Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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Baila conmigo

Si pensamos en la razón por la que los humanos bailamos, biológicamente existe un vinculo muy fuerte entre entre la imitación y la danza.

   Por María Florencia Daneri / Especial para La Nueva.

   Bailar es, para la mayoría de la gente, una actividad placentera que genera una sensación de liberación, excitación y emoción. ¿Por qué bailar nos pone de buen humor? Parte de la explicación pueden ser las endorfinas y neurohormonas, como la oxitocina, que se liberan cuando bailamos, sustancias asociadas a sentimientos amorosos, empáticos y de bienestar.

   Si pensamos en la razón por la que los humanos bailamos, biológicamente existe un vinculo muy fuerte entre entre la imitación y la danza. Bailar requiere una armoniosa coordinación e integración de información visuales, auditiva y la generación del movimiento, algo que, para los que nacimos patadura, parece imposible. Pero...por qué algunos pueblos parecen especialmente dotados para la danza? como se explica ese movimiento que fluye al ritmo de la música, casi sin esfuerzo? depende de cuan relevante sea la actividad para esa cultura, la imitación juega un papel central en el aprendizaje de la danza y la adquisición de largas secuencias de movimientos coreografiados, una forma de aprendizaje social. Que los humanos, bueno la mayoría de ellos, sean capaces de bailar bastante bien se da porque el baile explota los circuitos neuronales existentes empleados en la imitación. Nosotros somos grandes imitadores e imitamos a los que nos rodean, eso nos permite cosas como aprender a hablar y establecer lazos sociales, fundamentales para nuestra supervivencia. Ya desde bebés cuando nos acunan y nos cantan ayudan a que nuestro cerebro vaya formando conexiones neuronales que vinculan el sonido, el movimiento y el ritmo.

   Investigaciones recientes han revelado que no solo los humanos bailan, la habilidad de moverse ajustándose a un ritmo musical se da también en otros animales capaces de imitación vocal o motora, como las aves y los monos. Podemos decir, entonces, que nuestra habilidad para la danza probablemente se originó como una exaptación, es decir, como un efecto secundario de la habilidad para imitar, que luego fue favorecida directamente por la evolución. En los primeros humanos la danza funcionó como un marcador de identidad y alianzas dentro de los grupos, para luego asumir roles asociados a expresiones culturales y como herramienta para mostrar nuestro atractivo ... ya lo dice el refrán: "Billetera mata galán, pero bailarín... bailarín mata billetera"

   Querés más? Leé "The evolution of dance" de Laland, Wilkins & Clayton (2016) y mirá "Scientists discover Snowball the cockatoo has 14 distinct dance moves" en Youtube.