Bahía Blanca | Lunes, 07 de julio

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La dificultad para respirar y la tos no pueden subestimarse

De no ser tratado puede convertirse en un verdadero problema a futuro, explicó el doctor Fernando Piumatti, jefe del servicio de Neumonología del Penna.

   La tos es uno de los síntomas clave del Covid-19 desde el inicio de la pandemia, debido a que es un virus principalmente respiratorio. 

   De hecho, era uno de los primeros en aparecer, alertando así a la mayor parte de los infectados de que podían estar contagiados.

   También era uno de los más leves y menos preocupantes ya que se manifestaba en forma de tos seca y desaparecía pasados unos días en la mayoría de los casos.

   Sin embargo, sí supone un gran problema en aquellos casos en los que no desaparece después de un largo periodo, como es el caso del 2,5% de las personas que han sufrido la enfermedad, que continúan tosiendo un año después de haberse infectado.

   Esa tos persistente, de no ser tratada a tiempo, puede convertirse en un verdadero problema a futuro, según explicó el doctor Fernando Piumatti, jefe del servicio de Neumonología del Hospital Interzonal Penna.

   “La tos persistente es un indicativo de que haga algo no está funcionando bien en el sistema respiratorio. Y a eso se suma la dificultad para respirar”, señaló el especialista bahiense.

   Precisamente, las lesiones por la infección viral pueden promover la fibrosis pulmonar en caso de que no sea tratada a tiempo. 

   “Si todo el proceso avanza, se pueden desarrollar anomalías compatibles con la enfermedad pulmonar intersticial, que va a repercutir en la capacidad pulmonar de esos pacientes”, añadió Piumatti.

¿Qué es?

   La explicación de la tos durante el Covid es que el cuerpo se está defendiendo de un patógeno externo y desconocido que lo amenaza. Al ser un virus respiratorio, éste afecta a nuestras fosas nasales y a nuestros pulmones y, por ende, al resto del sistema respiratorio.

   La tos no es ni más ni menos que la forma en la que nuestro cuerpo intenta defenderse y expulsar el virus, a través de la activación de un reflejo que se traduce en forma de tos. 

   El problema hoy es que muchas personas continúan con esa tos, aún después de mucho tiempo de haberse contagiado. 

   Y, ¿por qué la arrastramos aún después de habernos curado? Los expertos apuntan a la inflamación como principal causa y a la respuesta que da nuestro sistema ante ella.

   “Con la pandemia por el coronavirus, las personas han tenido inflamación en el organismo y han desarrollado fibrosis en el pulmón como secuela”, comentó la doctora Laura Pulido, de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria. 

   “Esos pacientes tienen generalmente dificultad para respirar o disnea con más frecuencia. También pueden tener tos seca como síntoma, aclaró.

   “Este nuevo estudio realizado en el Reino Unido pone la atención en la secuela de fibrosis tras el COVID, que debe tener un seguimiento médico y rehabilitación respiratoria. Generalmente el cuadro no progresa, pero sí necesita de tratamiento para los síntomas. Hay medicamentos en evaluación en ensayos clínicos”, agregó la experta.

¿Qué puede pasar?

   Precisamente, una investigación dirigida por científicos del Imperial College en el Reino Unido estimó que el 11% de los pacientes hospitalizados por esta enfermedad pueden desarrollar cicatrices pulmonares tras recuperarse del Covid. 

   El trabajo se hizo con 209 pacientes que habían sido dados de alta tras la hospitalización por eeste virus.

   En Bahía Blanca, según Piumatti, no hay estudios al respecto, ya que es muy difícil de dilucidar si una lesión en los pulmones de este tipo es producto del Covid o si ya era preexistente.

   Sin embargo, en el hospital interzonal Penna existe un porcentaje que oscila entre el 2 y el 3 por ciento con esta patología de lesión Intersticial. A esos pacientes se los sigue más de cerca.

   “Se están viendo algunos casos con enfermedades pulmonares intersticiales, que pueden ser residuales del Covid o bien ser causadas por una exposición ambiental o secundarias de otras enfermedades del tejido pulmonar. Pero muchas veces no podemos determinar fehacientemente la causa. Si ya era prexistente o si fue a causa del Covid”.

   La lesión se constata a través de una tomografía de tórax.

   “Se ve como un vidrio esmerilado. A partir de detectarla hay dos caminos: el organismo la cura por sí mismo o bien continúa hasta la cicatrización, derivando en una fibrosis pulmonar”. 

   Precisamente, una fibrosis provoca falta de aire, tos y disnea y repercute directamente en la oxigenación. 

   “Lo que se recomienda a personas que tienen dificultades para respirar o padecen tos recurrente, es que consulten a sus médicos, que seguramente le indicarán estudios de capacidad pulmonar y de imágenes”.

   Con esos estudios se puede determinar si hay chances de que el organismo repare esas lesiones por si solo o si necesitan algún tipo de tratamiento para evitar que se transforme en una fibrosis.

   “No se puede dar por sentado que el organismo la cure por si sola. Por lo tanto, no hay que perder mucho tiempo si estos síntomas se presentan de algún modo. La gran mayoría de los casos no requiere un tratamiento, pero siempre es recomendable estar completamente seguros de que esos síntomas no van a empeorar o agravar”, explicó Piumatti.

   Según afirmó Piumatti, la fibrosis es la respuesta exagerada del organismo ante una lesión, por lo que se debe evitar esa situación. 

   “Para algunas personas, estos patrones fibróticos pueden ser estables o resolverse con el tiempo, mientras que para otras pueden conducir a una progresión de la fibrosis pulmonar a más largo plazo, peor calidad de vida y menor esperanza de vida. La detección precoz de la progresión es esencial para mejorar los resultados”, añadió el facultativo.

Nueva ola de contagios

   El doctor Piumatti se refirió también a la alta tasa de contagios que se está observando en nuestra ciudad.

   “No se están viendo casos de gravedad, pero sí se observan muchísimas enfermedades de la vía respiratoria superior. Son casos de sinusitis, rinitis, congestión nasal, laringitis, tos, difonía. Y el clásico estado gripal fuerte, con malestar general”.

   Para el especialista, no fue un acierto dejar de testear.

   “No sabemos si hay nuevas cepas o variantes que están afectando ni tampoco si estamos por ingresar a una nueva ola de contagios”, opinó.

   Según su apreciación, la mayor prevención sigue y seguirá siendo la vacunación. 

   “Es el único remedio para paliar esta situación. Hay mucha gente que piensa que ésto ya pasó, y que le alcanzan con las dos dosis que recibió hasta el momento. Y no es así, el riesgo sigue estando latente. Si todos estamos vacunados, la enfermedad se va a propagar mucho menos y las nuevas variantes no tendrán muchas chances de hacerse masivas”. 

El Covid largo

   Los síntomas de Covid a menudo no terminan cuando las personas dan negativo, lo que generalmente ocurre después de unos 10 días. Estos pueden durar semanas, meses o más. 

   En uno de los últimos estudios sobre síntomas persistentes, investigadores en Escocia encuestaron a más de 31 000 personas que habían tenido infecciones sintomáticas y encontraron que el 42% informó que no se había recuperado por completo entre seis y 18 meses después de que comenzó la infección.

   Pero, ¿cuándo los síntomas continuos se convierten oficialmente en COVID largo, y cómo puede alguien saber si tiene una afección crónica o síntomas que desaparecerán con el tiempo?

   Esas son preguntas difíciles sin respuestas satisfactorias, explicó Michael VanElzakker, neurocientífico de la Escuela de Medicina de Harvard y del Hospital General de Massachusetts. 

   “Todavía queda una pregunta central: ¿Por qué algunas personas parecen recuperarse por completo y otras no?"”, señaló VanElzakker. 

   Precisamente, aunque ya se la conoce como Covid Larga, todavía no hay consenso médico sobre cómo se debe llamar la afección, qué síntomas abarca, cuánto tiempo debe estar enferma una persona antes de que se le diagnostique, o exactamente cuántas personas la experimentan.

   Los síntomas deben persistir durante al menos tres meses después de una infección por Covid probable o confirmada para cumplir con la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de una condición post-COVID. 

   Después de múltiples estudios profundos, todavía no está claro cuántas personas sufren síntomas a largo plazo, que son muy variados. 

   Un estudio realizado en Alemania identificó 96 síntomas potenciales y encontró muchos de ellos en personas que habían tenido infecciones previas. 

   Para los jóvenes, los síntomas más comunes incluyen fatiga, tos, dolor de garganta y pecho, dolor de cabeza, fiebre, dolor abdominal, ansiedad y depresión. Para los adultos, los síntomas continuos frecuentes incluyeron cambios en el olfato y el gusto, fiebre, dificultad para respirar, tos, dolor de garganta y pecho, pérdida de cabello, fatiga, agotamiento y dolor de cabeza.

   El estudio escocés consideró 26 síntomas persistentes, incluidos dolores de cabeza, pérdida del gusto y el olfato, cansancio, palpitaciones, estreñimiento, dificultad para respirar, dolor en las articulaciones, mareos y depresión. 
Mientras que el 42% de las personas en el estudio escocés tenían algunos síntomas persistentes, un 6% adicional dijo que no se había recuperado en absoluto. 

   Investigadores alemanes encontraron que los adultos, niños y adolescentes con una infección previa de Covid tenían aproximadamente un 30% más de probabilidades que las personas sin una prueba de Covid positiva de informar una nueva afección más de tres meses después de la infección. 

   La recomendación más importante para las personas que presenten algún tipo de síntoma es que acudan a un médico. 

   Algunos pacientes pueden, incluso, requerir algún tratamiento especializado o rehabilitación, por lo que es importante que sean valorados por un especialista.