Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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No pudo atajar en la Primera de Liniers y hoy es campeón de salvamento deportivo

El bahiense Franco Vergara es preparador físico, guardavidas y paramédico. Una historia de superación y de sacrificio por el prójimo.

Puños apretados y el desahogo de Franco Vergara tras ganar la medalla de oro en la última prueba. Fotos: gentileza Franco Vergara.

Por Ricardo Sbrana - rsbrana@lanueva.com

   “Acá se dice `socorrismo' y en Argentina es `guardavidas´”, comienza la charla con Franco Vergara, un bahiense que transita una carrera destacada en Barcelona como guardavidas y quien ganó recientemente medallas en el Mundial de Salvamento Deportivo que se realizó en Riccione, Italia.

   Practica una disciplina ligada al ámbito de los guardavidas profesionales, actividad de realiza en las playas de Barcelona, donde reside desde hace nueve años.

   Franco, licenciado en Educación Física, compitió en la categoría Máster (40 a 44 años) en representación de la Asociación Socorrista Playas Barcelona Ciudad. En pruebas individuales y de equipo junto Luis Rosarno y Marcelo Imperiale, compañeros de salvamento.

   Cómo llegó al "socorrismo", a Barcelona, y en definitiva a ganar medallas en un mundial de la disciplina, son parte de una historia de superación de Franco (40), un sacrificado por el prójimo.

Ser o no ser...

   El fútbol enganchó a Franco con el deporte. Empezó como arquero en Pacífico y a los 12 cambió a Liniers en busca la soñada oportunidad en primera división.

   "Siendo arquero tuve la mala o buena suerte de haber tenido adelante al Cabezón Echeverría, un histórico e inamovible del arco de Liniers. No pude llegar a cumplir el sueño de jugar en Primera. Llegué hasta titular en Reserva y algún que otro partido en el banco de Primera. Así como yo, varios arqueros de esos años pasamos de largo y nadie tocó el arco", recordó, sin imaginar lo que esa frustración significaría años más tarde.

   Cerró esa etapa y se fue a estudiar Educación Física a La Plata. A medida que avanzó con la licenciatura despertó una vocación. Quiso iniciar el curso de guardavidas, pero tampoco pudo cumplir el objetivo en ese momento por la necesidad de repartir tiempo entre trabajo y completar la carrera.

   "Después de recibirme volví a Bahía, con 27 años. Trabajé en Liniers con las inferiores, donde lo tuve a Lautaro Martínez con 13 o 14 años. Fue muy lindo verlo llegar y triunfar por televisión. Luego de esa etapa estuve como preparador físico del plantel de primera de básquet de 9 de Julio, dirigido por Emiliano Roldán. También trabajé en Pacífico con Martín Ipucha cuando ascendió a Primera después de diez años. Todos lindos logros de mi etapa laboral como profe", recordó.

Pura vocación 

   En la siguiente etapa de su vida y tras un año de convivencia en nuestra ciudad con su novia catalana, decidió emigrar a Barcelona.

   "En el primer año de residencia mandé a homologar mi titulo de profe. También aproveché para hacer, por fin, el curso de socorrista o guardavidas. En ese 2015 entré como socorrista a la temporada de playa en Barcelona. Tuve muchísima suerte, la verdad que fue una prueba bastante complicada. Y ese primer año de trabajo me cambió la vida", reconoció Franco.

   "Hasta ese momento yo quería ser profe de Educación Física, dar clases, estar como preparador físico de algún club... Sin embargo, de repente, trabajando como socorrista, tuve alguna que otra situación donde una persona se estaba por ahogar. Lógicamente hubo que entrar al agua y ese momento la adrenalina que te invade es impresionante. Sacar a una persona implica que tu propia vida también está en riesgo, porque no sabés con qué te vas a encontrar. Y cuando saqué a la persona y me agradeció, me invadió una sensación tan bonita de haber ayudado y de haber salvado una vida que me generó algo muy fuerte internamente", explicó.

   "Una parte de mí empezó a buscar más sobre eso. Terminé siendo profe de lo que es el grado medio-superior de salvamento acá en Barcelona. Y me saqué también el título de Técnico en Emergencias Sanitarias, que sería como un paramédico de las ambulancias de Barcelona. Me dí cuenta lo que es entrar en situación de adrenalina, de rescatar, salvar... Y en la parte de ambulancias eso es muy parecido", agregó.

   "El socorrismo me despertó eso de estar al servicio y poder ayudar a alguien. El grupo de playa, de mis compañeros, es un gran grupo. Ellos me fueron metiendo en el mundo del salvamento deportivo, que de alguna manera formaba parte del entrenamiento porque se trata de correr, hacer tabla. Así empecé a entrenar con ellos, me fue bien, saqué la licencia deportiva y comencé a competir en Catalunya y también a nivel nacional, ganando varias medallas. De hecho soy el campeón de España en cuatro pruebas sobre un total de diez desde 2018 al presente", contó.

   "Además como descubrí la veta de ser socorrista, estoy preparándome para ser bombero en Barcelona. Acá es un cargo publico y es muy difícil entrar. Tengo que estudiar muchísimo y prepararme físicamente. Me piden un nivel alto de catalán. Pero ser bombero es un sueño. Tiene todo: requiere estar bien físicamente, entrenar y la parte de rescatar", dijo.

Camino a las medallas

   Tras ganar rodaje en la competencia interna, decidió que este año era el momento para aprovechar la cercanía con Italia y probarse en el Mundial de Salvamento Deportivo. Lo hizo como exponente de la asociación catalana.

   "No tuve la oportunidad de representar a un club argentino. En el próximo mundial, si todo sale bien, me gustaría ver qué posibilidades tengo de estar en un club de mi país. Es mi mayor ilusión. Esta vez fui al mundial representando a mi club actual y estoy súper contento", afirmó.

   "Lo vi como un desafío muy grande y me lo tomé muy en serio y con mucho respeto. Comencé a hacer dieta, entrené durante cuatro meses con un preparador físico de alto rendimiento llamado Javier Carballo y con un nutricionista argentino llamado Gustavo Esteban, quien trabaja para las inferiores de Boca y la selección argentina de remo. Gracias a esa preparación pude vivir los mejores tres días del año en el Mundial y ganar una medalla de oro, una de plata y dos bronces", dijo.

   El mundial contempla pruebas tanto en pileta como en playa, escenario más familiar para Franco y donde finalmente participó.

   "Son alrededor de doce pruebas sea en playa o pileta. En este caso, me presenté en siete de esas doce de playa. Y de esas siete, en cuatro saqué medalla. En la que saqué la medalla de oro pasé a ser el campeón de esa categoría o disciplina. Dentro de lo que es el salvamento deportivo, no es poca cosa", consideró.

   Algunas de las competencias en playa consisten en pruebas con una tabla de salvamento (más grande que una de surf), carreras individuales de distancia, de ir en busca del compañero como si fuese un rescate y de posta con los compañeros.

   "Algunas pruebas están efectivamente relacionadas al rescate. Otras tienen que ver con resistencia y potencia. Otra es nadar a mar abierto, unos quinientos metros. Y después hay otras competencias puntuales que son sobre la arena como el sprint individual o sprint con posta junto con los compañeros”, explicó.

   Y en una de esas que ponen a prueba la resistencia y potencia fue que este bahiense ganó la medalla de oro. Las claves: talento, preparación, hambre deportivo y... Un plus que nunca hubiera imaginado.

   "La prueba de las banderas fue la más divertida. Como el juego de la silla. En series de 16 participantes, comenzamos todos boca abajo en la arena, uno al lado de otro y de espaldas a las banderas con veinte metros de distancia hacia ellas. A la orden, había que levantarse, correr y llegar primero a la tomar el testigo, que se llama `bandera´. Así se fueron eliminando competidores. Es una prueba de resistencia que tiene mucha explosividad y estrategia, porque uno va notando quién es el rápido, quien no, vas estudiando a tus rivales", recordó.

   Así llegó a la final contra un atleta olímpico marroquí Yahya Berrabah.

   "El preparador físico me había entrenado para dar el máximo en cada levantada. Venía de entrenar ochenta y cuatro levantadas, mientras que en la competencia me tuve que levantar unas veinte veces. Yo veía que al principio el marroquí descontaba mucho. Cuando estuvo fresco de piernas me ganó siempre. No lo tenía cerca pero veía por el refilo del ojo que era el rival a vencer.

   Llegaba antes a las banderas. Y sabía de antemano que había participado en Juegos Olímpicos en pruebas de salto en largo, con marca de 8m40s. Sabía correr", recordó Franco.

   "Es una particularidad de la prueba saber tirarse unos dos o tres metros antes hacia la bandera. Pero pude notar que él no se tiraba. Era su punto débil. Ahí sentí que había encontrado su talón de Aquiles. También noté que en un momento había perdido explosividad. Y yo, gracias al entrenador que tuve, hice la primera tirada tan entero como en la última. Cuando llegué a la final, decidí que tenía que levantarme lo más rápido posible, correr y jugarme a tirarme antes que él. Cuando reaccionó y se tiró, fue tarde", recordó.

   "Voy a recordar de por vida esta final porque fue muy estudiada. Creo que tuve que aplicar los conocimientos de 12 años de arquero en Pacífico y Liniers. Me dijeron que por medir 1m85 me levantaba muy rápido del piso, gracias a la memoria motriz que me dejó ser arquero. Y tirarme hacia adelante para las banderas tiene mucho que ver con cómo caer y saltar, con gestos técnicos aprendidos en mi etapa de arquero. No pude ser arquero de Liniers, pero me permitió llegar a una final y ser campeón del mundo", concluyó.