Bahía Blanca | Lunes, 29 de abril

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El arte de pagar más y valorar la espera

Una de las principales ventajas de invertir un poco más es la oportunidad de reconectar con profesionales cualificados y artistas que han perfeccionado su oficio a lo largo de años de experiencia.

Imagen de Noah Buscher en Unsplash

En un mundo cada vez más orientado hacia la inmediatez y la entrega instantánea, surgen voces que cuestionan esta tendencia. La proliferación de contenidos, productos y servicios que se ofrecen a precios más bajos y en tiempos más cortos no es necesariamente el futuro que muchos de nosotros deseamos.

La inteligencia artificial está generando cada vez más textos de calidad inferior, empresas de fast fashion irrumpen en el mercado con productos extremadamente económicos, y Amazon continúa reduciendo los precios en una amplia variedad de productos. En lugar de criticar a empresas o industrias específicas por satisfacer la demanda de los consumidores, es importante explorar el otro lado de la moneda: ¿cómo podemos beneficiarnos al pagar y esperar un poco más?

Una de las principales ventajas de invertir un poco más es la oportunidad de reconectar con profesionales cualificados y artistas que han perfeccionado su oficio a lo largo de años de experiencia. Esto nos brinda la posibilidad de apreciar los toques finales que otorgan vida a los productos, un detalle que a menudo se pasa por alto en la producción en masa, donde la prioridad es la rapidez y la economía.

Si bien es cierto que hay mérito en la entrega eficiente y económica de productos y servicios, ¿realmente queremos que esto se convierta en la norma? Aunque la rapidez y la asequibilidad son importantes en ciertos contextos, no siempre representan lo que deseamos en todos los aspectos de la vida.

La creación de un libro apasionado, la elaboración cuidadosa de un mueble o una obra de arte única que tiene un significado profundo no pueden apresurarse. La belleza y la satisfacción que aportan a nuestras vidas hacen que la espera valga la pena. Estas creaciones se convierten en piezas que enriquecen nuestra existencia, nos permiten soñar y nos ofrecen una fuente de reflexión al final de un agotador día. Antaño, esto era la norma, pero en la actualidad, se considera una especie de retroceso o un lujo indulgente.

No obstante, ¿es este rechazo a la inmediatez y la rapidez un mero acto de nostalgia y tradicionalismo, o hay algo más profundo en juego? A medida que profundizamos en este tema, comprendemos que la importancia de mantener a profesionales cualificados en actividad es crucial. No se trata de un acto caritativo, sino de un impacto significativo en la sociedad.

No deseamos vivir en un mundo donde algoritmos, optimización para motores de búsqueda y la búsqueda de la opción más económica dicten y configuren todo lo que podemos agregar a nuestras vidas. La belleza de tomarse un tiempo en este proceso es que permite que florezca la creatividad humana, sin las restricciones impuestas por algoritmos. Además, hay una valiosa lección que podemos transmitir a las generaciones futuras.

Uno de los desafíos en un mundo cada vez más digital e interconectado es que las futuras generaciones podrían perder por completo la apreciación por cómo era el mundo antes. En una sola generación, podríamos estar al borde de perder la capacidad de encontrar a alguien con habilidades artesanales y permitirles perfeccionar su oficio con el tiempo. La inteligencia artificial responde a nuestras preguntas, los sitios web nos ofrecen productos con descuentos y las redes sociales moldean la forma en que gastamos nuestro tiempo libre. Este panorama se traduce en un mundo globalizado en el que la individualidad está cada vez más relegada a un segundo plano.

La adopción del pensamiento artístico y la creatividad no solo nos permite disfrutar más plenamente de la vida, sino que también sirve de inspiración para todos. Conectar con las ideas y pensamientos de los grandes escritores del mundo nos proporciona una perspectiva matizada que la inteligencia artificial sencillamente no puede ofrecer. Las emociones que un cuadro transmite o la estética de un mueble hecho a mano siempre serán más profundas y personales que cualquier cosa que pueda ser descargada digitalmente o ensamblada a partir de un kit.

En un mundo en el que gran parte de lo que deseamos se encuentra al alcance de un clic en línea, existe un valor innegable en ralentizar ciertas tareas. Mantener la instantaneidad en tareas como consultar horarios de trenes, encontrar casinos en línea o verificar horarios de restaurantes es justificado. Sin embargo, en otros aspectos de la vida, esperar un poco más puede ser gratificante.

En un momento en el que los presupuestos familiares están bajo presión, sabemos que no es el momento de gastar más dinero de manera precipitada. La clave radica en tomarnos nuestro tiempo, gastar con moderación y alejarnos gradualmente de la gratificación instantánea y de la "necesidad" de adquirir el último producto viral. Esto se aplica también a los contenidos que consumimos durante nuestro tiempo libre. Un libro escrito por un autor respetado o una serie de televisión creada por un guionista experimentado pueden enriquecer nuestra vida mucho más que el interminable desplazamiento en las redes sociales. Además, esta elección nos otorga el control sobre nuestras decisiones en lugar de ser meros receptores pasivos de un algoritmo predictivo.

Recuperar el control sobre lo que consumimos y cómo lo consumimos nos brinda la capacidad de descubrir cosas nuevas de una manera verdaderamente orgánica. Todos tenemos la oportunidad de aprovechar esos momentos que parecen surgir de la nada.

Quizás sea hora de dejar de consumir datos de una base de datos masiva que constantemente compite por nuestra atención. La vida puede funcionar de manera más satisfactoria cuando permitimos que las cosas tomen más tiempo, incluso si es necesario pagar un poco más.