Malvinas, entre brazadas y memorias
A 40 años de la gesta de Malvinas, un libro propone una mirada diferente del conflicto bélico que nos marcó para siempre.
Adrián Luciani / [email protected]
Agustín Barletti es un escritor multifacético que aborda con solvencia distintas temáticas literarias.
En uno de sus nueve libros publicados, Malvinas, entre brazadas y memorias, Barletti, que también es periodista y abogado doctorado en La Sorbona, relata cómo el 9 de noviembre de 2014, con 53 años, logró unir a nado las dos islas Malvinas por el Estrecho de San Carlos en poco más de dos horas y con el agua a dos grados de temperatura.
Al lugar elegido para el cruce a nado se lo conoce como “el callejón de las bombas”. Allí desembarcaron las tropas británicas en 1982 en medio de un escenario de sangre y fuego.
Distinguido como uno de los dos mejores libros de Malvinas de 2022 por el sitio https://libros.nom.es/de-malvinas, la obra contiene además 32 páginas en papel ilustración con imágenes tomadas en las islas por el fotógrafo Guillermo Luder.
Editado por De Los Cuatro Vientos, este libro cuenta cómo fueron sorteados los obstáculos para llevar a cabo la aventura en base a esfuerzo, pasión y el poder infinito de la amistad. Pero fundamentalmente rescata acciones heroicas, muchas de ellas desconocidas, que sucedieron durante la guerra.
--¿Cómo fue nadar en Malvinas?
--La experiencia demostró que la natación fue solo un vehículo que posibilitó conocer de cerca y amar aún más la gesta de Malvinas y a cada uno de los héroes que entregaron sus vidas a la Patria.
Fue tan fuerte lo vivido que aún hoy despierto a mitad de la noche para preguntarme si fue real. A tal punto me impactó ese tiempo transcurrido en el santo y patrio suelo de Malvinas que tardé casi cinco años en escribir el libro a la espera de apaciguar emociones y aclarar ideas, para intentar llevarle al lector la visión más ecuánime posible.
--Al recorrer las páginas del libro resulta difícil no emocionarse.
--Es que en Malvinas la emoción está a flor de piel. Pisar ese suelo bendito, caminar los mismos senderos y acariciar los mismos mares que nuestros héroes, o ser encargados de depositar un rosario especialmente enviado por el Papa Francisco en una de las cruces del cementerio argentino, son sólo pequeños ejemplos de la privilegiada experiencia que tocó vivir.
También intento mostrar cómo se gestó esta aventura, la locura de mis dos ex compañeros del primario, Pablo Lima (Veterano de Guerra de Malvinas) y Guillermo Luder (fotógrafo y cineasta) que, sin dudarlo un segundo, me acompañaron al fin del mundo, y el enajenado Capitán del “Mago del Sur”, que navegó sin escalas con su velero desde Uruguay a Malvinas para hacer el soporte de la travesía.
--Como sucede en su novela histórica “Salteadores -Nocturnos” sobre la vida del Presidente Aturo Illia, en este libro también se palpa un gran trabajo de investigación
--Durante los más de cuatro años que separan el cruce a nado de la aparición del libro, recopilé datos y entrevisté a los principales actores del conflicto. También accedí a información desclasificada de los gobiernos de Argentina, Reino Unido, Perú y Estados Unidos.
Como la propuesta de esta obra es contar en paralelo la aventura del cruce a nado desde sus inicios, y develar historias de la guerra, la investigación, terminó jugando un rol esencial.
Con documentación inédita y el testimonio de los protagonistas, le propongo al lector un viaje a 1982 para conocer cómo y porqué se gestó la decisión de recuperar las islas por la fuerza, el infierno vivido durante la última batalla en el Monte Longdon, una acción conjunta entre militares y guerrilleros argentinos, y las increíbles hazañas del Batallón de Infantería de Marina Nº 5 y de los marinos mercantes.
--Incluso, el reconocimiento al Veterano de Guerra está presente en todo momento…
--Ese es el fin último de este libro. Honrar a quienes dieron su vida por la Patria. La obra intenta ser un homenaje para los que quedaron en las islas y para todos los héroes de carne y hueso que están entre nosotros.
Desde que regresé de las islas siempre le digo a quien tenga la dicha de estar cerca de un Veterano de Guerra de Malvinas, que lo abrace, ¡pero que lo abrace muy fuerte! Es lo más cerca que estará de abrazar a la Patria.
--¿Cómo fue el trato recibido en las islas?
--Un golpe al corazón se recibe ni bien se hace pie en Malvinas. Es durísimo que las autoridades migratorias de las islas sellen el pasaporte argentino. ¿Por qué lo hacen si estoy en mi Patria? A mí nadie me visa el pasaporte si viajo de Buenos Aires a Bahía Blanca o de Salta a Tucumán.
Por lo demás, el cordial trato recibido derribó mis prejuicios. También es cierto que en este caso había un condimento especial. El demente que cruzó a nado el Estrecho de San Carlos fue el tema de conversación de esa semana en unas islas donde no pasa absolutamente nada. Se generó una interesante empatía con los isleños y hasta un periodista del diario local Penguin News se interesó y publicó una nota sobre la aventura.
--¿El recuerdo de la guerra sigue presente en Malvinas?
--La memoria del conflicto bélico es palpable en los innumerables carteles de un rojo intenso con el dibujo de la calavera con los dos huesos cruzados. La leyenda “Danger Mines” advierte sobre la presencia de minas anti personales.
Se calcula que, durante el conflicto bélico, las fuerzas argentinas sembraron cerca de 16.000 minas en un centenar de campos que cubren 20 kilómetros cuadrados.
Son contados los días calurosos que permiten a los habitantes locales tirarse al sol y refrescarse en el mar, pero cuando llegan, ellos se acuerdan mal de los argentinos. La playa conocida como Yorke Bay, es aún hoy inaccesible. Por tratarse de un posible punto de desembarco inglés, las defensas criollas plagaron con minas sus blancas arenas.
--Realmente estremece su descripción tras recorrer los campos de batalla...
--Tuvimos la suerte de coincidir con un grupo de Veteranos de Guerra de San Luis. Ver a los excombatientes puntanos reconocer sus posiciones y escuchar de sus labios los testimonios directos de las batallas fue un momento único e irrepetible.
Resultó conmovedor recorrer con ellos el monte Longdon, donde se llevó a cabo la última guerra de trincheras del Siglo XX. En esa sola contienda cayeron 728 combatientes y fueron heridos 167 entre ambos bandos. Es un museo al aire libre donde aún están los rezagos de la guerra a la vista.
El espectáculo dantesco que se desarrolló en ese monte fue tal que, en sus manuales de instrucción, el Ejército británico define a esta contienda como “el ejemplo clásico del horror que representa la guerra para el combatiente”. Allí se combatió de noche, cuerpo a cuerpo y a punta de bayoneta.
Junio de 1982, colina de Tumbledown. En un momento de la batalla, y con los ingleses encima, el comandante del Batallón de Infantería 5, Carlos H. Robacio, ordena colocar los obuses a 90 grados y disparar al cielo. Los proyectiles que cayeran podían producir bajas propias, pero también de los ingleses. Imposible no estremecerse al imaginar esta escena.