Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Calle Villarino, entre balcones al cielo, un triste recordatorio y el glamour del art decó

Un recorrido por una calle que permite descubrir decenas de detalles, de historias, de estilos, de curiosidades. Una manera distinta de caminar la ciudad, de ver aquello que no miramos, de asombrarnos de lo que siempre estuvo.

   Hay una ciudad que está escondida a la vista de todos. Que se descubre cuando se mira, cuando se abandona el ritmo del apuro al caminar y la mente y la mirada se concentran en ese arte inevitable que es la arquitectura, telón de fondo de las calles, manifestación de épocas y formas de sentir, con estilos, dibujos, sueños y frustraciones. Todo está ahí, materializado en piedra, con formas y molduras, son, escribió Jorge Luis Borges, parte de “las calles desganadas del barrio,/casi invisibles de habituales,/enternecidas de penumbra y de ocaso”

Balcones al cielo

   Cuatro cuadras de calle Villarino, entre Brown y Thompson. Un espacio que conforma un verdadero muestrario de formas, estilos, ausencias y curiosidades que se manifiesta a través de su arquitectura, de sus carteles y murales, de sus ausencias y presencias.

   Entre ellos asoman varias casonas “preparadas para altos”, testimonios de sueños incumplidos. Se las distingue por sus cornisas en exagerado voladizo, que simulan ser viseras que protegen al edificio del sol pero que en realidad refieren a una obra inconclusa, a una construcción jamás concretada, a un futuro balcó que nunca se pudo concretar.

   Es el elemento que se dejaba preparado para armar un futuro balcón, sin tener que romper lo ya construido, empotrados los perfiles de hierro volando hacia el frente.  El escritor Ezequiel Martínez Estrada los definió con precisión: “Las casas preparadas para altos tienen el balcón por cornisamiento. Es el balcón de una sala superior que todavía no existe, semejante al cuadrilátero de tierra que se deja para mejores tiempos al frente”, detalla.

   Viviendas pensadas en etapas, para cuando los recursos lo permitieran. Mientras tanto “ese trozo de segundo piso al frente, ese balcón al cielo, oprime con su peso inexistente la casa”. No deja de ser, escribió Estrada, “un piso imaginario; una aspiración”, pero también “un agujero en el que se van echando muchas cosas útiles a la vida para taparlo”. A veces esa planta alta se hacía realidad “y muchas veces hay que demoler la casa antes de que se los haya construido”. Ahí están entonces en este recorrido, aquí y allá, esperando un habitante que nunca llegó.

La casona en venta, los balcones al cielo jamás serán terminados

El estilo del glamour

   Pocos estilos más opacados que el art decó. Ignorado en los libros de historia de la arquitectura, contemporáneo de la arquitectura moderna que planteaba otro tipo de diseño, despojado de toda decoración.

   Fue el estilo de los años 30, sinónimo de glamour, de magia y de modernidad. Porque lo adoptó Miami para sus cines, casinos y hoteles, Hollywood para sus decorados y películas, Nueva York para sus rascacielos.

Líneas art decó, geometría y guardas.

   Accesible para su ejecución, sus líneas geométricas y su decoración de triángulos y guardas convertía a una modesta vivienda de barrio en una casa distinguida. Hoy el art decó maravilla y emociona.

   Estas cuadras de Villarino permiten descubrir varias piezas de este estilo, incluso algunas casas barco, resueltas con un diseño náutico, de líneas curvas y ventanas tipo escotillas. Se repiten y exigen que se las mire con detenimiento, sus puertas de hierro con líneas onduladas que son nubes y que son olas, sus molduras, sus abanicos superpuestos, sus bajorrelieves.

Casa barco, el estilo náutico propio del art decó.

Un montón de cosas

   Fuera de estas viviendas en particular, la calle ofrece un abanico de particularidades. La desnuda y vacía esquina de Brown y Villarino, un estacionamiento a nivel de piso en el sitio donde estuvo el majestuoso edificio construido en 1910 por la Unión Vasca, como sede social, y que terminó alojando a la escuela Normal, el lugar donde se formaban los maestros durante 50 años, hasta su dolida demolición en 1973.

   Se pueden ver un colorido mural de Albert Einstein con una frase que asegura que “los artistas serán los científicos del futuro”, un garaje inaccesible por una par de colchones donde duermen dos perros, una casa colonial con sus líneas heredadas del barroco, sus faroles de hierro, las cubiertas de tejas y las brillantes cerámicas, otra casa Tudor con un balcón cerrado y líneas góticas.

Casa neocolonial: tejas, blanco, cerámicas.

Un templo de líneas góticas

   Luego un murete sobre la línea municipal como parte de una casa chorizo donde funciona el sindicato de los municipales, un referencia histórica en el sitio donde fue asesinado el médico Felipe Glasman, un templo neogótico con su imponente vitral y sus arcos ojivales, retirado de la línea municipal, con portones de hierro y un aire de barrio inglés.

Muro sobre la línea municipal para una tradicional casa chorizo

   Un edificio en altura que genera un pequeño vacío en la esquina para ubicar allí un árbol. Todo hermanado por una calle, por la continuidad de sus veredas.

La esquina cedida a un árbol junto a un edificio en altura

  A cada paso, un nuevo detalle. Un cartel que detalla como abrir una puerta, una iglesia –Santa Teresita-- de inéditas líneas art decó y sus costados sin revocar.

La esquina de un asesinato impune

   Todo esto y algo más contienen estas cuadras, cuya calle se organiza en tres carriles, el de las bicicletas, el del estacionamiento vehicular, el de los coches. Además de o que queda por descubrir. Son partes de una ciudad que se forma con estratos de distintas épocas, que escribe, a partir de su arquitectura, una historia que permanece y se expresa. Que está ahí, escondida entre los árboles, manifestando su belleza, destilando sus años. Es sólo cuestión de saber mirar, de hacerlo con pausa y atención, con un poco de tiempo. “La vida, escribió John Lennon, es algo que nos ocurre mientras estamos ocupados en otras cosas”. Hay que asumir que siempre puede ser demasiado tarde.