Bahía Blanca | Jueves, 03 de julio

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“A Roberto lo querían en todos lados, era buen tipo y un ser humano sensacional”

Raúl Daniel Schmidt y José Ramón Palacio siguen si poder creer que Depietri ya no esté en este mundo. “Se nos fue un amigo de la vida, el hermanito menor”, recordaron el “Ruso” y el “Gallego”. El “Dipi”, el 10, el último ídolo genuino del club Olimpo, falleció el viernes 4 de este mes a causa del COVID.

Los tres mosqueteros: Palacio, Schmidt y Depietri. Un trío inolvidable. Fotos: Archivo-La Nueva.

Por Sergio Daniel Peyssé [email protected] y [email protected]

Instagram: @sergiopeysse

Twitter: @elpeche1973

   “Se nos fue un amigo de la vida, el hermanito menor. Pasan los días y seguimos sin poder creer que no esté, que no lo podamos llamar y que no lo veamos más en el lugar donde nos solíamos encontrar”.

   Con la emoción a flor de piel y el alma hecha pedazos, Raúl Daniel Schmidt y José Ramón Palacio recordaron a su gran compañero de aventuras dentro y fuera de la cancha, a Roberto Andrés Depietri, el último ídolo genuino del club Olimpo, fallecido el viernes 4 de este mes a causa del COVID.

   Lejos del sensacionalismo y comprendiendo el dolor de esa generación de jugadores aurinegros que en la década del '80 fueron compañeros del “Dipi”, la nota con el “Ruso” y el “Gallego” estuvo apuntada, más que nada, a las dos características salientes del 10: su sensibilidad humana y su alegría permanente.

   Como si el destino estuviese marcado, Roberto falleció el mismo día que se cumplieron 32 años del primer ascenso olimpiense al Nacional B, el 4 de junio de 1989, en San Juan, donde “Ringo”, como lo apodaban en su Darwin (Río Negro) natal, fue la figura de un conjunto aurinegro que perdió 2-1, pero que consiguió subir de categoría (además de haberse consagrado campeón del torneo Regional) gracias a que, en Bahía y en el cotejo de ida, había ganado 3-1.

   Depietri, volante exquisito, elegante y dueño de un estilo muy particular, jugaba por izquierda pero a su vez se convertía, cuantas veces quería, en un enganche natural del equipo. Un falso 9, definición que está tan de moda en el fútbol nuestro de cada día.

   Llegó a Olimpo a los 12 años y debutó en Primera a los 16, consiguiendo 7 títulos consecutivos de la Liga del Sur entre 1982 y 1988.

   Con 98 goles es el tercer goleador histórico del club donde se formó, detrás de Schmidt (188 conquistas) y Lorenzo Ceballos (117).

   Dicho esto, era el momento de que hablen sus socios futbolísticos, sus amigos íntimos, siempre respetando los silencios, el llanto muchas veces inesperado y las voces entrecortadas de esos dos jugadores que también ganaron todo con Olimpo: el 9 suarense y el “Gaita”, el goleador y el hacedor, el “doctor del área” y el wing demoledor que tiraba centros perfectos con cualquiera de sus piernas.

   Una sola pregunta para tres referencias: ¿como era “Rober”, dentro del campo de juego, en el vestuario con el plantel y en la vida con su familia y amigos?

   No solo eso: también le pedí a Raúl y a José una buena anécdota del “Gringo” o “peine”, como lo llamaban los más íntimos en el mundo olimpiense.

   Empezó el “Ruso”, tratando de recomponer el ánimo más allá de aclarar que nunca más, y pase lo que pase, se va a olvidar de lo que fue Depietri, “un ser humano de bien y un amigo de fierro”.

   “Un volante excelente, con el que me entendía con solo mirarlo. Una seña o un gesto alcanzaban para que Roberto ponga esas pelotas al vacío con un sello de calidad y jerarquía. Olimpo siempre conformó equipos competitivos con jugadores de altísimo nivel, pero Roberto era distinto, por su inteligencia y su fineza para tratar el balón”.

   Había más: “Era un volante o delantero que podía jugar de 10 o de 9. Muchas veces se metía al área y era yo el que se tenía que tirar atrás para que él quede mano a mano con el arquero rival. Tenía panorama y una claridad conceptual del juego envidiable. Tocaba de primera con precisión y era buen definidor. ¿De qué jugaba? Era una especie de 9 retrasado, pero muy directo para atacar y con mucha llegada”.

   Raúl sabía que Roberto no tenía marca, pero con su talento en la zona de gestacion era suficiente. Su calidad, su habilidad y esa astucia inusitada para romper esquemas de todo tipo hicieron que distintos equipos pongan los ojos en él.

   En 1989 lo contrató Gimnasia La Plata y después siguió su carrera en Toluca de Méjico (1990-1995), Talleres de Córdoba (1994-1995), Pumas de la UNAM (1995-1996), Unión SF (1996) y Olimpo, antes del retiro en 1997.

   “Roberto se complementaba muy bien con los delanteros, y atrás siempre tenía volantes centrales que marcaban en los espacios que él dejaba libres cada vez que se adelantaba. Miguel Suárez, Lemme, Rotondi y Fredes, por citar algunos, supieron jugar al lado de un pibe que era un fenómeno y al que no se le podía decir nada porque hacía todo bien”, destacó el artillero surgido en Boca de Suárez.

   Palacio no necesitó pensar demasiado para admitir que “fue un gusto y un placer haber compartido tantos equipos campeones con él”.

   “Como jugador es lo que dicen todos: exquisito, elegante, inteligente y con una pegada sensacional. Su prestancia era admirable; cuando asomaba del túnel despertaba un `seguro que este la rompe toda´ entre los rivales. Y no se equivocaban, porque Roberto era distinto a todos. Tuve la suerte de conocerlo cuando debutó a los 16 años, y en ese momento ya vislumbraba ser un jugador con todas las letras”, señaló José.

   —Te pregunto lo mismo que al “Ruso”: ¿de qué jugaba?

   —Como entendía el juego podía desempeñarse en cualquier puesto. Era muy perspicaz para habilitar a los delanteros y para meter pelotas a espaldas de los marcadores de punta. ¡Si he disfrutado de sus asistencias! Nos entendíamos con una mirada; era simple para jugar y sabía explotar los espacios que dejaban los rivales.

“Según como se perfilaba, sabía lo que iba a hacer. Daba gusto verlo con la 10 en la espalda, le rendía tributo constante a ese número y a esa camiseta. El que lo conoció siempre ha escuchado elogios para Roberto, un tipo querido en cada uno de los lugares por donde pasó”.

 

El líder de la risa

   “En el vestuario era un personaje sin igual”, coincidieron, al unísono, Raúl y el “Pala” al momento de definir a Roberto en la vida misma, en el camarín, en un viaje, en una concentración o en el entrenamiento mismo, cuando llegaba ese tiempito de relajación y las “cargadas” de siempre.

   “Vivía hinchando las que ya sabés y no se tomaba nada a la tremenda. A veces, antes de una final, cuando estábamos por salir a la cancha, contaba algún chiste o recordaba alguna anécdota para descomprimir las tensiones y calmar los nervios. Tomaba los consejos de los más grandes y tenía mucha ascendencia sobre los más chicos”, lo recordó el “Ruso”.

   “Eso sí, cuando empezaba el partido se quería comer crudo a los rivales, como cualquiera de nosotros. Jugaba con una sonrisa; disfrutaba del fútbol de una manera distinta a todos”, acotó el romperedes que también defendió los colores de Villa Mitre y Tiro Federal en el ámbito local.

   José asegura que Roberto tenía mucho que ver con la buena onda que se respiraba en el grupo.

   “Roberto era el líder de las jodas, estaba siempre pensando en molestar o en `gastar´ a alguien. Era especial para poner apodos y, pese a que durante muchos años fue el más chico del plantel, se hacía querer. En los viajes hacía reír hasta los colectiveros, que muchas veces ni siquiera conocíamos”.

   Siguió argumentando sobre el tema: “Tenía mucha personalidad afuera de la cancha. Era buen compañero y se ponía a la par de los más grandes para ir a `pelear´ los premios. Era emprendedor, con carácter y muy claro cuando tenía que dar un mensaje frente al plantel. Muy ubicado para manejar las situaciones, dentro y fuera de la cancha. Era medido y simple; un verdadero crack”.

   El “Gallego no pudo con su genio y pidió contar la primera de las dos anécdotas que tenía preparadas.

   “Cuando teníamos por delante un viaje largo, por lo general a otra provincia, salíamos el viernes a la noche si el partido era el domingo. Llegábamos el sábado, hacíamos una práctica liviana e informal y después el picado, donde toda la delegación (jugadores, cuerpo técnico y auxiliares) estaba obligada a participar. Un equipo era `Los Matadores´ y el otro `Los Trituradores´. Eran partidos que empezaban suavecitos, pero como siempre se apostaba algo, indefectiblemente se terminaban picando”.

   “Yo atajaba en uno de los equipos (`me decían Arconada, arquero español de aquella época´) donde el doctor Rafti (Alfredo) era el primer central. Tenía un duelo personal con Daniel Florit, el 9 de los contrarios. Eran tardes intensas, pero la pasábamos realmente bien”.

Antes del adiós definitivo, junto a Gerardo Solana. Nacional B con Olimpo.

 

   “Después de cada picadito, Roberto se encerraba dos horas en su habitación a escribir el comentario del partido, con puntajes para todos. Antes de la cena pegaba el papel con la crónica en el ascensor y todos estábamos esperando ese momento para ir a ver que había puesto de cada uno. Siempre calificaba con un 2 a Rafti, quien más de una vez se terminó enojando con el supuesto periodista disfrazado de jugador. Lo tenía de punto pobre `Doc´. Así era Roberto”.

   Raúl, escuchando con atención, indicó que Roberto era “muy reservado con su familia directa”, pero de fierro con los amigos que supo cosechar.

   “Ayudaba a todo el mundo, se preocupaba por irte a visitar o te decía de verte en tal lugar. Si te veía mal te preguntaba si te pasaba algo, y le tenías que contestar porque te atormentaba a preguntas y llamados telefónicos. Una persona generosa, bondadosa y muy solidaria”, lo definió el “Ruso”.

   Y copiando a su ladero de ofensiva, también se refirió a algunos hechos puntuales que pintaban al “Dipi” de cuerpo entero.

   “En el partido de vuelta frente a Boca (por la Liguilla Prelibertadores, en mayo de 1986) salimos del vestuario rumbo al túnel y Roberto empezó a hacer preguntas que no tenían nada que ver con el partido, como si el que venía era un encuentro más. Todos estábamos metidos, concentrados y con la adrenalina en la garganta, pero él repetía una y otra vez: `tranquilos muchachos, disfrutemos, es fútbol, y para ganar tenemos que ser mejores que ellos´. En ese aspecto también era un fuera de serie”, deslizó Schmidt.

   “El grupo de Olimpo era noble, con buena gente, con jugadores que tiraban parejo para el mismo lado. Si alguien sacaba los pies del plato lo ubicábamos enseguida, pero no había roces ni momentos ingratos más allá del que podía generar alguna derrota”, subrayó.

   —¿Algo más de Roberto?

   —Uhhh, hay tantooo... En los hoteles, cuando nos teníamos que retirar, a veces te ponía un toallón o una sábana en el bolso sin que te des cuenta. Cuando pasábamos por la conserjería, le avisaban al delegado (que siempre era un dirigente) sobre el faltante y todos nos teníamos que poner a revisar nuestras pertenencias. El que se sorprendía con una sábana o un toallón dentro de su bolso enseguida se la agarraba con Roberto o el `Corto´ Mansilla, su socio ideal para las maldades”.

 

“Rober siempre presente”

   Así se llama ahora el grupo de WhatsApp con los jugadores que pasaron por Olimpo en la década del `80 y que tenía a Roberto como administrador.

   “Siempre se denominó `Campeones´, pero ahora es `Rober siempre presente´, adelantó Palacio, quien prosiguió: “es un ídolo de Olimpo y tiene merecido todos los homenajes que le están haciendo y le pueden llegar a hacer”.

   “Cómo habrá sido de duro el golpe que, cuando falleció Roberto, el grupo se enmudeció. Mandaban diez mil boludeces por día, y la mayoría llegaban desde el celular de Rober. Era especial para los memes; hasta un día apareció un cantante con mi cara. Hacia reír a todos, y gracias a él el grupo se potenció, para bien, en plena pandemia”.

   —Cambió todo.

   —Sí, es terrible todo esto. En el grupo lo estamos esperando. Creemos que se fue a Buenos Aires o a Méjico a hacer algún trámite, y que va a volver. Lo estamos esperando.

   “La vida es así, te presenta estos golpes bajos que no lográs entender. Lo vamos a recordar por siempre, al igual que todo aquel que lo conoció, porque Roberto era querido en todos lados. Dejó una huella como persona, como jugador, como amigo y como líder. Con nuestro grupo tenía un gran sentido de pertenencia; eramos sus amigos y ese compromiso con los demás lo demostraba todos los días. A veces te llamaba para decirte alguna pavadita, pero hoy, que ya no está, te das cuenta que esa pavadita era una muestra de cariño y de afecto. Fue un hombre feliz, que vivió con intensidad y placer”.

Con Cheiles y Pedrito Chertudi, puntero derecho que se inició en Liniers y también pasó por Bella Vista.

 

   “Con él disfrute muchísimo y eso es lo que me voy a llevar. Hay un montón de vivencias, anécdotas e historias por contar, y eso es lo que nos mantendrá vivos de acá en más. Será difícil de olvidar. Lo quería mucho...”, señaló Palacio antes de estallar en llanto.

   “Es más, en el grupo ya habíamos dicho que cuando se calme toda esta pandemia nos íbamos a juntar a comer un asado, y Roberto ya estaba organizando, como siempre lo hacía”, interrunpió el “Ruso” a tiempo

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La anécdota del “Ruso”

 

   * “Antes que nada debo reconocer que no siempre Roberto era el precursor de alguna historieta de humor, aunque sino era protagonista, era participe directo o secundario.”, señaló el “Ruso”.

   * “En el caso de los `Maleteros´, él era el que acaparaba la atención. En un hotel de Mendoza, en 1987, el día anterior a enfrentar a San Martín, un grupo de jugadores estábamos sentados en la vereda, y entre ellos Roberto. En eso llega un taxi con dos mujeres hermosas y muy bien arregladas, y Roberto corrió a abrirles la puerta para que bajen. `Hola, bienvenidas´, se presentó, haciéndose pasar por el maletero del lugar”.

   * “Ingresó al hotel con las valijas de las señoritas y preguntó a qué piso las tenía que llevar. En eso interrumpió el DT, Eduardo Grispo, quien le dijo: `¿qué está haciendo?´, como retándolo y desafiándolo a que la termine con tantas pavadas. Roberto, con elegancia y un gesto de hombre sorprendido, se desentendió de Eduardo; hizo como que no lo conocía y siguió adelante con su cometido. En definitiva, provocó la risa del entrenador y se fue charlando en compañía de las mujeres”.

   * “La historia de los maleteros surgió con el `Corto´Mansilla, otro que jodía todo el tiempo. Pero Roberto se tomaba el personaje en serio, a veces hasta se ponía gorra y guantes. Con la ropa de Olimpo, por lo general gris o negra, pasaba desapercibido, sobre todo si no percibian el escudo del club en el buzo. Cuando quería, Roberto era un dandy”.


La anécdota del “Gallego”

 

   “Cuando llegaba algún refuerzo nuevo y en esa semana teníamos que viajar, al lugar donde sea, Roberto se convertía en el relator estrella. En el hotel, en su habitación y con el teléfono, armaba una radio de fantasía. Daniel Florit era el operador y yo el comentarista. Hacíamos de cuenta que era una transmisión de fútbol, y llamaba al jugador en cuestión para hacerle una nota”.

   “Siempre se presentaba como el relator de LTV de la ciudad donde estábamos. La entrevista arrancaba bien y después se desmadraba, por supuesto haciendo calentar al entrevistado. Por lo general pasaba, le salía bien, se la “comían” todos. Algunos llegaban a la cena y comentaban: `me hicieron una nota y me preguntaron tal cosa´, mientras nosotros nos reíamos porque todos estábamos al tanto de la chanza. Pero una vez uno de los refuerzos se enojó; se calentó mal...”

   “Daniel Ronco, cuando llegó desde Argentino Oeste de San Nicolás, fue víctima del relator estrella. En una comida, comentó: `me hicieron una nota y el periodista se pasó de vivo, me hizo calentar´ En ese preciso momento, Roberto escupió la comida, se tentó de risa y Ronco se dio cuenta. ¡La moto que se agarró!. Le dijo de todo, se levantó de la mesa y se fue a su habitación. A las horas o al día siguiente estaba todo más que bien, como pasaba siempre”.

 

La pelota, según Depietri (video)

 

   En el documental “La Pelota”, creado, editado y puesto en escena por el productor bahiense Raúl Papalardo, el ex Olimpo Roberto Depietri argumentaba: “la esencia del fútbol es la misma en todos lados, pero hoy falta amor por la pelota, por lo amateur, por ese juego que surge en los clubes de barrios o en un potrero de una ciudad o un pueblo”.

   Sus frases más significantes:

   * “La pelota iguala a las condiciones sociales. La memoria es selectiva y los mejores recuerdos están asociados con la infancia, cuando uno jugaba mejor a la pelota en canchas improvisadas y en partidos informales”.

   * “Antes y ahora, siempre hubo buenos jugadores. El fútbol actual es más técnico, tremendamente resultadista; se quiere todo rápido y a cualquier costo. No se respetan los procesos, no se espera a nadie, y la crisis social afecta directamente a lo futbolístico, en cualquier parte del mundo aunque no de la misma manera en un lado que en otro”.

   * “La pelota me ayudó desde muy chico. Cuando llegué a Bahía desde Darwin, a los 12 años, era muy tímido y me costaba relacionarme. El hecho de jugar a la pelota me salvó. Como jugaba bien, me incorporé a Olimpo, aunque también tenía ciertas ventajas en la escuela, entre mis compañeros y con los chicos de otros cursos. Jugar bien a la pelota te permite entrar más rápido en los grupos”.

   * “Teniendo en cuenta las clases sociales, las nacionalidades y las culturas, hoy el fútbol, con la difusión que tiene, debería ser mejor aprovechado para causas nobles. Hay mucho para agradecerle a la pelota. El profesionalismo, con todo lo malo que es, todavía no pudo quebrar ese sentimiento bohemio y deportivo que despierta la pelota”.

 

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Encuentros disputó Depietri en Olimpo. Marcó 98 tantos y es el tercer goleador histórico de la institución, detrás del “Ruso” Schmidt (188 conquistas) y Lorenzo Ceballos (117).

 

Sus equipos en Olimpo: ¿qué año y torneo fue?