Horacio Alva: en aulas argentinas, desde Salta hasta Tierra del Fuego
El autor de Pulpino, y de tantos otros cuentos infantiles que siembran en los niños y niñas el hábito de la lectura, visitó más de 150 escuelas y jardines del país, primero de forma presencial y ahora, a través de la virtualidad.
Anahí González Pau
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Horacio Alva, escritor de 21 cuentos infantiles y dos novelas para adultos está convencido de que, a veces, las cosas más bellas en la vida suceden sin ser proyectadas.
Así nació su acercamiento a la literatura infantil, hoy su principal inspiración, fuente laboral y lo que le permite llegar con sus letras a más de 150 escuelas y jardines para compartir su obra desde Salta hasta Tierra del Fuego.
“El hecho de ser papá, de compartir libros con mi hijo -Sacha, hoy de 30 años y Profesor de Letras- y de trabajar en ese momento en una librería hizo que mi curiosidad me llevase a indagar ese género que me cautivó de inmediato”, contó.
El autor, rodeado de sus creaciones.
Pulpino, uno de los personajes infantiles más queridos y aclamados, nació en 2004 y desde entonces la repercusión fue en aumento.
Los docentes leían sus cuentos y lo invitaban a compartirlos con sus alumnos.
“Comenzaron a convocarme de jardines y escuelas de Bahía Blanca y la región. Fue algo que no imaginé, algo maravilloso. Me sentí muy sorprendido y halagado al ver lo que sucedía”, expresó.
Niños y niñas de todo el país trabajan con sus cuentos en el aula.
Casi de inmediato, en 2005, comenzó a trabajar junto al área de Cultura de Cooperativa Obrera con el proyecto La Coope y Horacio te cuentan un cuento.
Creció de tal manera que, antes de la pandemia, en 2019, recorrieron cerca de 11 mil km pasando por aulas con distintas realidades. Actualmente, el proyecto continúa de manera virtual.
“Estamos felices de la cantidad de escuelas que siguen sumándose: desde Salta hasta Tierra del Fuego. Disfruto muchísimo del contacto con mis lectores: niños y adultos”, expresó.
Para el autor, el acercamiento de los niños a la lectura comienza en cada hogar y continúa en el jardín y la escuela, donde los adultos deben contagiar este hábito.
“Conocí, en estos años, cientos de docentes comprometidas con esa función. Es motivador para continuar escribiendo y visitar establecimientos educativos, así como bibliotecas”, sostuvo.
Un grato recuerdo de 2019: charla en el Instituto de Formación Docente de Guatraché (La Pampa)
Alva aborda temas muy comprometidos con el desarrollo humano, el autoconocimiento, el respeto hacia los mayores, los miedos, los cuidados.
En El viejo y el dragón, explora temas como el amor, la libertad y la comprensión y la necesidad de soltar y “dejar ir”. En El gato naranja, descubre ante los lectores la maravilla de la singularidad y originalidad, en cada ser. En Bartolo, el Yacaré, explora los miedos y brinda una mirada sobre la necesidad de cuidar el ambiente y la naturaleza.
Los protagonistas de las historia casi siempre son animales.
--¿Qué es lo que más moviliza o asombra a los niños que leen tus cuentos?
--Generalmente, les sorprende que un autor los visite en su escuela ya que, previamente, existe un proyecto de los docentes que trabajaron con mis cuentos y eso, les genera expectativa.
Los asombra cuando les cuento que mis personajes, en su mayoría, están inspirados en la vida diaria, en cosas sencillas, en el saber escuchar y observar los pequeños detalles que la vida nos ofrece cada día y muchas veces no los vemos por andar distraídos.
Creo que para escribir hay que aprender a ser primero buen observador.
Ian, alumno y lector de la Escuela Nº 2 de Punta Alta con el libro "Aquí no hay elefantes, señor cazador"
Contacto: [email protected] o [email protected]. Facebook/horacio.alva.10
--¿Qué aporta un libro que no brinda una tablet?
-- Creo que el libro papel tiene una magia propia: desde su olor, al contacto que hacemos visualmente y a través de las manos.
Sin embargo, no debemos enfrentarlo al libro digital sino tener claro que ambos formatos pueden convivir y nos pueden llevar por caminos distintos al objetivo de disfrutar de la lectura.
Contacto: [email protected] y en Facebook: horacio.alva.10
Allí, es importante que los adultos asumamos la responsabilidad de ser facilitadores y crear ese puente entre niños y libros más allá del soporte.
--Casi todos tus cuentos tienen animales como protagonistas ¿Por qué?
--Es una pregunta que casi siempre me realizan en las escuelas. Mi respuesta es que desde niño siento un profundo amor y respeto por los animales. De hecho, creo que deberíamos imitarlos en muchos aspectos para mejorarnos como especie.
Al margen de eso, claro, me parece sumamente divertido atribuir características humanas a los animales: que se enamoren, que hablen o actúen o reaccionen como las personas. También me ilusiono al creer que de esa manera, al elegir protagonistas animales en mis cuentos, aporto un granito de arena y genero empatía hacia ellos.
--¿Quiénes son tus autores favoritos infanto-juveniles?
--Entre los que me gustan, de toda la vida, sin dudas está Horacio Quiroga y sus increíbles cuentos. A su vez hay libros que me marcaron en la adolescencia para toda la vida: El Principito es uno y el otro, Ilusiones, de Richard Bach, las poesías de Machado y Benedetti.
Siendo adulto me enamoré de autores como García Márquez, Hemingway, Kundera, Gautier, Bradbury, los cuentos de Borges (Ficciones) y últimamente he leído a un autor japonés que me encantó: Genki Kawamura.
--¿Recordás especialmente algunos cuentos o autores de tu niñez?
--Sí, sí, claro. El cuento que más recuerdo de mi infancia es El soldadito de plomo. Teníamos una edición en mi casa, con bellas ilustraciones y la recorría una y otra vez e imaginaba posibles finales y nuevas aventuras para aquel soldadito tan particular. Mi mamá era muy lectora y además me cautivaba con relatos de su niñez y del pueblo donde nació.
--¿Cuándo se unieron el camino laboral con el de la escritura?
--Desde pequeño siempre soñé con hacer de la escritura mi medio de vida, de que fuese más que un simple hobby. A medida que fui creciendo, la mantuve viva y trabajé en pos de esa ilusión.
Alva. "Tal vez el problema es más simple de lo que uno cree: hay construidos mas muros que puentes a lo largo y ancho del mundo".
La vida me llevó a estar en lugares que nunca imaginé y tan disímiles entre sí como en la comodidad y seguridad de una oficina o trabajar en un barco en el sur, con temperaturas bajo cero.
Todas las experiencias me enriquecieron para luego volcarlas en historias, personajes, etc. Creo que la vida está allá afuera y disfruto de cada vivencia sabiendo que luego se convierten en fuente de inspiración, semilla para futuros relatos.
La vida es corta, pasa velozmente y considero que arriesgarse por lo que uno cree y no quedarse dormido en una zona cómoda, es una bella manera de honrar nuestro breve paso por el planeta”
Los primeros cuentos se animó a ilustrarlos, pero luego de un tiempo le dio un giro a la estética de sus libros. Entonces, Roxana Comerón, ilustró varios de sus cuentos y luego Mariana Comesatti, quien trabaja en ello desde hace varios años. “Ambas son excelentes ilustradoras, amigas y bellas personas. Eso hace que el trabajo fluya con una energía armoniosa y que además, me sienta muy cómodo”, dijo.
Entre otras cosas, Alva ama la fotografía, la luna y los gatos. Tiene dos que rescató de la calle y que son sus maestros zen: Odiseo y Odín.
"En mis cuentos busco la emoción del lector, la misma que siento al escribir. Si genero ese puente, ese vínculo, me siento inmensamente feliz", concluyó.