Olimpo-Villa Mitre: ansiedad y optimismo, el clima en la previa del partido
La intimidad de los jugadores del aurinegro y del tricolor antes del desenlace principal. En el Carminatti y en El Fortín hubo apoyo de todos los allegados.
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En medio de un fuerte operativo de seguridad, comandado por el comisario José Luis Obechaka, los jugadores de Olimpo y Villa Mitre vivieron la previa con mucho optimismo, a la vez que se vieron algunos signos de ansiedad.
En el Carminatti, pasadas las 12.20, los jugadores empezaron a llegar de manera individual, con el bolsito de mano y saludando a cada uno de los presentes, entre ellos al infaltable Omar Schbib, quien fue tomando imágenes con su habitual puntualidad.
El primero en arribar fue Braian Guille, quien no quiso hablar en la previa, aunque puso como alegato que estaba citado antes del partido para entrenar.
"Hay que recuperar ritmo", dijo el delantero, quien se pierde este partido y la gran final por la expulsión sufrida ante Independiente de Chivilcoy.
En segundo lugar lo hizo el "Turquito" Ezequiel Ham, quien se mostró distendido, aunque los nervios corren por dentro.
Unos 15 efectivos policiales rodearon Colón y Ángel Brunel, pero las calles están cortadas en todo el perímetro.
Por Colón, viniendo desde el centro, los primeros hinchas en arribar fueron los de Villa Nocito, con la tradicional bandera y al grito de "vamos auriengro...".
La recorrida por Villa Mitre, en tanto, también contó con el color de una previa con muchos allegados.
Dirigentes, con el presidente Juan José Larroca a la cabeza -también estaban Gustavo Salazar y Martín Neumann, entre otros- se hicieron presente para apoyar al plantel, que a las 13.15 salió del estadio para llegar con tiempo al Carminatti.
"Estamos bien. Los jugadores llegan en un buen momento", dijo Carlos Mungo, quien salió un instante del vestuario para saludar y, de paso, fumarse un "puchito" para descargar tensiones.
También se prestó a sacarse fotos con los hinchas madrugadores, que llegaron hasta la puerta del vestuario.
El "Pipi" Echeverría empezó a cargar el equipaje, todo prolijamente ordenado para no dejar nada librado al azar.
El resto fue parte del decorado de una previa que se vivió con clima de clásico y mucho de ansiedad.