Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

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El manejo de la lapicera para 2023 patea las definiciones

La columna semanal de nuestro corresponsal en la capital de la provincia.

   Se sabe que los llamados años electorales se caracterizan por la poca actividad parlamentaria, pero este año ha sido la excepción. En la provincia, la Legislatura se reunió en escasas oportunidades. Por caso el Senado celebró días atrás su quinta sesión ordinaria, promediando el año y con la mira puesta ya en la discusión por el Presupuesto 2023 y las leyes impositivas. 

   Tampoco se trataron temas de mayor relevancia. La Cámara alta bonaerense logró aprobar unos diez pliegos de funcionarios judiciales, y rellenó la sesión con homenajes, y diversos proyectos de declaración que a estas alturas, rebasan los archivos digitales. 

   Lo mismo ocurre en la Cámara de Diputados, donde tampoco se logró avanzar en algunas ideas que en su momento planteó la administración del gobernador Axel Kicillof, como la reforma a la llamada Ley BAPRO (régimen jubilatorio de los empleados del Banco Provincia), porque terminaron cayendo por el precipicio de la grieta. 

   En líneas generales, la preocupación de la dirigencia política pasa por las elecciones del año que viene, aunque se lo nieguen a quien quiera escuchar. 

   La marcha de la economía tras la salida de la pandemia y los vaivenes del Gobierno nacional lograron dejar en segundo plano la escena bonaerense, pero eso no quiere decir que no sea una preocupación diaria de sus dirigentes. 

   En público todos coinciden en que lo principal es lograr salir de la crisis inflacionaria, y transitar con la mayor tranquilidad posible estos meses que quedan hasta las elecciones, para no producir mayores daños en la ya delicada situación económica. 

   En privado también todos coinciden, oficialistas del Frente de Todos y opositores de Juntos, en que lo que se define en estos meses que quedan del año, y principio del que viene, es la lucha por el poder “real”. Es quién se quedará con la botonera de las decisiones a partir del 2023.  

   Es que la inflación en alimentos parece imparable  y agrava la coyuntura económica y el malhumor social por su impacto en los bolsillos populares y en paralelo, con la evolución de la pobreza. 

   El escenario actual asoma desfavorable para el Frente de Todos de cara a las elecciones presidenciales. Y, por eso, la estrategia en términos electorales pasa por retener la gobernación de calle 6 en territorio bonaerense. 

   Distintos referentes del aparato peronista tradicional destacan la decisión política de Kicillof por poner de pie la política de infraestructura a todos los municipios de la provincia de Buenos Aires. La proyección de obras públicas, además, promueve la creación de puestos de empleo. 

   "La Provincia es el motor productivo del país", destacan en virtud de la trascendencia de consolidar un trabajo en conjunto con el sector industrial que permita dar pasos firmes con el objetivo puesto en mejorar las condiciones de los actores que intervienen en el proceso productivo. 

   Asimismo reflejan también que el “compromiso con la educación pública es absoluto y no queda solo en discursos, sino que se traduce en inversiones y nuevas obras de infraestructura escolar en los 135 municipios”. El propio Kicillof se encarga de apuntarle a la anterior gestión de María Eugenia Vidal por no terminar las obras escolares ya iniciadas. 

   Por todo este contexto político económico, el expresidente Mauricio Macri decidió que esperará hasta el año que viene para decidir si compite o no por su autodenominado “segundo tiempo”. Y emulando a su antiguo jefe, el alcalde de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta también definió con su equipo porteño que lo mejor será esperar a que pase el verano para anunciar lo que ya todos intuyen, que será candidato presidencial por el faro opositor. 

   Está claro que lo que no quieren es poner el carro delante del caballo, y hacer como que no es un tema que los preocupe, aunque sea lo único que los desvela. Creen que el horno no está para bollos, que la sociedad, preocupada en temas más sensibles como los sueldos que no les alcanza para todo el mes, o la inseguridad que no da tregua, no les perdonaría la frivolidad de hablar de candidaturas en este contexto. Y razón no les falta. 

    Quienes no pierden tiempo en su propio posicionamiento, son los radicales Facundo Manes y Martín Lousteu, que decidieron caminar juntos en un ciclo de charlas por todas las universidades del país. 

   Una movida que apunta a un público históricamente afín al radicalismo, que en los últimos años volcó sus preferencias por el kirchnerismo, sobre todo luego de las presidencias de Cristina Fernández. 

   Pero también es un desafío en voz baja hacia el titular de la UCR nacional, Gerardo Morales, que hace un tiempo decidió cruzar los límites de la provincia de Buenos Aires, de la mano de muchos dirigentes ligados al possismo, sector que curiosamente enfrentó a Manes de la mano de Lousteau en las últimas elecciones internas del radicalismo bonaerense. Las vueltas de la política. 

   Es que a pesar de sus pretensiones nacionales, muchos radicales creen que los esfuerzos del neurocirujano deberían estar al servicio del armado bonaerense. No ven la posibilidad de que Manes pueda encarar un proyecto protagónico, y creen que el lugar que les va a tocar será, en el  mejor de los casos, de segunda guitarra. Y usar a Manes de segunda guitarra sería, creen, un desperdicio. 

   “Él (en referencia a Manes) se lanzó a la política acá, en la Provincia, y sin tener la estructura del PRO les sacamos el 40  %  de los votos. Hoy estamos seguros que con él de candidato nos podemos quedar con la Provincia”, especula y se ilusiona un boina blanca con más de una batalla encima. 

   Para mejorar las chances radicales debería darse un golpe de escena y la jubilación anticipada de varios dirigentes que la grieta mantiene en juego, insisten en las diagonales.