Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

Reflexiones al borde del espanto

Tras el atentado contra la vicepresidenta, los extremos de la grieta tienen la oportunidad de buscar puntos de encuentro. El riesgo de desaprovecharla.

Maximiliano Allica / mallica@lanueva.com

   Toda vez que ocurre un episodio de extrema gravedad en nuestro país, la reacción habitual es que diferentes sectores plantean que debe marcar un punto de inflexión, para modificar lo viciado y que la sociedad retome un rumbo de concordia y razonabilidad.

   En este caso, esa proclama surge tras el intento de magnicidio contra la vicepresidenta Cristina Kirchner, uno de los ataques más graves en nuestro país desde el regreso de la democracia, además de ser único en sus formas.

   La oportunidad de buscar puntos de encuentro, en general, se proclama mucho más de lo que realmente se busca. Y esta vez, si no se actúa con celeridad e inteligencia, se corre el riesgo de volver a perder la chance.

   Los sectores más radicalizados a ambos lados de la grieta, ya consumado el ataque, siguen manifestando un rechazo mutuo que ni siquiera parece calmarse ante esta tentativa de asesinar a la principal líder política de nuestro país de los últimos 12 años, independientemente de cuánto se acuerde o no con su sistema de ideas.

   El presidente cometió un severo error al no convocar a los principales líderes de la oposición y, aun con responsabilidad institucional diferente, no se los ve a estos últimos impulsando con firmeza esa propuesta. Hace falta una convocatoria general urgente y no debería faltar ninguno.

   No es cierto que los discursos de odio en Argentina, cada vez más habituales, sean unidireccionales. Tampoco tienen un origen histórico inequívoco. Sí es real que existe un menosprecio marcado por aquellos sectores y dirigentes más dialoguistas, catalogados despectivamente como "palomas" o "tibios".

   Es el momento de reivindicar a los dialoguistas, los contemporizadores, que también los hay a ambos márgenes de la grieta. Lo contrario es reivindicar el extremismo, cuyas peores consecuencias estamos padeciendo. Y nadie podría asegurar que llegaron a su pico máximo.