Bahía Blanca | Domingo, 28 de abril

Bahía Blanca | Domingo, 28 de abril

Bahía Blanca | Domingo, 28 de abril

​​​​​Escenario político: Gay tomó partido en la interna del Pro

Todo se encamina a que la figura amarilla en la provincia de Buenos Aires sea Diego Santilli, hombre de Rodríguez Larreta, lo cual postergaría las aspiraciones de Jorge Macri. Cuál es el compromiso en favor de los intendentes que apoyan esta opción. Vidal, con un pie y medio fuera de la competencia bonaerense.

Larreta (al centro) y Santilli (atrás a la derecha) con intendentes del Pro, sin Jorge Macri.

Maximiliano Allica / mallica@lanueva.com

   La foto no deja margen a dobles interpretaciones. En la interna para determinar quién llevará la bandera amarilla en estas elecciones en la provincia de Buenos Aires, si el larretista Diego Santilli o el intendente de Vicente López, Jorge Macri, el jefe comunal de Bahía Blanca ya tomó partido.

   La foto del lunes a la noche de un grupo de intendentes bonaerenses del Pro junto a Santilli y Rodríguez Larreta, excluyendo al vicentelopense, fue el mensaje. A ellos se sumó de manera virtual María Eugenia Vidal, la única que podría reclamar el puesto 1 sin que nadie se lo discuta aunque, orgánica a su jefe Larreta, estaría preparando sus cañones para competir en la Capital, incluso si eso implica un cruce interno con Patricia Bullrich y Mauricio Macri, sostenedor en Provincia de su primo Jorge.

   Las internas se están cocinando a fuego cada vez más fuerte de cara al cierre de listas del 24 de julio. De hecho esta imagen con Santilli de Héctor Gay, el marplatense Guillermo Montenegro y el platense Julio Garro, entre otros, podría derivar en cortocircuitos dentro del Grupo Dorrego, integrado por intendentes del Pro que promueven fortalecer a los jefes territoriales de la Provincia frente a los avances de figuras no bonaerenses.

   ¿Cómo se explica que esos mismos intendentes que exigen mayor grado de decisión dentro de la PBA acepten que el jefe de Gobierno porteño imponga a sus alfiles? Va más allá de eso. Los participantes de esa foto blanquean así que reconocen el liderazgo nacional de Larreta con miras a 2023, por sobre el expresidente.

   A cambio, reclaman mayor participación en un proyecto provincial futuro. Y, en lo inmediato, se aseguran la lapicera al momento de seleccionar a los candidatos amarillos para legisladores y concejales. Sin intervenciones.

   La idea es impedir que desde la casa central del Pro, por ejemplo, se ordene la inclusión de dirigentes foráneos en las listas. Un exponente de esas prácticas es el actual diputado Néstor Résico, que entró quinto en la boleta de la Sexta Sección de Cambiemos en 2017. Oriundo de Morón, es un hombre muy cercano al exintendente Ramiro Tagliaferro, padre de los hijos de Vidal. En ese momento los armadores seccionales no podían decir que no.

   Esos enjuagues no han sido exclusivos de un solo espacio político, el Frente Para la Victoria también había colado entre los senadores de la Sexta a un desconocido en la región como Juan Manuel Pignocco en 2015. Ahora, en los campamentos del Pro quieren cerrar esas puertas con doble candado.

   El fortalecimiento de las posiciones de los alcaldes larretistas, en el caso de Gay, también le permitiría conversar desde otra altura con eventuales contendientes locales que adscriban a la línea macrista-bullrichista. Por lo pronto hay una vertiente regional en ese sentido, encabezada por el puntaltense Gustavo Bellozas y el dorreguense Jorge Srodek, pero aún nadie asomó la cabeza para defender los porotos del expresidente y la exministra en Bahía.


Facundo Manes y Emiliano Alvarez Porte

   Aclaración importante: todo lo dicho refiere de manera exclusiva a la interna del Pro, no al global de Juntos por el Cambio, que es un universo aún más complejo. Todavía la coalición no definió sus reglas de juego para estas elecciones, aquellas que establecen las condiciones para las competencias internas en las PASO. A grandes rasgos las posibilidades son dos, favorecer que los socios de la alianza se midan en primarias o dificultar ese camino. 

   Lo primero requiere que el umbral de votos exigido en las primarias para ingresar en la lista final sea bajo. Es decir, si el Pro, la UCR, la Coalición Cívica y el Peronismo Republicano van a internas en un distrito, cualquiera que logre un piso del 20-25% de todos los votos de JxC podrá ubicar candidatos propios en la lista general de noviembre. Si ese piso mínimo es más alto, del 30%, a los espacios minoritarios se los desestimula a competir porque de no alcanzar el número se quedan afuera, entonces les conviene aceptar de antemano el lugar que les asignen quienes tienen mayor peso territorial.

   En el fondo, todos quieren acordar. El sistema PASO demostró que es una buena herramienta para el amague, hacer creer que se puede ir por fuera para negociar un mejor acuerdo por dentro. El desgaste de competir entre propios se puede pagar muy caro cuando llegan las generales. Pregúntenle a Aníbal Fernández.

   En el tramo de diputados nacionales, donde hay 35 bancas en juego y JxC podría conseguir al menos 12 (en un escenario conservador), hay lugar para que en una lista única ingresen con comodidad Santilli, el radical Facundo Manes, Lilita Carrió, Miguel Pichetto y la bullrichista Florencia Arietto. Incluso Jorge Macri o un subrogante, si acepta encolumnarse. 

   Eso sí, una eventual PASO serviría para medir las fuerzas de cada partido dentro de la coalición y empezar a proyectar 2023. La UCR, la CC y el Peronismo Republicano se quejan mucho de los vedettismos del Pro, pero los dirigentes mejor parados siguen siendo los amarillos. Al menos hasta que se demuestre lo contrario.

   De la existencia o no de competencia arriba, dependerá la competencia abajo. Por ejemplo, si Manes encabeza una lista radical propia, obliga a los radicales de cada distrito a defender los colores, aun cuando el panorama en Bahía no sea el más auspicioso contra el Pro. En esa circunstancia, Emiliano Alvarez Porte podría ser la cara, aunque no habría que descartar a nadie, tampoco al possista Martín Salaberry. Están en conversaciones.

   En diputados provinciales, en la Sexta la coalición pone en juego 6 bancas, 4 de las cuales son del Pro (Santiago Nardelli, Rosío Antinori, Laura Aprile y el mencionado Résico) y las otras 2 de la UCR (Emiliano Balbín y Anahí Bilbao). Si la expectativa es renovar la misma cantidad de escaños deberán mostrar una generosidad muy grande para incluir a lilitos y pichettistas en los puestos a salir, por no mencionar las aspiraciones de los margaritos de Stolbizer y los libertarios de Espert, que están coqueteando con ingresar a JxC. 

   Nardelli no puede reelegir por cumplir dos mandatos consecutivos y Résico deberá buscarse su camino en otro lado. Sin embargo, no significa que esos huecos deriven en concesiones partidarias. Siempre está la opción de compensar a los excluidos con cargos en algún ejecutivo.

   En cuanto a los concejales, la aspiración de Juntos por el Cambio es renovar las 6 bancas que se vencen este año o incluso ganar alguna más, ya que en 2019 lograron meter 7 ediles. Si hay internas todos contra todos, será lo que digan las urnas. Si hay acuerdo, habrá que jugar al ajedrez.

   En principio, en Alsina 65 consideran que en una lista de unidad los casilleros se completarían casi calcados a lo ocurrido hace dos años. Primero, segundo y tercer lugar para el Pro, cuarto y quinto para UCR y Coalición Cívica, sexto y séptimo para el Pro.

   Gay ya tiene los nombres de su espacio en la cabeza, pero no los piensa soltar, al menos hasta no saber si habrá internas contra otros partidos. Las opciones para liderar el tramo de concejal, el que más mira el jefe comunal porque la punta baja de la boleta tracciona un poco más que el corte de diputados provinciales que va al medio, no son muchas. En los pasillos, las apuestas se inclinan por un varón integrante del gabinete. Los más arriesgados mencionan a Adrián Jouglard.


Alberto Fernández y Victoria Tolosa Paz

   En el Frente de Todos, al tratarse del oficialismo nacional y provincial, no hay mucho lugar para primarias. Todo se resolverá a partir de acuerdos entre los principales referentes: los albertistas, que son pocos pero existen, los kicillofistas, los camporistas, los massistas, los gremialistas y una cadena de etcéteras.

   El primer punto relevante será resolver quién encabeza la lista de diputados nacionales por la provincia de Buenos Aires. Las últimas versiones hablan de Victoria Tolosa Paz, concejal platense, exprecandidata a intendente en la capital provincial y pareja de Pepe Albistur, el amigo de Alberto Fernández que le presta un departamento en Puerto Madero. 

   Tolosa Paz representaría una cara más o menos fresca en comparación con otras figuras que se mencionan. Su desventaja es el bajo nivel de conocimiento fuera de su distrito, aunque si la elección se vuelve a polarizar y termina siendo marca contra marca, léase Frente de Todos versus Juntos por el Cambio, la persona que encabece tendrá un peso relativo porque quizás la campaña la terminen haciendo los tanques.

   Al pensar en nombres con más conocimiento, surgen como opciones el exgobernador Daniel Scioli y el ministro bonaerense de Seguridad, Sergio Berni. Expresan perfiles distintos entre sí y muy diferentes al de Tolosa, integrante de esa buena intención denominada Mesa contra el Hambre.

   Scioli suena más a pasado que a futuro, pero su discurso moderado podría ayudar a encontrar lo que ambas coaliciones necesitan: atraer votos del centro. Si se elige esta alternativa, una complicación será gestionar el discurso sobre la herencia en la Provincia. El gobernador Kicillof no pierde oportunidad para criticar a la administración de Vidal, pero cualquier bonaerense sabe que los desastres empezaron mucho antes y nadie puede soslayar los 8 años sciolistas.

   Berni sería un candidato más disruptivo. Lo entretenido allí pasaría por ver cómo acomodan el discurso, y las sonrisas para la foto, algunos candidatos seccionales y municipales de perfil "progre". Más de un posible postulante en Bahía cruza los dedos para que no elijan a "Rambo".