Bahía Blanca | Miércoles, 08 de mayo

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El calabozo de Canessa, otra curiosidad en La Carrindanga

Está en el kilómetro 15, poco antes de llegar al puente. Es parada y referencia de miles de bahienses, que lo han convertido en su faro de sus actividades físicas y recreacionales.

Al lugar se llega a través de un camino con una hilera de eucaliptos, recostada sobre el alambrado que da a La Carrindanga, junto con un conjunto de añejos tamariscos y pinos. / Fotos: Pablo Presti-La Nueva.
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Audionota: Romina Farías
Mario Minervino / mminervino@lanueva.com

   La construcción está allí. Quieta y enigmática. A la sombra de un árbol, vecina a un arbusto. La definición de tapera le calza justo: una habitación “abandonada, sucia y en mal estado de conservación”.

   Es otro de los condimentos atractivos para quienes transitan por el camino de La Carrindanga, en este caso ubicado a la altura del kilómetro 15, poco antes de llegar al puente Canessa, parada y referencia de miles de bahienses que lo han convertido en su faro de sus actividades físicas y recreacionales.

La modesta obra que referimos es vecina a la Escuela Rural Nº 51 Rafael Obligado y no deja de ser un objeto de curiosidad que, como corresponde, tiene su propia leyenda, que, a veces, es parte de un mito urbano y otras se acerca a la historia verdadera.

   Se llega a la obra a través de un camino con una hilera de eucaliptos, recostada sobre el alambrado que da a La Carrindanga, junto con un conjunto de añejos tamariscos y pinos.

   La modesta construcción —cerrada— arrastra la fama de haber sido un calabozo. Extraño destino, claro. En medio del campo, alejado de la ciudad. Sin embargo, los vecinos del lugar dan cuenta de ese uso.  

   Héctor Mariano de Uribe Echevarría, propietario de campos en la zona, refiere parte de esa historia.

   “La construcción es de la década del 20 o del 30, no tengo precisión pero es de esa época. Y estaba dentro de lo que era la estancia La María, de Canessa”, precisa.

   Juan Antonio Canessa (1869-1929) fue un destacado comerciante local, quien comenzó trabajando como dependiente en un almacén de ramos generales y terminó siendo empresario y  representante de la firma Ford.

   Canessa fue, además, concejal y titular de la empresa de telefonía La Bahiense.  

   En 1920 hizo construir su vivienda tipo petit hotel en Mitre 60, que se convirtió en un referente de la época y que, desde hace cinco décadas, ocupa la Cámara Federal de Apelaciones.

   Casado con María Arbuco, estableció su estancia en el kilómetro 20 de La Carrindanga, a la que llamó La María, en honor a su mujer.

   De principios del siglo XX data la construcción del puente metálico que lleva su nombre y sirve para salvar el arroyo Napostá, puente sobre el cual no se tiene certeza si fue construido por el propio Canessa, por Vialidad, la municipalidad o el Ferrocarril del Sud.

Juan A. Canessa también fue titular de la empresa de telefonía La Bahiense. 

   Retomando la historia de la solitaria construcción, De Uribe Echevarría refiere que se trata de un calabozo que hizo construir Canessa. La idea era retener, en el lugar, a quienes se dedicaban a robarle el ganado, hasta tanto los pudiese trasladar la policía.

   “Era un calabozo de campaña”, dice.

   “Había muchos cuatreros y Canessa lo hizo construir para retener a los que atrapara. Vecino a la obra había un pequeño potrero, donde dejaba el caballo el vigilante de la policía”, menciona.

   Al parecer Canessa jamás logró a atrapar a un cuatrero, con lo cual el calabozo nunca habría funcionado como tal.

La historia oculta de una puerta ausente

   La falta de la puerta, en la entrada al calabozo, tiene una historia particular.

   “Un invierno, el lugar fue ocupado por un linyera que hacía noche ahí”, relata De Uribe Echevarría.

   “Pero una vez quedó encerrado y no podía abrir la puerta. Se dice que durante tres días permaneció en esa situación, hasta que alguien escuchó su pedido de ayuda y derribó la puerta”, asegura.

   No es poca historia.

   Un calabozo de campaña, en La María, propiedad de Juan A. Canessa, cerca del puente, sobre La Carrindanga, en cercanías de la hondonada natural lugar, donde desde hace más de su siglo se plantea la idea de embalsar el Napostá.

   Un sitio bien propio, cargado de historia, identidad y tradición.