa Mitre), Walter Morales (Villa Mitre) y los delanteros Agustín Martínez (Darregueira), Sacha Funes (Sansinena), Facundo Mariño (Liniers), Rodrigo Roldán (Libertad), Lautaro Rojas (Tiro) y Valentino Bucchi (Liniers).

“Todos esos jugadores son, en menor o en mayor medida, de mi paladar futboístico, los elegimos porque todos tienen las mismas --o similares-- características. Cuentan con buen trato de balón y juegan siempre para ganar. Si dentro de la cancha hay 11 que piensan parecido y todos saben donde canalizar sus energías, podemos darnos la oportunidad de soñar”, destacó quien debutó en la Primera del Gallego a los 15 años.

“Por como entiendo esta pasión de ser entrenador y por el amor que le tengo a la pelota, sé que el fútbol tiene que ver con momentos, que para llegar a un resultado es necesario no fallar en el desarrollo y con el contenido. En el último partido, ante Comercial, tuvimos mucho el balón, lo hicimos circular y no lo perdimos tan fácil, y eso le gustó al hincha y a los que están en el día a día con nosotros. Eso no se va a dar en todos los encuentros, pero al menos lo vamos a intentar”, comentó en relación a la propuesta de su elenco.

--¿Contás con un plantel competitivo como para, al menos, clasificar al cuadrangular final?

--Tengo un plantel que me permite ilusionar, y la meta primordial es estar entre los cuatro de arriba al final del campeonato. No lo digo ahora que le ganamos a Comercial o que marchamos invictos, para nada, el objetivo lo planteamos internamente en las primeras practicas con plantel completo. Ahí nos dimos cuenta a lo que queríamos apuntar, y no estamos locos, trabajamos para ser mejores semana a semana.

“Esto es fútbol, el resultado manda y a veces lo que pretendés no se da por distintas cuestiones, porque el rival juega o porque no te sale nada de lo planificado, pero estamos dispuestos a luchar: las armas las tenemos”.

--¿Qué otras condiciones estableciste, de esas que no son negociables, de movida con la dirigencia?

--Les pedí entrenar todos juntos; no me gusta ni comparto la idea de dividir el grupo, que una parte esté en Bahía y la otra en Cabildo. Acá o allá, el esfuerzo debe ser de todos. Miércoles y jueves es en Cabildo, en la cancha de Primera (está en excelente estado) o donde sea, porque espacios hay y la paz es terrible. Los otros días de la semana, el punto de encuentro es el complejo del parque de Mayo. El lugar puede variar, en eso podemos ceder, pero siempre todos juntos.

“La minoría está allá, pero el club les paga un viático para que vengan a entrenar. Y cuando nos toca ir desde acá, hay una combi a disposición que nos lleva y nos trae. Como se sumaron más futbolistas y los espacios ya no alcanzan en la camioneta, la dirigencia va a contratar un micro, con salida y llegada al teatro municipal, solo para miércoles, jueves y días de partido”.

--Revolucionaste Cabildo, ¿sabías?

--Nooo, estoy muy lejos de eso. Desde un primer momento conté con el apoyo dirigencial y del plantel para llevar adelante un proyecto cuyo único fin es progresar deportivamente. Se volvió a entrenar todos los días y tanto yo como los jugadores vamos a Cabildo con las ganas de competir y de ser protagonistas en el torneo que nos toca, en este caso el Promocional. Viajar 90 kilómetros entre ida y vuelta hoy no significa nada, por eso no podemos pensar en imposibles. Siempre digo lo mismo: hay que hacer vida normal, es un club como cualquier otro.

“Más allá de esa manera de ver las cosas, la realidad indica que hay situaciones donde tenés que escuchar a los dirigentes y ceder, no se puede querer algo por capricho cuando no hay, no se puede traer o no se puede generar”.

--¿En qué tuviste que ceder?

--En cuestiones diarias que se pueden dar, como suspender un entrenamiento porque la combi no fue a buscar a los jugadores; o no poder hacer fútbol en el espacio que teníamos planificado. Pasa todo por ahí. Hay que ir de a poco, los cambios bruscos no son buenos y dejan alguna que otra rispidez. Nos estamos conociendo, y por suerte nos venimos entendiendo con los dirigentes y con la gente que trabaja en el club.

“Hay situaciones que puedo dejar pasar y otra nos. Por ejemplo, si un fotógrafo viene a la práctica a hacer su trabajo, como ha pasado, no lo voy a echar, pero que no entre al campo de juego, ese espacio es de los jugadores, quienes también están cumpliendo con su trabajo. Te comento algo cómico que sucedió: mientras el plantel de Primera entrenaba, los juveniles que venían del terreno auxiliar, entraban a la cancha principal a cargar agua de la canilla que está al lado del túnel”.

--¿Eso te molestaba?

--Nunca le voy a negar el agua a nadie, pero la solución es sacar la canilla de ahí para evitar que entren a la cancha donde entrena la Primera haciendo barullo y desconcentrando a todos en el momento de una charla grupal o de algún ensayo táctico. Los dirigentes me decían que es la única canilla de agua fría que hay, todo bien, pero se puede poner una manguera que pase por el alambrado hacia el lado de afuera y, así, impedir el ingreso al campo cuando trabaja la Primera.

--¿No chocás con “ciertas costumbres” muy arraigadas al pueblo?

--Sí, pero las hablo. El otro día íbamos a empezar a entrenar y había una carretilla adentro de la cancha. Pensé: si la llevaron hasta ahí para una función determinada, hay que sacarla cuando la tarea se cumplió. No es una queja, es orden, sentido común para que todos estemos contentos, motivados y concentrados en la parte que nos toca.

“Soy muy creyente (es cierto, mientras hablaba apoyaba sus brazos sobre la Santa Biblia, que iba empujando de a poquito las tasas de café ya vacías), y en una de las primera prácticas me pasó algo que voy a recordar por siempre. Era un día hermoso, sin viento, el piso de la cancha lucía espléndido, pero la mente me jugó una mala pasada y puse la atención en una silla que estaba abajo de uno de los arcos. Era el trampolín para colgar la red. En ese momento le pedí a Dios que me ayude, no me podía enfocar solo en lo negativo. ¿Qué hice?, saqué la silla, así de fácil, aunque ese simple acto deja una moraleja”.

--¿Se puede saber cuál?

--Mirá si sería al revés, si para colgar la red lo que había era una escalera metálica último modelo, pero la cancha es de tierra. El piso no lo puedo sembrar en un ratito, pero en segundos puedo sacar la escalerita o la silla, y en eso tengo que pensar antes de actuar negativamente. Esa es la manera con la que llevo el proyecto adelante, aunque no a todos les guste. Soy intenso, detallista, es mi forma de ser. A algunas personas les llego de una manera, a otras de otra; sé que no le puedo agradar a todo el mundo.

 

Acortando distancias

Julio dio sus primeros pasos con la redonda en Bella Vista, a los 6 años. En el club Gallego debutó en Primera a los 15 y a los 16 emigró a River, de donde se volvió siete meses antes de poder firmar su primer contrato profesional.

“Estaba en Reserva, me habían dado la oportunidad de seguir, pero una lesión me había sacado las ganas de jugar. En ese momento retorné a Bahía con la idea de dejar el fúbol”, sostuvo quien jugó el Argentino A para Villa Mitre (1996) y siguió por Bella Vista (43 partidos y 4 goles entre 1995 y 1999), Rosario (1998, 20 presencias y 10 tantos), Leandro N. Alem de Coronel Pringles (Argentino C 1999), Pacífico BB (2002-2003, 10 y 1), otra vez Alem, Natura de Jacinto Aráuz y Sportivo y Cultural de General san Martín.

“A los 37 años me retiré definitivamente”, contó quien actualmente coordina las actividades en el Polideportivo Municipal.

Después de ser técnico y coordinador durante 11 años en Bella Vista, fue entrenador de la cuarta y quinta de Villa Mitre, coordinador de Escuelita e Infantiles en Olimpo (dos meses, porque según él no le pagaron y se fue), DT del sub 15 de la Liga del Sur en 2019 y, post pandemia, orientador de Liniers en cuarta y quinta división.

Continuando con su incipiente presente en el Tifón cabildense, Verdino explicó: “teniendo en cuenta la experiencia adquirida en los varios clubes por donde pasé, me sentí en condiciones de conformar un plantel que se identifique con Pacífico. Me llamaron varios jugadores que dirigí, a otros los rastreamos por las redes sociales, y todos me manifestaron lo mismo: `si asumís en Cabildo voy´. Fue un orgullo que varios pibes que no veo desde chiquitos piensen y actúen de la manera que lo hicieron”.

Y siguió: “en base a la idea primaria, acepté que vengan, que se muestren, que vean que Pacífico de Cabildo puede ser el lugar indicado para debutar y trascender en Primera división. Hay muchos futbolistas tapados y otros con condiciones que dejaron de jugar por falta de motivación; a todos ellos les aclaré que Pacífico puede ser una opción para volver a intentar o reinventarse”.

--Todo desemboca en lo mismo: formar una base.

--Sí, claro, es la idea del proyecto: formar una base sólida pensando en 2024, con jugadores jóvenes y con proyección y con otros que acompañen a esos chicos que recién empiezan. Un plantel joven puede ganar partidos, pero no se sostiene, siempre va a necesitar el respaldo de gente grande dentro y fuera de la cancha. Por eso los Fidalgo, “Nacho” Salas, por citar a algunos de los consagrados, hacen y mucho por el grupo, para que esos juveniles o futuras promesas no pierdan las ganas de ir hasta Cabildo.

“Si tenés 20 años y todo a disposición, hacés el esfuerzo, hoy 90 kilómetros ida y vuelta nos son nada”.

--Hace poco Esteban Angelini, el “Topo”, renunció a su cargo de preparador físico, ¿qué fue lo que sucedió?

--Me dijo que no seguía porque no podía dominar o aceptar ciertas cuestiones de este proyecto que iniciamos juntos. Estaba haciendo un esfuerzo enorme con los horarios, entre las escuelas donde dicta clases y los entrenamientos, que andaba a full todo el día y que iba de un lado para el otro con el tiempo justo. A su vez me manifestó que no estaba de acuerdo con algunas determinaciones que yo había tomado y por eso dio un paso al costado.

“El tiempo que trabajamos juntos, casi dos meses, fue muy positivo, pero no aceptaba que yo sea tan rígido en `cortar´ con algunas costumbres muy arraigadas al club y prefirió seguir con sus otras obligaciones. El es muy de Pacífico y lo entiendo, se lo dije cuando charlamos”.

“Por ahí se sentía incómodo o lo afectaba tener que tomar medidas con chicos del pueblo que el ve en el club, en las escuelas y en las calles todos los santos días. Los conoce a todos desde que nacieron, por eso sé que le afectaba. Conmigo fue frontal, me dijo lo que pensaba y respeto su decisión. Y contra eso, al menos yo, no puedo hacer nada. Corregir siempre voy a corregir, porque amo lo que hago. A muchos no les gusta, ponen mala cara, pero si corregís es para mejorar”.

“Fui formador toda la vida, y hoy un chico de 16 años que ya entrena en Primera debe tener otra perspectiva del fútbol y de la vida. Para que ese jugador no queme etapas, lo tenés que moldear de otra manera, cambiarle la mentalidad, pero siempre entendiendo que se tiene que adaptar al fútbol mayor sin perder de vista la edad que tiene”.

--Tal cual.

--En todos lados es igual, si no amás lo que hacés, no podes avanzar. Si no pensás así, en el fútbol de la Liga no podés trabajar, porque en muchos aspectos tenés que remar si no querés morir en el intento. En todos los clubes hay necesidades.

Verdino es acompañado por Néstor Fabián Vogel como ayudante de campo, Matías Sarden como PF y Macarena Jubert como segunda profe.

“El hecho de pretender profesionalizar, en ciertos aspectos, a Pacífico tiene que ser beneficioso para toda la población. De abajo hacia arriba no todos los clubes están profesionalizados, aunque no me quiero meter en temas donde muchas opiniones molestan. Antes de llegar a Cabildo estuve en Liniers, donde trabajé incómodo y con limitaciones. Con la edad que tengo creo que estoy en condiciones de decirlo: no me iba a quedar, y mal, en Liniers por el solo hecho de que sea Liniers”.

“Soy un agradecido a Liniers, a su coordinador Nicolás Arroyo, por la oportunidad que me dio de trabajar, pero nunca me sentí a gusto y se lo hice saber a los dirigentes con los que hablé”.

--¿Cuál fue el problema?

--Pensaban diferente. Si vos venís de afuera, te consultan sobre una determinada forma de trabajar o de cumplir tu función y después hacen lo que hicieron siempre, para que te preguntan. Tengo una sola manera de ser y de comunicarme, y no voy a cambiar a esta altura de mi vida.

“Te pongo un ejemplo: si me decís que Villa Mitre es el Liverpool de Inglaterra y yo voy convencido de eso, te voy a decir: `nada que ver, no es así´. Ahora, si te digo que Villa Mitre es un club que está quedando hermoso, con un complejo espectacular y que las canchas tienen un piso bárbaro, cuando lo vas a comprobar ves que es cierto, que no te mentí ni te vendí espejitos de colores. No te puedo generar expectativas sin que vos compruebes cual es la realidad; no puedo agrandar algo que no es, vos lo ves y vos decidís si lo tomás o lo dejás”.

--¿A dónde querés llegar?

--Liniers tuvo una etapa brillante en cuanto a la formación de jugadores, pero eso ya pasó. Hoy en día tienen todo al alcance de la mano para mejorar, para hacer más de lo que se está haciendo, pero no está organizado. Fui el primero en referirme a Liniers en ese aspecto, después el que opinó fue Octavio Araneta, quien manifestó la pura realidad de lo que sucede en ese club puertas adentro. Comparto y apoyo las declaraciones del `Chapi´, pero hasta ahí llego, no quiero polemizar ni enfrentarme con nadie.

 

River, tu grato nombre

“Podría decir que en River formé mi personalidad como técnico, porque viví experiencias que hoy me sirven para decirle a un jugador con aires de grandeza como se debe manejar, sobre todo a un nivel tan alto como el que representa River”, avisó Julito, calando un poco más en recuerdos y experiencias que lo marcaron para siempre.

“En la primera prueba quedé, me eligió Delem por mi velocidad y gambeta. En ese primer año tuve mucha participación, siempre fui parte de los 16 para cada uno de los partidos. En River aprendí a competir y a defender el puesto. Adolfo Pedernera (ex gloria millonaria) me dijo una vez: `pibe, en este club vas a jugar una final cada día de tu vida, estás vistiendo una de las camisetas más importantes del mundo; acá te vienen a enfrentar chicos de tu misma edad que quieren ocupar el lugar donde vos estás´. Un sabio. En ese momento, año 1991, existían diferencias (físicas y futbolísticas) entre River y los otros clubes”, rememoró.

“En River la competencia interna es feroz, porque mientras vos entrenás en una cancha, en otra hay cien pibes probándose. A veces estabas haciendo fútbol y te llamaban para ir a entrenar con la Tercera, y el que te daba las indicaciones era, por ejemplo, Alejandro Sabella. Como yo vivía en la pensión, me quedaba a ver las prácticas de las mayores. Era un mundo hermoso, pero no todos los técnicos te enseñaban bien. Y como había pibes por todos lados y las categorías rebalsaban de jugadores, a nadie del club le importaba como te trataba tal o cual entrenador”.

–Me da la impresión de que eras bastante rebelde.

--Sí, muy. Ir al frente y chocar con técnicos que ya tenían un lugar ganado en el fútbol argentino me jugó en contra. Muchas veces quería imponer mi idea, o trataba de hacerme fuerte en lo que mejor me salía, que era la gambeta, el freno, el arranque y el cambio de ritmo. Tuve más de un cortocircuito con Héctor Pitarch, en ese momento entrenador de la cuarta, quien pretendía que juegue de primera, que toque y vuelva para atrás cada vez que sea necesario.

“Yo había forjado cierto carácter después de entrenar en Bahía con planteles de Primera, por eso quería imponer mi juego, el de volar con la pelota al pie. Un día encaré por el medio a pura gambeta y definí a las nubes desde la puerta del área. Pitarch me llamó y me cagó a pedo adelante de todos. No me quedé atrás y le contesté mal, sin darme cuenta que al costado de la línea de cal estaban mirando Passarella, Gallego y Sabella”.

--¿Y te costó la cabeza?

--No porque después estuve cuatro años más, pero hay que tener cuidado, el técnico es el técnico y merece respeto. No digo que le des siempre la razón, pero siempre es mejor bajar un cambio, esperar el momento oportuno para dialogar y decirle lo que vos pensás.

“Nunca me echaron de River, pero sino llegué a Primera fue por cabeza dura. En un club grande no te preparan para el fracaso, pero si te tendrían que brindar las herramientas que te ayuden a seguir adelante si sos un jugador con condiciones y no pegás el salto antes de los 21 años, cuando se firma el primer contrato profesional. En ese momento estaba convencido de que tenía que debutar en la Primera de River, en el Monumental, no existía otra opción, pero una vez más me equivoqué”.

--¿Por?

--Me negué a ir a Cobreloa de Chile y desistí de ir a préstamo a un club argentino que jugaba en la B Nacional. No interpreté eso de ser prestado para explotar y adquirir experiencia en otro lado y después volver. No la vi, tampoco me la explicaron; yo rechazaba cualquier posibilidad, estaba encerrado en algo que solo yo creía que podía suceder. ¿Qué pasó? El embudo se hizo cada vez más chico, no firmé contrato, me tuvieron que operar de la rodilla (rotura de meniscos) y ese entusiasmo que sentía se empezó a esfumar.

“Debido a la lesión, un médico del plantel superior que bajó a la Reserva me hizo hacer una rehabilitación que no tenía nada que ver con lo que me estaba pasando y, en vez de volver a jugar en un mes, tuve que esperar tres. El doctor Sebeso (Luis), un día, me preguntó porque no estaba jugando, y en ese instante me invadió la ansiedad por regresar a las canchas. Empecé a ir al gimnasio, en dos semanas quise hacer lo que no hice en tres meses, me apuré y esa irresponsabilidad me produjo una tendinitis rotuliana. El bajón anímico fue tremendo, me quedan siete meses más para ver si podía convertirme en profesional, pero no quise saber nada pese a que en River me propusieron continuar”.

--¿Y qué pasó?

--Me viene a Bahía, había decidido no jugar más al fútbol. Al poco tiempo, Villa Mitre me contagió las ganas de volver, y me entusiasmé con ir a entrenar con el plantel del Argentino A, que tenía, entre otros, a Gilardi, Paco Sánchez, Dani Paz, Ochoa, Coronel... Era un grupo espectacular, Carrillo, el Pollo Gorosito y yo eramos los más tiernos... (risas). Igualmente esa aventura duró solo seis meses, porque Bella Vista no me dio el pase (River me había dejado libre, pero yo le devolví mi ficha al club Gallego) y pensé: `hasta acá llegué´. Fue un clik, porque inmediatamente me empecé a preparar como técnico.

--Hoy, ¿qué tipo de entrenador sos?

--Me suelo fijar en los detalles, hablo mucho con el jugador, trato de conocerlo, de saber de su vida. Intento sacar lo mejor de él, entendiendo que es un ser humano y que puede tener necesidades que no lo hacen rendir como yo pretendo. Si al futbolista le está pasando algo, cualquier exigencia mía o de mi cuerpo técnico lo puede afectar aún más. Que esa necesidad no sea necedad, eso es lo que hay que tener en cuenta.

“Soy un técnico que busca un funcionamiento en base a una idea, que pregona el buen fútbol y que entiende que en Primera, cuando te tenés que defender, hay que hacerlo sin que te importe si jugaste mejor o peor que el rival que está enfrente. Y si las papas queman y hay que revolearla a la tribuna, no hay que tener vergüenza”.

--Pará, no te tenía en esa...

--La idea no cambia nunca, si la podés bajar y salir jugando, es primordial, lo que pretendo, sobre todo si contás con jugadores de buen pie. Siempre hay que intentar jugar, es lo que le comunicó al jugador cuando decido ponerlo en cancha. Mientras pueda convencerlo y sea claro con lo que quiero, al jugador lo voy a exprimir. De ese modo crecemos los dos.

“Es lo que pretendo lograr en Cabildo, donde encuentro pequeñas señales de superación y compromiso. Estoy contento con los logros que vamos consiguiendo: la unión del grupo, la aceptación al proyecto y el convencimiento individual. A un jugador de Pacífico, que tiene 23 años, lo quieren dos equipos de la Liga, pero cuando vino a hablar conmigo le manifesté: `vos tenés que entrenar imaginando que te va a llamar un club del Federal A´. A eso hay que aspirar, porque si pensás en grande tu rendimiento va a ser mejor día a día. Me gusta que el jugador se convenza de que puede, que se haga cargo de lo que le toca, que sea responsable y que, desde su lugar, sepa interpretar lo que le puede ofrecer la vida y el fútbol”.

“Aspiro a que el jugador se acostumbre a vivir con el error, a que deje de lado las excusas y que en algún momento reconozca que se equivocó. Al joven hay que ayudarlo, nadie quiere dar un mal pase o hacer un gol en contra, porque, ¿qué hacés después de eso? Tiene que levantar la cabeza y entender que para crecer se tiene que equivocar”, señaló Julio, quien no usa redes sociales.

“No me gusta depender del celular todo el tiempo, siento que no me tengo que meter en la vida de los demás, prefiero leer un libro o hablar mano a mano en un café con alguien. Vivo informado gracias a mi cuerpo técnico y a mis hijos, pero no soy de opinar en las redes sociales. Hace unos años tuve un problema familiar grave y por las redes pasó de todo, aunque prefiero no referirme al tema”.

--La última: ¿Pacífico está para dar el salto de categoría?

--Están bien formadas la Primera y la Tercera, y es lo que debe mantener en el tiempo. No se debe perder el entusiasmo, los chicos que sigan yendo a Cabildo que sea por voluntad propia y no por obligación. Se debe lograr un sentido de pertenencia y una identificación total con el mensaje y la idea que pregona el entrenador.

“Si Pacífico mantiene la base y puede apuntalar algún refuerzo en puestos claves, el 2024 lo encarás de otra manera. De estar todos, el año que viene será diferente”.