Nació en La Habana pero se siente tan bahiense como los cubanitos
Si lo escuchás hablar te das cuenta al toque que es caribeño. Optimista y extrovertido, se casó con una bahiense, es docente de matemáticas y se anima a la conducción.
Por Franco Pignol
“Yo soy el poeta de la rumba/ soy danzón, el eco de mi tambor/ soy la misión de mi raíz/la historia de mi solar/ soy la vida que se va/, soy los colores del mazo de collares para que mi raíz no muera/yo soy ají, yo soy picante…” (así comienza el tema “Ampárame”, de la histórica orquesta de timba cubana “Los Van Van”).
Yuniell Michell Guerra Fonseca nació un 25 de diciembre de 1982 en La Habana (Cuba), precisamente en la Barriada de Lawton, en el municipio 10 de Octubre. Sin embargo, la ilusión de una vida compartida con una bahiense lo fue arrimando hacia nuestra ciudad hasta que finalmente aquí se quedó.
Extrovertido pero respetuoso, su hablar es firme y maneja un volumen alto. Esa característica la comparte con sus compatriotas, como un rasgo cultural que los identifica (“son ají, son picante”). Esa manera de comunicarse que nosotros notamos exagerada es lo que también nos sorprende y nos encanta. Y es una de las cosas que Yunniel más extraña.
Pero volvamos a su vida en la isla. Allí trabajaba de profesor de matemáticas y computación y a su vez también le dedicaba horas a lo que ellos llaman “turismo receptivo” en una empresa de viajes. En uno de esos trabajos conoció a una turista muy especial.
“Era guía de turismo de grupos de habla hispana. Un día conocí a una chica, Gabriela es su nombre, residente acá en la ciudad, y luego de insistir mucho por parte de ella (Jajaja, ¡mentira!, fue por parte mía) decidimos ser amigos y luego algo así como novios. Parte del noviazgo lo hicimos mediante correos electrónicos y llamadas carísimas. Un día, quisimos ir un poco más allá y decidimos probar que pasaba estando más tiempo juntos. En esta parte debo dar gracias a mis suegros y a Rubén Melatini, que fueron un gran apoyo en ese momento”.
Los cubanos y los argentinos nos parecemos mucho, aunque no lo crean, la creatividad, la nostalgia, la pasión. Yo me considero un bahiense que nació en Cuba".
“Luego la vida fue llevándonos por otro rumbo. Fue mucho papeleo, mucho dinero en trámites, autorizaciones de allá, sellos de acá, pero la realidad en 90 días estábamos casados y viviendo juntos hasta el día de hoy. Fue culturalmente complicado al principio, pero dio resultado”, detalló Yunniel.
—La mezcla de blancos y negros resultó un intercambio cultural interesantísimo que dio resultados muy particulares en Cuba, como por ejemplo, la cantidad de santos que integran sus creencias. ¿Cómo te llevas con la religión?
—Vengo de una familia muy creyente. Es curiosa la religión en Cuba, pues los ‘santos’ como le llamamos en Cuba, son el producto de la unión de santos españoles y africanos. A este fenómeno se le llamo “sincretismo”. Los españoles le prohibían a los esclavos africanos adorar a las deidades de su continente por considerarlas paganas, pero los esclavos escondían sus “santos” detrás de los santos católicos, formándose así la religión “afrocubana”, donde adoramos a santos católicos y africanos a la vez. Ejemplo de esto es la Patrona de Cuba, la Virgen de la Caridad del Cobre o Oshun. La cultura cubana se forma a partir de este suceso, de la unión de blancos y negros.
Tranquilamente Bahía Blanca puede ser un polo gastronómico en Argentina porque hay de todo para explotar".
—¿En quién creés vos personalmente?
—En la religión afrocubana y en los santos católicos. Venero en gran medida a mis protectores Chango “El Patrón del Fuego y el Rayo” (que en la religión católica los sincretizamos con Santa Bárbara) y Elegua “El que abre los Caminos”. Acá en Argentina, soy muy devoto de San Expedito, un santo muy protector.
Lo agarramos "Con las manos en la masa"
Actualmente Yunniel, a quien sus amigos bahienses lo apodaron cariñosamente “Chocolate”, imparte clases de matemática, computación y análisis matemático en varios centros educativos de la ciudad, desde nivel primario hasta en la universidad. Pero también conduce y produce varios proyectos audivisuales como el envío gastronómico “Con las manos en la masa” o “Sabor”. Todas sus producciones las podés encontrar en su canal de YouTube “Chocolate Producciones Digital.
—¿Cómo te trata el bahiense?
—Siempre me recibió de la mejor forma, aún estando en Cuba, mucho antes de pensar en venirme a la Argentina, ya había guiado grupos de agencias de viaje de la ciudad. Desde ese mismo instante los bahienses me adoptaron. Es más, la primera vez que tomé mate fue en Cuba y ahora soy adicto al mate.
“Hoy luego de casi de 10 años de haber llegado acá me considero un bahiense más. Las personas son agradables y atentas, creo que cuando le brindas cariño y una sonrisa, las personas te devuelven lo mismo, siempre `se recibe lo que se da’.
—¿Qué es lo que más te gusta de Bahía?
—Su gente que, aunque parezca lejana es muy cálida y siempre tiene un tema de conversación. La gastronomía también. Tranquilamente Bahía Blanca puede ser un polo gastronómico en Argentina porque hay de todo para explotar: pescado por estar cerca del mar, vinos de calidad con viñedos muy cerca de la ciudad donde se puede hacer turismo rural; ganaderos y agricultores trabajando para brindarnos la mejor carne argentina y los mejores productos, hay mucho alimento en Argentina y es algo que deberíamos valorar. Bahía Blanca no es solo Polo Petroquímico, en mi visión hay mucho para hacer y por hacer. Solo hay que difundir sus potencialidades.
“También me gusta mucho caminar por Alem, ver a las personas charlando en las veredas, algunas te saludan, otras solo te miran, pero se ve que Bahía es una ciudad tranquila (el clima es lo que menos me gusta jaja)”.
—¿Qué es lo que más extrañas?
—Extraño, la música, la gente, la playa, la comida, el malecón, el ron, a mis amigos, eso se extraña mucho, pasa que, aunque hablemos todos castellano los argentinos y cubanos, los códigos de comunicación son diferentes, los cubanos nos entendemos de otro modo, parece que nos gritamos cuando hablamos, pero no, solo somos pasionales, en eso nos parecemos a los argentinos, extraño esos códigos, pero regresaría siempre a Bahía Blanca.
“Muchas veces me pasa que estoy afuera viajando y digo… ‘tengo ganas de volver a casa’, pero no por Cuba, sino por Argentina. Creo que se puede extrañar dos lugares a la vez, hay lugares que calan hondo, uno de esos es Bahía Blanca. Los cubanos y los argentinos nos parecemos mucho, aunque no lo crean, la creatividad, la viveza criolla, la nostalgia, la pasión, todo eso nos identifica de igual modo. Yo me considero un bahiense que nació en Cuba.
—Si te nombro a la rumba ¿qué recuerdos se te vienen a la mente?
—Es mi casa, es el olor a frijoles negros del domingo, es un juego de domino con amigos, es mi abuelo Eloy bailando con unos tragos de más. Decir “rumba” es caminar por las calles de la Habana con sus edificios a “medio caerse” o “medio levantarse”, es recordar mi juventud bailando en los Carnavales de la Habana, en pleno Malecón en la Comparsa “La Giraldilla”, donde baile por años.
“‘Rumba’ son los solares o conventillos como se conocen acá. Recuerdo gratamente la rumba, cuando cortaban la electricidad en 1994 por largos periodos, donde que más podíamos hacer que bailar y tocábamos rumba con baldes y cajones. Cuando me dicen ‘rumba’, pienso en las mulatas cubanas, bailando al ritmo de los tambores, pienso en alegría, en encuentro, en religión, en las fiestas religiosas donde se comía y se bebía sin pensar que iba a pasar mañana.