Bahía Blanca | Viernes, 03 de mayo

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Entre el dolor, la recuperación y la muerte: cómo es el trabajo de una psicooncóloga

Fabiana Acosta, psicóloga de pacientes con cáncer, habló de su manera de ver el final de vida, del agotamiento que puede tener un profesional y del amor que tiene por su tarea. "Es fundamental humanizar el proceso", dijo.

Fotos: Rodrigo García - La Nueva.

"Cuando un ser humano muere, muere una madre, un padre, un hermano, un amigo. Es quizás el acto humano más importante y más sagrado. Requiere muchísimo respeto y es un privilegio poder ingresar ahí y estar acompañando en ese momento. Ya no hay artificios, no hay nada que sostener para otro, está ese ser humano desnudo, con todos sus amores, con todos sus dolores, fragilidades, esperanzas, miedos, con su fe... y la humanización de ese proceso es fundamental".

Con esa reflexión describe Fabiana Acosta (M.P. 640), psicóloga especializada en oncología, su modo de ver al proceso que, por su trabajo, acompaña en la trayectoria de muchas personas: el final de la vida. 

"La psicooncología es una especialización dentro de la psicología que aborda todo lo que es la problemática del paciente oncológico y su familia desde distintos puntos de vista", definió en diálogo con La Nueva.

Su tarea es entrar en la vida del paciente con cáncer y de sus seres queridos a partir del momento en que reciben el difícil diagnóstico. Los acompaña a sobrellevar la enfermedad, a menudo desde antes de que lleguen a angustiarse por ella, y se involucra "en dos cuestiones: todos los procesos de vida y los de final de vida".

"Obviamente el ojo está en el paciente que no pudo sobrevivir, pero la realidad es que vos estás caminando la calle y es un montón la cantidad de sobrevivientes de cáncer que están caminando con vos, a la par", destacó.

Acosta es la responsable del área de Psicooncología, dependiente del sector de Oncología, del Hospital Privado Raúl Matera, "el único que trabaja desde este encuadre en Bahía Blanca". Su trabajo consiste en visitar a los pacientes oncológicos internados en ese centro de salud y recibir en consultorio –tanto de la clínica como en uno particular– a aquellos que tienen la posibilidad de acercarse. 

"Nosotros no esperamos hasta que un paciente llegue muy angustiado o ansioso, sino que se habilita el espacio a todos desde un primer momento para que puedan ir sobrellevando todo el proceso salud-enfermedad de la mejor manera posible y a lo largo de todo el tratamiento", contó en su consultorio de Osecac.

Desde preparar a pacientes para una cirugía o trasplante de médula, pasando por asistirlos durante el proceso de quimioterapia, "psicoeducarlos" en los cambios que ven sus vidas cotidianas en el marco de la enfermedad y hasta ayudarlos a rehacer sus vidas una vez que están libres de cáncer: las áreas de intervención de un profesional en psicooncología son diversas. "Es necesario tener muchas herramientas en el campo de lo Psi", sostuvo Fabiana.

"Es una profesión que busca otorgar dignidad para algo que en nuestra sociedad está guardado, metido en un closet y que es una realidad que vamos a atravesar todos. Es profundamente humano", aseguró la mujer, que llevaba en el pecho un lazo violeta y un pin del voluntariado "Vida contagiando vida"

La profesional explicó que su tarea es diferente a la de un psicólogo común ya que "cambia la dinámica psíquica del paciente". Combina herramientas del psicoanálisis y del enfoque cognitivo conductual, además de semiología psiquiátrica. Y debe enmarcar todo en lecturas y conocimientos relacionados con la oncología.

El contacto con el dolor ajeno y el burnout

La psicooncología es esencialmente interdisciplinaria, está siempre en contacto con médicos, enfermeros, nutricionistas, terapistas ocupacionales y otros profesionales de la salud que intervienen en el tratamiento oncológico.

Por eso, además de los pacientes y sus familias, hay una "tercera unidad de análisis" en el ejercicio de este tipo de psicología: el equipo tratante. 

"Se acompaña en lo que hace a cuestiones comunicacionales, a las problemáticas que aquejan al agente de salud que está continuamente tratando con una enfermedad que muchas veces es frustrante. Si bien hoy contamos con muchísimos tratamientos y tenemos pacientes que están pudiendo frenar la patología y quedando libres de enfermedad, el desgaste que se produce en el sanitario es muy importante, diferente al que se maneja en otros sectores de la salud", contó.

En ese sentido, es habitual que en estos equipos suceda lo que se conoce como burnout o agotamiento por trabajo. 

Por ser una tarea que está en contacto constante con el dolor, existen distintos mecanismos o "moduladores" para alivianar la carga que enfrenta el profesional de la salud, para que "no absorba desde un lugar de responsabilidad único la frustración y la realidad que puede estar atravesando un paciente", sostuvo Acosta.

De esta manera, dice que es fundamental hacer un trabajo de "humanización" del agente de salud. Eso implica comprender que por más que vista una bata y lea estudios a través de números e indicadores estandarizados, es una persona que atiende a otra persona. Es decir, debe reconocer: "Voy a ejercer la profesión desde mi historia y desde mis duelos", explicó Fabiana. 

También es importante "generar pequeños espacios de ocio o distracción que le permitan al agente de salud no estar siempre al palo, salir de ese nivel de autoexigencia continua que requiere su trabajo", sostuvo. 

"Soy muy consciente de que soy mortal y eso hace que la manera que tengo de encarar mi vida sea diferente en muchas cosas"

Más allá de alivianar la carga, "la otra cuestión es comenzar a naturalizar los procesos de muerte y los procesos de sufrimiento", agregó Fabiana.

Y continuó: "En esta sociedad donde hay que ser optimistas, ¿qué más le tenemos que pedir a un paciente? Se escucha mucho este discurso de 'si vos lo deseás, podés'; ¿te pensás que un paciente que atraviesa una quimioterapia no desea sanarse? Desea sanarse. Lo único que eso puede generar son procesos de culpa: 'No hice lo suficiente', 'no deseo lo suficiente', 'no pongo la fuerza suficiente'. Pero en realidad es esperable que te angusties, que tengas miedo".

"Si fuera por mí, estaría en más lugares"

Acosta trabaja "muchas horas por día", más de las que puede precisar, atendiendo a "muchos pacientes". 

"Hay veces que trabajo los fines de semana, otras que termino a las 21 en mi consultorio y después me aparezco en la clínica o en otro hospital. Es un tipo de trabajo donde el encuadre es muy flexible", mencionó.

Se define como una profesional que ama lo que hace y por eso se encarga de varios proyectos. "Puedo decir que en mi caso no hay burnout porque si fuera por mí, estaría en más lugares. Creo necesario habilitar espacios para todo esto porque hay muchísimos pacientes que quizás están atravesando procesos difíciles por su cuenta. Es una realidad que está bastante invisibilizada, lamentablemente". 

Contó que a los 21 años, cuando estudiaba profesorado en Psicología, comenzó a preguntarse "por la persona que podía estar sola en un hospital atravesando procesos de final de vida". Así consiguió ingresar en un hospital bahiense "como una suerte de voluntaria" para acompañar a las personas con enfermedades terminales buscando que no estén solas en sus últimos momentos.

"Veo a la muerte como un proceso natural. Soy muy consciente de que soy mortal y eso hace que la manera que tengo de encarar mi vida sea diferente en muchas cosas", agregó.

Como psicooncóloga, además de desempeñarse en la clínica de Osecac, Acosta impulsó y participa en el voluntariado "Vida contagiando vida", a través del que se organizan distintas actividades para pacientes que atraviesan o hayan superado el cáncer, y que también ha generado una red de acompañamiento entre ellos. 

También es coordinadora y docente de la Diplomatura Universitaria en Psicooncología de la Universidad Salesiana (UNISAL), dirigió una Diplomatura en el Instituto de Internación de Paraguay y recibe alumnos en prácticas hospitalarias en el último año de la carrera de Psicología que se dicta en nuestra ciudad.

A través de la enseñanza busca "generar procesos de humanización en los futuros profesionales y contribuir a una lectura interdisciplinaria, por respeto al paciente. Si no es así, es una lectura cómoda para el profesional, pero mezquina para el paciente", expresó.