Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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Cáritas advirtió que la pobreza se incrementa cada vez más en Bahía

“El problema en nuestra ciudad es la invisibilización de los pobres. No escapamos a las estadísticas nacionales", dijo Miguel Vidal, vicedirector local de la entidad.

Fotos: Pablo Presti-La Nueva.

Por Pablo Andrés Alvarez / palvarez@lanueva.com

   La pandemia agravó un problema que ya es complejo desde hace bastante tiempo, como es la pobreza y la desigualdad social.

   Esa situación queda de manifiesto en un estudio realizado por Cáritas Argentina y el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (ODSA UCA), donde se concluye que, durante la última década, 3 de cada 10 argentinos nunca dejaron de ser pobres y más de 6 de cada 10 lo fueron al menos en algún momento.

   “En el informe se indica que uno de cada 10 argentinos hoy no come. Es un dato demoledor; y aún más en un país como el nuestro, donde se producen alimentos para 450 millones de habitantes. No somos un país pobre, sino que la población está empobrecida por la desigualdad existente”, señaló a “La Nueva”. Miguel Vidal, docente y vicedirector de Cáritas Bahía Blanca.

   Y añadió: “Este tipo de crisis desnudan aún más los problemas de fondo y se visibilizan situaciones que ya vienen de arrastre, si tenemos en cuenta que entre los años 2010 y 2022, solo un 36,6% de los argentinos nunca fueron pobres”.

   Para Vidal, la pobreza es un emergente de una crisis política-económica a nivel mundial y es distinta al concepto de deuda social.

   “Un informe a nivel mundial indica que, con la pandemia, la riqueza de los 10 hombres más ricos se quintuplicó, mientras que los ingresos del 99% de la humanidad se deterioraron a causa del Covid. Eso quiere decir que la desigualdad se está ampliando cada vez más. Cada vez hay más pobres y la riqueza se concentra en muy pocas personas. Allí radica la deuda social de la que hablamos. Es un deber construir una sociedad más justa”.

   Según el dirigente de Cáritas a nivel local, la situación en Bahía Blanca no escapa a los porcentajes mencionados.

   “El problema en Bahía es la invisibilización de los pobres. Bahía no escapa a esas estadísticas. Es decir que tenemos alrededor de 90 mil habitantes que están con necesidades básicas insatisfechas, si se tiene en cuenta que de un grupo 10 personas, hay 4 que nunca salieron de la pobreza. Pero se pierden en la cotidaneidad y no se ven. Y creo que nadie se pone a analizar ese dato. Son vecinos nuestros que, en muchos casos, no tienen ni para comer”.

   De acuerdo a su opinión, esos números tienden a crecer.

   “Con este presente económico, es lógico que cada vez más gente caiga por debajo de la línea de la pobreza. Hay muchísimas organizaciones que vienen planteando esta situación y ayudando a paliar esta situación con distintos tipos de ayuda. No sólo Cáritas debió incrementar la ayuda, sino que todas vieron crecer el número de personas que solicitan ayuda”. 

   “Por supuesto que existen dos Bahía. Una que se ve pujante cuando se va llegando al microcentro y otra que está oculta, que crece mayoritariamente en la periferia y que no se visualiza”.

   En ese contexto, Vidal manifestó que Cáritas es reconocida por la entrega de bolsones de comida o de ropa, pero que el organismo de la Iglesia Católica acompaña en muchos proyectos más.

   “Tenemos diversos programas en marcha, como ser espacios de economía solidaria y otros de refacción de viviendas, de educación, de adicciones”, mencionó. 

   Otro dato revelador del estudio presentado, indica que apenas el 42% de la población activa tiene acceso a un trabajo digno, mientras que el 58% de los ciudadanos solo logra conseguir un empleo precario, un trabajo de indigencia o bien se encuentra desocupado.

   “Hay gente que necesita que se le posibilite un desarrollo económico. Como alternativa, nosotros planteamos desarrollos estratégicos en los barrios, con estructuras simples y sencillas, en los que la gente pueda invertir y hacer crecer a ese barrio, que quizás hoy está olvidado. Nosotros tenemos una ciudad muy centralizada en el microcentro, pero qué pasaría si cada barrio tiene su propio centro comercial que favorezca a una economía circular. Creemos que el apoyo estatal tendría que virar hacia ese lado: darle herramientas a la gente para que invierta en su hábitat diario. Generaría nuevas expectativas en las personas que hoy creen que no tienen salida alguna”.

   Y añadió: “Desde Cáritas trabajamos para ayudar a los microemprendedores. Pero esa política podría ampliarse si es de Estado. Y favorecer a los economías regionales, comercializando mercaderías que sean locales o de la zona de influencia”.

   En ese tren, Vidal planteó replantearse el tipo de ayuda del Estado, porque la actual es muy cortoplacista. 

   “Pero nadie duda que la ayuda social es muy necesaria para paliar este presente tan difícil que están viviendo tantos argentinos, incluidos muchísimos nativos de nuestra ciudad y que quizás no vemos en nuestra cotidaneidad”.

   “Así como existe una crítica al poder político por la desigualidad social, también hay que remarcar que hay situaciones que son muy positivas, como el acceso a la salud y educación pública”. 

   Además, señaló que se está dando algo curioso: mucha gente se queja por las ayudas sociales que se le brindan a estas personas de bajo recursos, como pueden ser los planes sociales. 

   “Y no se fijan que, sin ese aporte del Estado, la situación sería aún más caótica socialmente hablando. Y los que dicen que el Estado nunca los ayudó, tienen que pensar que el Estado les asfaltó la calle, le dio cloacas, le iluminó el barrio. Situaciones que, en otros lugares de la ciudad, no sucedió. La cuestión social no involucra sólo a los más vulnerables, sino a toda la población. Es una construcción ciudadana que se debe debatir. Es imposible hablar de una sociedad, si una gran parte es marginada”.

   Simultáneamente, relacionó este tema con la inseguridad.

   “Hay mucha gente que le da lo mismo vivir o no vivir. Si una persona que no tiene acceso a nada, que sabe que le va a ser imposible lograr algo que le permita vivir mejor, qué perspectivas a futuro puede llegar a tener. Si esa persona no tiene nada para perder, ¿cómo se le pide que siga las normas sociales?”.