Jorge Luis Borges y Malvinas: “Tener veinte años y pelear contra soldados profesionales es algo atroz, inconcebible”
"Los militares inventaron esta guerra para perpetuarse en el poder pensando que como Gran Bretaña está lejos no iba a venir a recuperarlas". Jorge Luis Borges y sus particulares reflexiones sobre la Guerra de Malvinas.
Mario Minervino / [email protected]
El escritor Jorge Luis Borges (1899-1986) escribió en 1982 uno de los poemas más sentidos relacionados con la Guerra de Malvinas. Lo tituló: Juan López y John Ward y forma parte de su último libro de poemas, Los Conjurados, publicado en 1985.
“El poema Juan López y John Ward lo di a conocer en 1982 y no pasó nada, aunque era peligroso hablar de ese modo. Pero como yo gozo de cierta impunidad, me deben haber visto como a un ser inofensivo”, comentó.
Ese mismo año el poema fue traducido al inglés y publicado por el periódico The Times. Borges se mostró feliz por esa situación. “Esperaba que este pequeño poema se leyera en inglés. Me parece una excelente oportunidad para decir en Inglaterra que no todos los argentinos son dementes. Que no somos cómplices”, comentó Borges.
También sobre la guerra escribió, en 1982, La Milonga del Muerto. “Esa milonga fue prohibida por el Gobierno militar y después la cantó un cantor de origen sirio-libanés llamado Falú. La Milonga del muerto la había titulado Milonga del soldado, pero ya estaba registrada y salió éste, que es mejor”.
Lo cierto es que Borges fue claro y contundente en su análisis sobre el conflicto, se horrorizó de una guerra tan desigual y visualizó la voluntad de los militares de buscar perpetuarse en el poder.
“La decisión de invadir las islas fue tomada por media docena de militares, posiblemente borrachos. No se consultó a nadie y nadie pensó que estábamos en guerra con Gran Bretaña. Los militares son tan torpes que inventaron esta guerra”, señaló. En ese sentido, calificó de “feliz” el resultado del enfrentamiento si se analiza que luego volvió la democracia.
“Si los militares hubieran ganado la guerra se hubiesen eternizado, serían héroes y tendríamos un régimen de aniversarios, estatuas ecuestres y de falta de libertad total. Creo que la guerra se hizo para eso. Y hasta me inclino a creer que vacilaron entre una guerra con Chile o con Inglaterra. Claro que como Inglaterra queda lejos pensaron que no iban a darse cuenta, que era la menos peligrosa. Fue, claro, un error de perspectiva. Pensaron que Inglaterra estaba muy lejos. Es natural. De hecho está al Norte, en otro hemisferio. Lejísimo. Es raro dejarse engañar así por la perspectiva", dijo.
Durante el conflicto, Borges habló con la periodista italiana Oriana Falacci, quien había entrevistado al presidente Leopoldo Galtieri. La mujer le confesó a Borges que Galtieri le mencionó que jamás pensó que la invasión iba a terminar en una guerra. Lo mismo le dijo el general Menéndez luego de rendirse.
“Esta guerra fue un absurdo, estoy atónico. Pero además tenemos un ejército que tiene 82 generales activos. Ni Rusia ni Estados Unidos tienen esa cantidad, es algo peligrosísimo”, detalló.
Los unos y los otros
Entrevistado por la televisión española TVE, Borges manifestó su tristeza por el conflicto y por la diferencia de preparación de ambos bandos.
“Mandaron a esos pobres muchachos de veinte años a morir al sur. Tener veinte años y pelear contra soldados veteranos es algo atroz, inconcebible. Solamente en el (Crucero) Belgrano murieron cientos. Claro que los militares dirán que al lado de los desaparecidos esa cifra no es nada, pero no creo que les convenga ese argumento".
También tildó de “ignorantes e incompetentes” a los militares. "Debieron consultar con un abogado antes de iniciar la guerra de Malvinas. Confundieron el derecho que asiste a la Argentina respecto de las islas con el derecho de invadirlas, y son dos cosas distintas. Pero además han llegado a no hablarse entre ellos durante la contienda, terminaron siendo mucho más peligrosos para nuestros compatriotas que para el enemigo: mientras se iba perdiendo la guerra, decían que se iba ganando”.
Borges tampoco se mantuvo indiferente a hechos ocurridos una vez terminado el conflicto. Por caso refirió una publicación de un diario norteamericano con una foto al general Jeremy Moore, Comandante de la Task Force, haciendo cola para conseguir empleo, y otra del general Menéndez de vacaciones en Mar del Plata. “El triunfador y el vencido en una paradoja absurda”, remarcó.
El mismo fastidio tuvo con la manera en que los militares reaccionaron luego de la derrota.
“Ellos inventaron esa guerra y la perdieron, pero fueron juzgados por otros militares que naturalmente tienen l’esprit du corps. La acusación es sobre su conducta “durante la invasión británica”. Entonces, ¿qué podemos esperar? No se los acusa de haber inventado una guerra y se habla de una invasión británica. Esto quiere decir que los jueces se parecen mucho a los inculpados. Hay demasiada gente implicada”.
El poema
Juan López y John Ward
Les tocó en suerte una época extraña.
El planeta había sido parcelado en
distintos países, cada uno provisto de lealtades,
de queridas memorias, de un pasado
sin duda heroico, de derechos, de agravios,
de una mitología peculiar, de próceres de
bronce, de aniversarios, de demagogos y de
símbolos. Esa división, cara a los cartógrafos,
auspiciaba las guerras.
López había nacido en la ciudad junto al
río inmóvil; Ward, en las afueras de la ciudad
por la que caminó Father Brown.
Había estudiado castellano para leer
el Quijote.
El otro profesaba el amor de Conrad, que
le había sido revelado en un aula
de la calle Viamonte.
Hubieran sido amigos, pero se vieron
una sola vez cara a cara, en unas
islas demasiado famosas, y cada
uno de los dos fue Caín,
y cada uno, Abel.
Los enterraron juntos. La nieve
y la corrupción los conocen.
El hecho que refiero pasó en
un tiempo que no podemos entender.
JL Borges
Milonga del muerto
Lo he soñado en esta casa
entre paredes y puertas.
Dios les permite a los hombres
soñar cosas que son ciertas.
Lo he soñado mar afuera
en unas islas glaciales.
Que nos digan lo demás
la tumba y los hospitales.
Una de tantas provincias
del interior fue su tierra.
(No conviene que se sepa
que muere gente en la guerra).
Lo sacaron del cuartel,
le pusieron en las manos
las armas y lo mandaron
a morir con sus hermanos.
Se obró con suma prudencia,
se habló de un modo prolijo.
Les entregaron a un tiempo
el rifle y el crucifijo.
Oyó las vanas arengas
de los vanos generales.
Vio lo que nunca había visto,
la sangre en los arenales.
Oyó vivas y oyó mueras,
oyó el clamor de la gente.
Él sólo quería saber
si era o si no era valiente.
Lo supo en aquel momento
en que le entraba la herida.
Se dijo No tuve miedo
Cuando lo dejó la vida.
(recitado)
Su muerte fue una secreta
victoria. Nadie se asombre
de que me dé envidia y pena
el destino de aquel hombre.