Imposible detectar al Conqueror en las profundidades
Charlas con el sobreviviente Nilo Navas.
Por Walter Gullaci
Los movimientos sigilosos del submarino nuclear Conqueror presagiaban el peor final. Entre acercarse y alejarse a los sonidos que llegaban de las hélices del Belgrano sólo fataba una orden. Y ésta llegaría desde Londres.
“Información que llegó al buque nos ordenó posicionarnos en la zona de la Isla de los Estados, frente a Tierra del Fuego, hasta que el 28 de abril nos encontramos con los buques que conformaban el grupo de tareas en donde el Belgrano era el buque insignia: el destructor Bouchard, el Piedrabuena, que luego iban a ser nuestros escoltas y cortinas, y también se acercó el buque tanque de YPF Puerto Rosales que nos iba a proporcionar combustible”.
“El aviso Burruchaga, el pequeño gigante en cuanto a rescate se refiere, se encontraba navegando entre las caletas de la Isla de los Estados, y también se acercó a formar parte de ese grupo de tareas. Por supuesto que nosotros no lo sabíamos, pero el submarino nuclear inglés Conqueror ya estaba avisado de nuestra presencia y había puesto proa hacia la zona de Tierra del Fuego para emprender la detección respectiva”.
“Por aquellos días no recuerdo escenas de pánico o de gran temor entre los tripulantes del Belgrano, aunque probablemente lo tendríamos pero al menos no se podían exteriorizas. Nos limitábamos a cumplir con las guardias y entrenar. Había una red de información que recibíamos de todo lo que estaba sucediendo y que surgían de la OEA, del TIAR y de la ONU, que no eran muy alentadoras. Presagiaban que la parte bélica ya estaba encima nuestro y de hecho nos estábamos preparando, en estado de alerta. Se habían terminado todos los recreítos para la tripulación”.
“En realidad sabíamos que la flota inglesa había zarpado desde el norte de Gran Bretaña con alrededor de un centenar de buques de superficie y también había información sobre que algunos submarinos nucleares estarían navegando desde Gibraltar y el Océano Indico, pero nosotros no teníamos ninguna posibilidad de detectarlos. Para eso teníamos buques destructores escoltas que sí tenían la capacidad de detectar a submarinos convencionales, pero no nucleares como el Conqueror”.
“El tipo de submarino nuclear puede navegar a profundidades muy importantes y detectar a sus objetivos, el ruido de las hélices, a muchísima distancia. De hecho, a nosotros nos detectaron a 90 millas de distancia, o sea a 160, 170 kilómetros. No tuvimos ninguna chance de detectarlo. El Conqueror, supimos con el tiempo, se acercaba y se alejaba de nosotros hasta que efectuó el ataque el 2 de mayo a unos cuatro a seis kilómetros de distancia, sabiendo a través del periscopio que, a partir de una orden recibida desde Londres, atacaba al buque núcleo, al Belgrano”.