Bahía Blanca | Lunes, 29 de abril

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La gran influencia que tuvo en Bahía un pionero de la neonatología

Miguel Larguía falleció a los 83 años. Fue precursor de la especialidad en nuestro país e inspiró a muchos profesionales de nuestra ciudad.

Miguel Larguía - Fotos: Archivo La Nueva.

El renombrado pediatra y neonatólogo, Miguel Larguía, falleció el último sábado a los 83 años. Fue un pionero de la especialidad en Argentina y una fuente de inspiración para numerosos profesionales de nuestra ciudad.

“La maternidad Sardá, donde se desempeñaba el doctor Larguía, fue un ejemplo para todos los hospitales públicos que tenían servicio de neonatología y que querían promover una adecuada atención”, dijo a La Nueva. Daniel Maquez, exresponsable del servicio de Neonatología del Hospital Penna.

“Eran nuestro ejemplo a imitar, hacíamos todo lo que hacían ellos: residencias para madres, lactario, ingreso irrestricto a los servicios de neonatología, todas innovaciones que eran buenísimas. Nosotros queríamos en Bahía un servicio público así, poder crecer y desarrollarnos a imagen de la maternidad Sardá”, afirmó.

Maquez explicó que su trayectoria profesional comenzó en el ex Hospital Materno Infantil de calle Necochea en el año 1975, donde, junto con el doctor Rubén Álvarez, se adentró en la atención de recién nacidos, una especialidad incipiente en Argentina y en el mundo.

“La referente en Argentina de la atención del recién nacido y de la madre era la maternidad Sardá y ahí estaba el doctor Alfredo Larguía —padre de Miguel— que había fundado el Servicio de Neonatología en el año '68”, comentó.

Poco después, su hijo Miguel, apenas recibido, se sumó a la especialidad y “tomó las riendas del servicio”.

El legado de Larguía se cimentó a lo largo de 36 años en la División de Neonatología del Hospital Materno Infantil Ramón Sardá, donde promovió un modelo de atención perinatal integral, desde el embarazo hasta el seguimiento del recién nacido. 

Su enfoque prioritario era fomentar la lactancia materna y una maternidad centrada en la familia, sirviendo como base para impulsar maternidades seguras.

Este hospital se convirtió en el primero en el país en recibir la acreditación como "hospital amigo de la madre y el niño" otorgada por Unicef y la Organización Mundial de la Salud.

“Aparte de sus logros académicos, Larguía creía que el recién nacido tenía su historia, que la salud de la madre influía mucho en la gestación del bebé a nacer. Entonces comenzó a notar los posibles trastornos que pueden sucederle en base a eso”, explicó Maquez.

Daniel Maquez.

Larguía consideraba que la salud de la madre tenía un impacto significativo en la salud del recién nacido y, por lo tanto, comenzó a abordar posibles trastornos que podrían derivar de ese vínculo.

Posterior al nacimiento, el especialista ofrecía seguimiento a los bebés enfermos o prematuros en un consultorio denominado "Control del Recién Nacido de Alto Riesgo", brindando apoyo y coordinando con especialistas de otras áreas en caso de secuelas.

De esta manera, trabajó en la integración de la Obstetricia y Pediatría y dio lugar a la creación de la Perinatología, especialidad médica enfocada en lo que ocurre alrededor del nacimiento.

“Por definición, la Perinatología es la etapa del último trimestre del embarazo a partir de las 28 semanas y los 28 días posteriores al nacimiento. Por supuesto que el consultorio de alto riesgo se puede continuar hasta el año, según la necesidad del bebé. Ya después pasa a la atención pediátrica”, explicó Maquez.

Larguía también contribuyó a eliminar el aislamiento en las unidades de terapia intensiva neonatal, permitiendo que las familias puedan estar cerca de sus bebés con ciertas precauciones. 

“Antes, uno no podía entrar a los sectores donde estaban las terapias intensivas neonatales. Ahora, con precaución en la higiene, se puede ingresar y estar con el bebé e incluso tocarlo”, dijo.

Una "hora sagrada" entre la madre y el bebé

Gracias a estas innovaciones, la tasa de supervivencia de bebés enfermos y prematuros aumentó notablemente. Se implementaron "residencias para madres" en los hospitales, brindando alojamiento a mujeres que vivían lejos de la institución y querían acompañar a sus hijos.

Una de las fortalezas de Larguía, según dijo Maquez, fue “la potencia de innovar en sectores para mejorar la atención del recién nacido y hacerlo de manera integral”.

Involucrado en la mejora constante de los servicios, el reconocido neonatólogo visitaba maternidades y ofrecía orientación. 

“Cuando hicimos el nuevo servicio en Bahía Blanca, hace 10 años, hice un plano y se lo mandé. Él me corrigió algunas cosas. En parte, el proyecto es también suyo”, contó el especialista bahiense.

Larguía se convirtió en un modelo a seguir para los profesionales de nuestra ciudad, quienes deseaban replicar las prácticas exitosas de la maternidad Sardá. Creó guías, manuales de atención, diagnóstico y tratamiento, y se enfocó en humanizar la atención en las unidades de cuidados intensivos neonatales.

El problema estaba en que “todas esas innovaciones costaban mucho dinero, y eran hospitales públicos”.

“A los directores, que en general eran cirujanos o clínicos, se les dificultaba incorporar las necesidades de un recién nacido, que son iguales o mayores que las de un adulto. Se necesitaban incubadoras, monitores, respiradores, aparatos de aluminoterapia, toda una serie de equipamiento que permite la sobrevida y que requiere de un espacio físico mayor”, contó Maquez.

Por esta razón, en 1986 los profesionales se trasladaron al Hospital Interzonal Doctor José Penna en Avenida Lainez al 2400.

“Neonatología iba a quedar en el Materno Infantil junto con Obstetricia, pero tuvimos que trasladarnos. La mayoría de los servicios ya estaban instalados, por lo que nos quedó un lugar chiquito para estar”, dijo Máquez, quien contó también que trasladaban a los bebés de otros hospitales en sus propios coches para garantizar la atención necesaria.

“Los hospitales privados —Español, Italiano, Maternidad del Sur— que todavía no tenían terapia intensiva neonatal, nos derivaron pacientes durante algunos años”, indicó.

Con el tiempo, más médicos se unieron al campo y llegaron a los hospitales privados de la ciudad.

La pérdida de Miguel Larguía representa la desaparición de un pionero en neonatología en Argentina, una figura que desempeñó un papel fundamental en la evolución de la atención de recién nacidos y que siempre fue un referente para los profesionales en este campo, según lo expresó Márquez.

“Se perdió a un pionero de la neonatología, alguien que colaboró mucho con nosotros y que siempre fue nuestro referente”, concluyó.

Carlos Deguer.

Por su parte, Carlos Deguer, secretario general de la Asociación Médica de Bahía Blanca, también se despidió de Miguel Larguía: "Tuve la oportunidad y el honor de conocerlo en varias facetas: como jefe de Servicio, como maestro, como investigador, disertante, como asesor, como coach, divulgador científico, social y finalmente compartir algún encuentro social; pero guardo su imagen dura e inflexible en alguna pelea compartida, y su retrato siempre humilde con su anotador en primera fila en todos los encuentros científicos como el mejor alumno".

"Siempre tuvo grandes programas y proyectos que pintaban la dimensión social y realista de su visión como el desarrollo y promoción de las Tecnologías Adecuadas, y su última pasión, junto a su esposa la licenciada María Aurelia González, fue llevar adelante el proyecto Maternidades Seguras y Centradas en la Familia, que incluye miles de recién nacidos, sus familias y las maternidades de todo el país, y por el cual fue nombrado Emprendedor Social por ASHOKA", continuó.

"Esa hazaña de lograr algo extraordinario y diferente nos permite encontrar nuevas formas de conseguir objetivos personales y colectivos de forma más específica. Una vez que hemos encontrado alguien que nos inspira, tenemos nuevas ideas, nuevos caminos y una mayor posibilidad de crecimiento. El doctor Alfredo Miguel Larguía. Era un imprescindible, nos va a hacer falta", cerró Deguer.