Bahía Blanca | Viernes, 03 de mayo

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Un ratón que maravilla y emociona en las calles bahienses

“Cuando paseo con el auto por la ciudad es increíble el impacto que genera", dijo su propietario.

Fotos: Emmanuel Briane-La Nueva.

Es una maravilla, ante la que nadie permanece indiferente. Esa es una manera de explicar la sensación que genera ver circular en nuestra ciudad al único Isetta 300 en condiciones de hacerlo.

Color rojo, de líneas impecables, singular diseño y pequeño porte, se lo identifica como “el ratón alemán”, aunque ese apodo, mencionan los especialistas, fue tomado prestado de otro modelo.

Con apenas 350 kilos, la tercera parte de un Fiat Uno, y 2,60 metros de largo, fue la tabla de salvación de la fábrica alemana BMW –que le compró la licencia a una firma italiana—y revolucionó el castigado mercado post Segunda Guerra Mundial.

Tiene una única puerta, ubicada en la parte delantera del vehículo.

A la caza del ratón

“Cuando paseo con el auto por la ciudad es increíble el impacto que genera. Le sacan fotos, me siguen, me hacen señas. Es toda una conmoción”. Quien trasmite esta experiencia es Horacio Mirabella, propietario de este verdadero clásico de la historia del automóvil.

“El coche está en perfectas condiciones. Tuvo algunos problemas hace unos meses, pero ya está en reparación. En estos días le ponemos cuatro tornillos y está otra vez funcionando”, explicó.

El auto en cuestión es un BMW Isetta 300, motocoupe, modelo 1958. Tiene motor de un cilindro, de cuatro tiempos y refrigerado por turbo ventilador. Su potencia es de 13 CV, a 5.200 rpm, y desarrolla una velocidad de hasta 85 Km/hora. Tiene trasmisión trasera y motor transversal, ubicado en el costado derecho, detrás del asiento.

Si en una estación de servicio le preguntan a su conductor si llena el tanque, con 13 litros completa la operación y tiene para recorrer unos 300 kilómetros.

Molestaba en el pasillo

La pasión de Mirabella por estos ratoncitos es de vieja data. A sus 20 años de edad compró el primero, el cual tuvo poco tiempo, pero, señala, “me quedó grabado para siempre”.

Por eso su alegría cuando le pudo comprar uno a Carlos “Tuerca” Simonetti, otro apasionado por los coches, coleccionista bahiense, propietario de “El Viejo Garaje”, en Darwin 576, donde exhibe una maravillosa variedad de autos antiguos.

“El “Tuerca” tiene varios Isetta, todos en proceso de reparación. Hace cinco años accedió a venderme uno porque, curiosamente, le resultaba molesto porque lo tenía estacionado en un pasillo”, refiere.

Una vez en su poder, junto a su amigo y mecánico Jorge Neto lo reparó y puso en funcionamiento. Desde entonces el auto se mantiene en buenas condiciones.

“Lo uso con frecuencia en la ciudad. Para viajar no se justifica, es mucho castigo para el auto. La última vez que lo llevé a una exposición fue el pasado 11 de abril, aniversario de la ciudad, como integrante que soy del Club de Vehículos de Colección. Ese día pasé a buscar a mis seis nietos y fuimos todos. Ellos corrieron el techo de lona y se asomaban, saludaban y se divertían. Ellos felices, yo ni te cuento”, detalla.

El más fotografiado

Cuando el ratoncito llega a un lugar se convierte en sensación.

“Es algo muy especial. La gente le saca fotos, lo filma, se acerca a mirarlo. Los más jóvenes preguntan por donde se entra y otros detalles. Llama muchísimo la atención, a algunos porque lo reconocen, a otros porque no tenían idea de su existencia”, detalla.

Lejos de incomodarlo, Mirabella disfruta al compartirlo, hacerlo parte de todos.

“En las exhibiciones me piden permiso para subirse y sacarse fotos, suben a los hijos. Creo que porque es un modelo que tiene que ver con nuestra cultura, con la vida de cada uno”.

Mirabella disfrutando del auto con sus nietos

Y aporta un último dato. 

“Después del Isseta 300 aparecieron otros microautos, como el Heinkel, que tuvo muchas demandas por parte de BMW; el Dimard, el Messerchmitt y el Di Carlo”.

En la década de los 60 nuevos modelos comenzaron a dominar el mercado, autos más amplios, cuatro puertas, algunos de ellos verdaderas “naves”, como el Impala, el Kaiser Caravela o el Cadillac.

Todos son hoy autos clásicos, de colección. Pero acaso ninguno tiene la gracia, la prestancia y la belleza del querido ratón.

El italiano que salvó a la BMW

La fábrica de automóviles alemana BMW estaba al borde de la bancarrota a mediados de la década de 1950. Había terminado la Segunda Guerra Mundial y buscaba desesperadamente desarrollar un coche que le aportará ingresos rápidos y con poca inversión.

Encontró la respuesta en el Salón del Automóvil de Turín de 1954, donde el fabricante italiano Iso Rivolta exhibía el Isetta, una especie de triciclo, similar a la cabina de un avión, con una única puerta al frente. La BMW vio su potencial y adquirió la licencia.

Entre 1955 y 1962 lo convirtió en sensación mundial y tabla de salvación de la empresa. La micro cupé BMW Isetta era adecuada para su tiempo, económica, accesible y liviana.

BMW “refinó” el motor y el chasis italiano y le agregó una rueda trasera. El motor estaba en la parte lateral y el techo era de tela para servir como salida de emergencia en caso de tener un choque frontal.

La puerta al frente abre como la de una heladera (Iso era fabricante de electrodomésticos). El volante y la columna de dirección giran cuando se abre.

Con 160.000 coches fabricados, el Isetta 300 fue el mono cilindro más vendido de todos los tiempos.

Ratones bahienses

Bahía Blanca supo de estos autos desde el momento mismo de su salida al mercado mundial. En marzo de 1958 la firma Arrigoni y Pucci hizo la presentación, en su local de Donado 70, del BMW Isetta 300. “En un extraordinario esfuerzo financiero nos complacemos en ofrecer este maravilloso vehículo, con interesantísimos planes de pago de hasta 18 meses”, detallaba el aviso publicado en este diario. Anticipando el éxito de ventas, la firma explicaba que la entrega de cada unidad se haría “por riguroso turno”, para  lo cual abría un “registro de anotados”.

No hay un registro de cuantos BMW 300 se vendieron, porque además ese año y los siguientes salieron al mercado varios modelos novedosos, por caso el Fiat 600, el Heinkel, el Morris, el Messerchmitt, la microcupé Bambi y el Dinarg, entre otros. Pero gracias al archivo de La Nueva. podemos dar cuenta de que fueron varios los ratones que circularon por las calles bahienses.

Circulando por Alem

Principios de los 60, vándalos rompen los focos de una columna de iluminación de la avenida y la fotografía registra el hecho junto con el paso de un ratón.

Sin parquímetro

Es posible que en 1966 no se pudiese estacionar en la vereda del palacio municipal de calle Alsina, pero quizá sacando provecho de un tamaño este Isetta hizo caso omiso a esa prohibición.

Cabeza de ratón

Lejos de sentirse menos, el ratoncito se mezclaba entre los gigantes de la época, en este caso detrás de un ómnibus en calle Alsina, a la altura del edificio que ocupara el banco Provincia.

Blanco y radiante

Acaso la postal más atractiva. Calle O’Higgigins, la Gran Vía del Sur Argentino, principios de los 60. El Isetta blanco al frente de toda la variedad de vehículos propios de la época.