Bahía Blanca | Jueves, 26 de junio

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Alejandro Navallo: “En la dificultad siempre veo una oportunidad”

Frontal y sanguíneo, este profesor de educación física nunca ha dejado de lado su faceta formadora. De muy buenos equipos, pero también de muchas promesas individuales que, en varios casos, se convirtieron en grandes realidades.

Por Walter Gullaci [email protected]

   Alejandro Navallo asumió liderazgos dentro de una cancha en su época de basquetbolista y, luego, durante casi tres décadas en su rol de director técnico, uno de los de mayor jerarquía y prestigio a nivel local.

   Frontal y sanguíneo, este profesor de educación física nunca ha dejado de lado su faceta formadora. De muy buenos equipos, pero también de muchas promesas individuales que, en varios casos, se convirtieron en grandes realidades.

   Figura y capitán durante su paso por juveniles, una dura lesión de rodilla condicionaría su juego. Pero jamás su temperamento.

   Como él mismo asegura: “en la dificultad siempre veo una oportunidad”.

   Sin dudas, todo un luchador.

   Y no sólo en las canchas.



1. “Desde 1995 estoy en Bahiense del Norte. Hoy, te diría, hasta trabajando un poco más que los últimos años. A la mañana entreno a un par de chicos de Chile y a otro par de Bolivia. Les brindo la parte técnica. Una experiencia de alrededor de cuatro meses con ellos”.

2. “En pandemia, mediante el zoom, empecé por la tarde a trabajar tecnificación individual con los más chiquitos. Y, la verdad, me enamoré. Siempre trabajé en mini, pre mini, escuelita, en Estudiantes, Velocidad, Villa Mitre... Volví a las fuentes. En básquetbol como entrenador hice el jardín de infantes, la primaria, la secundaria… Ya con Bahiense, en el Federal, tuve algo parecido al profesionalismo, pero nunca me volvió loco eso de dirigir a otros niveles. ¡Mirá que me llegaron algunas ofertas! Pero no me sedujeron”.

3. “Como jugador, en Gimnasia de Comodoro Rivadavia tuve un paso bárbaro. Ascendimos y en la primera Liga corta, de 1990, nos fue muy bien. Como entrenador pude ir allá y también tuve un par de charlas con la gente de Peñarol de Mar del Plata, pero al final puse todo en la balanza y no existía una gran diferencia económica. Seguí como profesor de educación física en la Escuela 47, del barrio Pedro Pico, una escuela chiquita de la que me enamoré. Recién recibido pasé por la 8 y la 37”.

4. “Mucha gente me recuerda mis tiempos de juvenil, cuando incluso era capitán de las selecciones de Bahía. Suelen decirme que era un placer ver aquellos duelos apasionantes entre Pacífico y Estudiantes con Marcelo Richotti enfrente”.

5. “Me lesioné en Estudiantes de Olavarría, en el ’82. Ya estaba jugando de titular con Cabrera y Juan Carlos Merlini al lado. ¡Nada menos! Beto te miraba fijo si no se la dabas (risas). No los pude disfrutar a pleno porque fueron un par de partidos con ellos nada más”.

6. “Un año antes, en el ’81, que se jugaba el torneo local con un norteamericano, nosotros en Estudiantes con Kenneth Barnes y Olimpo con Elisha McSweeney, salí mejor jugador del certamen sacando los extranjeros, claro. Era un jugador de la escuela de Estudiantes, pero con un carácter picante. A veces me iba un poco con los jueces”.

7. “Por la lesión en la rodilla, pasé a pensar más, a pasar más la pelota. Yo no era un base pasador. Más bien, era goleador. Tenía mucha capacidad física. Casi que llegaba a volcar la pelota, con mucho salto. Me encantaba prenderme en el rebote. Entonces, cuando me rompí los ligamentos cruzados y los meniscos de la rodilla, tuve que reinventarme. Me operaron como lo hacían antes, con un mes de yeso, otro con muletas. Me pusieron como 25 puntos de sutura. Me quedó una artrosis fuerte, una flexión más corta. Pero en la dificultad siempre veo una oportunidad.”.

8. “A causa de la lesión me fui de Estudiantes. En aquel momento pensaba: ‘no me esperan, no me dan confianza’. Y hoy creo que era yo el que no ofrecía confianza. Del jugador que era a sufrir semejante lesión… Entonces apareció Villa Mitre y me recibió con los brazos abiertos. Por mi temperamento allí me sentí muy bien, protegido. En el ’87, cuando me casé, yo ya dirigía mini y premini en Villa Mitre. Los chicos y varios muchachos del club fueron a la Iglesia vestidos de Villa Mitre y me hicieron un cordón para entrar. Hermoso”.

9. “Dirigiendo a Bahiense jugué varias finales contra Villa Mitre en canchas repletas. Un club increíble. Allá fui compañero de Hernán (Montenegro), un monstruo total. A veces les cuento a los chicos lo que jugaba Hernán con sus 2 metros 7”.

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“Me encanta entrenar. En el día a día soy muy llevadero. Trato de aggiornarme a los nuevos tiempos. Me gusta ser creativo. Miro mucho la Euroliga, no así la NBA”.

11. “Dirijo U-17 y U-19. Cuando empecé en Bahiense tenía 32 años y dirigía a chicos de 17. Había una cercanía generacional. Claro, con el tiempo vos vas cumpliendo años y seguís dirigiendo a chicos de esa edad. Te vas aggiornando”.

12. “Hoy puedo decir que lo único que no negocio con mis jugadores es el compromiso de equipo que tienen que asumir. Me ha pasado con muchos, decirme: ‘no soy protagonista’. Entonces les digo: ‘comprate una raqueta y jugá al tenis’. Este es un deporte de equipo, donde todos los jugadores son protagonistas, en especial en defensa. Suelo mirar situaciones que no se ven en la planilla. Las cortinas, el pase, el tipo que defiende a todo el mundo. Tengo un jugador, Marcos Fernández, que no es ofensivo. No lo siente. Pero dámelo siempre. Bahiense, dicen, ataca con cuatro. Sí, pero el otro equipo también ataca con cuatro, porque Marcos a uno te lo va a anular. Te agarra diez rebotes, te hace el balance, te cortina”.

13. “Al Pollo Morán lo tuve en pre mini en Olimpo. Y ya lo agarré en Bahiense en su etapa final. Todo el mundo me decía ‘se va a retirar en Olimpo’. Un día el papá se me acercó al banco y me preguntó: ‘¿qué tenés vos con el Pollo?’. Nada, lo amo, le respondí. ‘Porque él se quiere retirar con vos en Bahiense del Norte’, me dijo. Y así fue. En su despedida, el Pollo se refirió a mi destacándome como persona. Fue un regalo. Lo disfruté mucho”.

14. “Mi mujer Sandra y mis hijas María Sol y María Belén son mi sostén (se emociona). Ellas me han hecho mucho mejor. Con Sandra, una bellísima persona y muy buena madre, hace 40 años que estamos juntos. Siempre me acompañó en todo. Sol trabaja en un hostel en Brasil, en Isla Grande. No hay autos, no hay calles… Y Belén es más Navallito. Es comunicadora social. Las dos tienen su temperamento. No me salieron para el lado del deporte”.

15. “A Beto Cabrera, a Lito Fruet y a Raúl López, que es el padrino de María Sol, siempre los pongo de ejemplo. Eran los primeros en llegar y los últimos en irse de los entrenamientos. A veces les pregunto a los chicos: ¿por qué no te quedas un rato a tirar al aro? Si sos tirador, quedate un rato más a tirar. ¿Qué pasa que no se quedan? Por eso, entre otras cosas, aquellos tipos marcaron diferencia. Beto me decía: ‘hombre, pensá’. Tenía razón”.

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