Bahía Blanca | Sabado, 27 de abril

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Calle Terrada: un galpón, esquinas que maravillan, paredones, art decó y una escuela con premios

Una calle barrial, variedad de estilos, moedlos y propuestas. Caminar por el placer de hacerlo, leer la historia a partir del arte.

En estos recorridos por la ciudad hemos puesto el énfasis en la arquitectura, la posibilidad de leer la historia de un barrio ó de una cuadra a partir de las obras que, a lo largo del tiempo, fueron conformando su paisaje.

Porque ese es un valor extra de la arquitectura: es la historia escrita en piedra, un arte público, que está en las calles, es el telón de fondo que acompaña nuestro andar.

Pero hay otro componente interesante en esta propuesta de caminar la ciudad, una práctica que se ha perdido en medio del ritmo de los nuevos tiempos: Se ha olvidado el placer de caminar de manera distendida.

Edgardo Scott escribió que ya no se camina o se lo hace poco y mal. “Se camina sin ver, sin contemplar, sin abandonarse al paseo». Henry Thoreau pensaba que pocas personas entienden la trascendencia de lo que definió como “el arte de caminar”, de deambular “a modo de sauntering”, la palabra que definía a “la gente ociosa que vagaba por el campo en la Edad Media, pidiendo limosnas con el pretexto de dirigirse à la Sainte Terre”, a Tierra Santa. Por último, citando a Nietscche: “solo los pensamientos que surgen al caminar tienen algún valor”.

Caminar como parte del ocio  y al mismo tiempo apreciar la arquitectura, los patios, las puertas, los detalles. Mirar para arriba y mirar hacia adentro. Deambular y pensar, tener un momento donde ser el centro de todo.

Los paredones y  las casas chorizo

Son característicos, identificables. Paredones sobre la línea municipal, con dos pilares marcando el ingreso al patio que antecede a la vivienda. Los completa una reja y acompañan la presencia de una casa chorizo, la llamada casa de los gringos o casa de patios, modelo típico de principios del siglo XX, recostadas las habitaciones sobre una de las medianeras, con la cocina y el baño en la parte final y una galería hermanando las distintas salas.

Paredones y casas chorizo.

Terrada ofrece varias de estas viviendas, algunas en obra, buscando dar respuesta a los nuevos usos y modalidades. Una casa chorizo sugiere además una puerta con vidrios de colores, un patio con un naranjo o un limonero, un jazmín.

La magia del art decó

No deja de ser llamativa la cantidad de viviendas de barrio resueltas en art decó. Una estética desarrollada en las décadas del 30 y 40, abstracta, geométrica, plagada de guardas, triángulos y volúmenes en distintos planos, símbolo de glamour y modernidad.

La geometría del art decó.
Casa barco, el art decó en movimiento

El sello de las estrellas de Hollywood, de los casinos y hoteles de Miami, de los cines y teatros de París, de los rascacielos de Nueva York. Idea de movimiento, de velocidad, de tecnología. Hay ejemplos muy art decó, otros más modestos. Todos manifiestan ese lenguaje.

Entre murales y esquinas rosadas

Fuera de estas propuestas, el recorrido ofrece una riquísima variedad de modelos, desde murales y fechas hasta tejas y colores. Un mural se destaca en Terrada y Rondeau. Es obra de Jesús Antonio Sedano, “JAS”, profesor de la Escuela de Artes Visuales, quien los realiza con la idea de generar una alternativa diferente, “que quiebre la monotonía”.

El dibujo de un chalé

Las esquinas son lugares destacados de la manzana, referenciales, por eso es interesante cuando están preservadas y resueltas de buena manera.

Una aparece pintada de rosa con su carpintería original, típica de la época para los inmuebles donde funcionaba un comercio. Otra en Terrada y Moreno, felizmente intervenida para funcionar como guardería, con sus balaustradas que se “reparten el cielo”.

Por último una vivienda no simple de definir, con molduras quebradas, una puerta con aires medievales y la vecindad con un “buzón” que no es buzón sino un antiguo transformador de la electricidad.

La última esquina merece un párrafo aparte. La llamada Casa Grecco, por el nombre de su constructor y primer propietario, Manuel Grecco. Una belleza artística diseñada por el arquitecto Bernardo Paesa e inventariada como bien patrimonial.

Cuándo el banco Galicia la adquirió para una sucursal contrató a una especialista en bienes de valor patrimonial. Es una muestra de cómo se puede respetar un bien, adecuarlo a nuevos usos y no agredir el paisaje.

Los detalles

Una casa dibuja en una línea el perfil de una cubierta de tejas que simula ser un chalé, otra muestra un techo vertical, tipo mansarda, con aires franceses, un frente clásico, con la maravilla del contraste entre el miel del revoque símil piedra y los paños de ladrillo a la vista.

El contraste de color y rugosidad.

También “una casa de autor”, con la firma de sus hacedores en su frente, profesionales de la arquitectura, la ingeniería y la construcción, como Galay, Achili, Mendoza, Bernardis y De Napoli.

Y por último viviendas pintorescas, atractivas en sus partes y hasta con macetas y flores en un reducido balcón, algo poco habitual de encontrar.

La escuela 3 de 3 grandes

Una escuela centenaria en Terrada al 400, la Nº 3 Bernardino Rivadavia, la primera mixta de la ciudad, que ocupa ese edificio desde 1928, construido por Francisco Luisoni.

Una escuela con fuerte identidad. Varias generaciones han concurrido a sus aulas. Un frente neoclásico, con columnas tomadas de los templos griegos.

De cientos de estudiantes que han egresado de la institución, tres para destacar: César Milstein, ganador del premio Nobel de Medicina 1984, Juan Carlos Cobián, uno de los pianistas y compositores más talentosos de la historia del tango, autor de Nostalgias, Los Mareados y La Casita de mis Viejos, y Germán Pezzella, campeón mundial de fútbol 2022. Un ficcionado encuentro entre los tres tendría a esta escuela como elemento común.

Milstein, Cobian y Pezzella

Cabos sueltos, cosas sueltas

Fachadas que se respetan, nuevos usos, guirnaldas, la convivencia de lo antiguo, la supervivencia.

Nunca faltan este tipo de curiosidades: casa angosta, un frente de menos de cinco metros. El desafío (posible) de resolver de la mejor manera posible el funcionamiento del lugar

El toque industrial, un rosetón, un año, una chapa, una firma

El edificio de neto corte industrial, de una nave, hoy cochera. Angosto y profundo, presenta un frente que regular estado. En el remate la fecha de construcción, 1911. Debajo, una particular ventana circular, el rosetón de las iglesias góticas, para ganar luz natural cuando la electricidad no era moneda corriente.

En un costado la firma del constructor J. Rión, J. de José, un hombre que trabajó mucho para el ferrocarril y es autor de tres obras emblemáticas: las casas del barrio inglés de calle Brickman, la que fuera vivienda familia de William Harding Green, en Holdich y Almafuerte, y el puente de la avenida Colón. Un detalle más: la fachada conserva la centenaria chapa enlozada de fondo azul y letras blancas, un tesoro de una época de identificar las calles..

Final

Walter Gropius, creador de la escuela de arte Bauhaus, decía que el paisaje urbano es “la poesía de la ciudad”, una manifestación tangible de su historia y su cultura. Por eso es conmovedor y gratificante descubrir este mundo del arte, el que habitamos y miramos muchas veces sin ver.

Se da esta enriquecedora combinación. Caminar, actividad a la que Jean Jacques Rousseau definió como “el mejor antídoto para la soledad, que sirve para pensar, curar y conectar con la naturaleza", y la arquitectura, el barrio, los lugares que nos forman. De los que nunca nos fuimos, a los que siempre volvemos.