Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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De Harvard y Hopkins a un hogar de Bahía: "Los chicos necesitan de la comunidad"

Dos universitarias de Estados Unidos hicieron una pasantía virtual en “Rincón de Nuestros Sueños” del barrio Pedro Pico. Dejaron ideas para mejorar la calidad de vida de los adolescentes y se llevaron el afecto y las enseñanzas de varias historias.

Camilla y Rohini, dos universitarias de EE.UU.

 Por Belén Uriarte / buriarte@lanueva.com

 

   Camilla se conmovió cuando una mamá, egresada del hogar, les habló de su hija y dijo que su misión es enseñarle todo lo que aprendió en el lugar donde creció.

   A Rohini, en cambio, le resonó la frase de un adolescente que todavía vive ahí: “El hogar no es simplemente una casa, sino una familia. Y mis compañeros no son solo mis amigos, también son mis hermanos”.

 

   Los adolescentes que están y que pasaron por el hogar Rincón de Nuestros Sueños, que funciona en el barrio Pedro Pico de Bahía Blanca, comparten un gran sentido de pertenencia y una profunda admiración por quienes conforman la institución.

   Así lo destacaron la guatemalteca Camilla Ramazzini y la estadounidense Rohini Verma, quienes hicieron durante enero una pasantía virtual en el hogar.

   Tienen 21 años y estudian en los Estados Unidos. Camilla, en la Universidad de Harvard (Cambridge, estado de Massachusetts) y Rohini, en la Universidad de Johns Hopkins (Baltimore, estado Maryland). A las dos les interesan los voluntariados y el trabajo con chicos.

   Ambas aplicaron para un programa de pasantías que proponía trabajar con instituciones latinoamericanas y fueron seleccionadas para hacerlo en Argentina, más precisamente en Bahía Blanca, en el hogar que nació hace más de 11 años para evitar que un grupo de hermanitos quedara en la calle.

   Las jóvenes trabajaron durante tres semanas con personas del hogar o vinculadas a él y elaboraron un informe sobre su funcionamiento, las diferencias con el sistema de niñez de los EE.UU. y las ideas que podrían aplicarse para que sus residentes tengan una mejor calidad de vida.

   Estudiaron nuestro sistema, nuestras leyes, nuestra ciudad. Fue la primera vez que escucharon sobre Bahía Blanca —ninguna de las dos conoce Argentina, aunque Camilla tiene una amiga uruguaya y confiesa que le ha transmitido algunas costumbres de acá—, y se sorprendieron por la calidez de su gente.

—Camilla: los chicos fueron muy abiertos con nosotras y estaban muy dispuestos a hablar. Nos preguntaban por nuestro tiempo libre, qué nos gusta hacer, cómo es la vida aquí. ¡Fueron muy amigables!

—Rohini: las entrevistas fueron la parte más poderosa de nuestro proyecto porque es muy importante oír las historias de las personas que son directamente afectadas por el sistema.

—Camilla: me encanta que los argentinos sean tan afectuosos. Igual no me sorprende porque la gente latina tenemos eso dentro de nosotros. Somos muy abiertos a la gente y eso es algo que nos hace muy especiales. 

El comedor de Rincón de Nuestros Sueños

   Camilla, que nació en Guatemala y a los dos años se mudó con su familia a los Estados Unidos, maneja con facilidad el inglés y el español. Por eso, fue un gran apoyo para su compañera Rohini que, si bien estudia español y lo habla fluido, cada tanto necesita que le soplen algún término o le recuerde cómo conjugar algunos verbos.

   A través de una videollamada que se extendió por 40 minutos, contaron cómo fue la pasantía, hicieron una comparación entre los países y mostraron su enorme admiración por personas como Alejandro Otero, director de Rincón de Nuestros Sueños, que pone su tiempo para mejorar la vida de otros.

 

Cómo llegaron

   La pasantía que unió a Rincón de Nuestros Sueños con las universidades de Harvard y Johns Hopkins se concretó por medio del Centro David Rockefeller para Estudios Latinoamericanos y el Consorcio para Estudio en el Extranjero. 

—Camilla: sabía que había pasantías durante el invierno y el verano, entonces me inscribí en dos de Argentina. Hago mi secundaria en Salud Pública, quiero estudiar Derecho y me interesó la propuesta de trabajar con chicos. 

—Rohini: mi secundaria es en Psicología, estoy en el último año y luego quiero ir a una escuela de posgrado para ser médica. Encontré esta pasantía por la Oficina de Estudios Extranjeros y me interesó mucho porque el director del hogar es psicólogo.

   El trabajo de las universitarias duró tres semanas del último enero e incluyó entrevistas a cuidadores, trabajadores sociales, organizaciones gubernamentales involucradas en el sistema de hogares convivenciales, miembros del Servicio Matricial de Salud Mental, personal sindical, y varios integrantes y egresados del hogar. Esos contactos permitieron la elaboración de un documento final para uso del hogar, con recomendaciones y aportes para el trabajo diario con los chicos.

—Camilla: la pasantía fue muy interactiva. Pensaba que al ser por línea no iba a haber mucho contacto ni podría conocer mucho a las personas, pero de verdad conocimos el corazón del hogar y me dieron muchas ganas de poder verlos [a sus miembros] algún día.

 

Diferencias y similitudes

    En Argentina, que tiene unos 45 millones de habitantes, había en 2018 (última cifra difundida) unos 10 mil chicos y adolescentes en hogares convivenciales, casas de abrigo, familias solidarias o sustitutas; mientras que EE.UU., donde viven unos 330 millones de personas, hay más de 400 mil y —según especificó Rohini— egresan unos 200 mil por año, ya sea por revinculación con su familia, adopción o por cumplir la mayoría de edad. Es decir que acá alrededor de un 0,02 % de la población vive en instituciones u hogares provisorios y en Norteamérica, un 0,12 %. 

   De todas formas, en Argentina es muy difícil el acceso a cifras concretas: La Nueva. se comunicó con el Servicio Zonal para averiguar datos a nivel provincial y nacional e indicaron que “es información resguardada”. 

   Lo que sí se sabe es que en Bahía Blanca hay en promedio 50 niños, niñas y adolescentes en hogares convivenciales y entre 45 y 50 son parte del programa Familias Solidarias, que alojan chicos temporalmente hasta que se resuelve su situación. De todas formas, estos números son dinámicos y “van fluctuando en base al proceso de ingresos y egresos”, según indicó la subsecretaria de Niñez, Adolescencia y Familia, Juliana Cerritelli.

Juliana Cerritelli

   El sistema norteamericano y el argentino presentan numerosas diferencias en relación a la institucionalización de chicos y adolescentes.

   A Camilla le sorprendió “el esfuerzo” que se hace en Argentina “para asegurarse de que haya diferentes vínculos y crear una red con psicólogos, trabajadores sociales e incluso abogados para que los chicos puedan egresar con el apoyo que necesitan” y aseguró que eso no se ve tanto en EE.UU.

   Allá las leyes federales establecen que distintas organizaciones hagan planes de transición para los egresados, aunque el nivel de apoyo varía con el estado, dado que la elegibilidad para los programas de asistencia financiera y para la vivienda dependen de cada lugar. Los egresados sí tienen el derecho al cuidado de la salud hasta los 26 años.

   En Argentina, existe desde hace unos años el Programa de acompañamiento para el egreso de jóvenes sin cuidados parentales (PAE). En Bahía Blanca se lleva adelante a través de la iniciativa Autonomía Joven, que implica un acompañamiento en la construcción de un proyecto de vida desde los 16 años y luego el acceso a una beca por 6 meses —y con posibilidad de una prórroga— de un valor similar al 80 % del Salario Mínimo, Vital y Móvil, que —tal como aclaró Cerritelli— no es de subsistencia sino para poder desarrollar un estudio, microemprendimiento, comprar maquinarias, etc.

   Las universitarias también hablaron sobre la autonomía del joven.

   Rohini explicó que si bien las metas de los sistemas [de Niñez y Adolescencia] son similares entre los países porque se prioriza no separar a los chicos de sus familias, la forma de abordaje es muy diferente, dado que “en Argentina hay más respeto por la autonomía del joven”. 

   En el informe final las estudiantes destacaron que en nuestro país a partir de los 13 años un adolescente puede decidir sobre tratamientos que no resulten invasivos o provoquen un riesgo en su vida y a los 16 ya tienen capacidad plena para ir a una unidad sanitaria y navegar el sistema de salud como cualquier otro ciudadano; mientras que en Estados Unidos “no se puede tomar decisiones autónomas sobre la salud hasta los 18 años. Si alguien quiere hacerlo antes de esta edad, tiene que involucrar el sistema judicial para obtener ese derecho”.

   Rohini también remarcó —y dijo que le sorprende— que EE.UU. es el único país en el mundo que no adoptó la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN).

   Son dos sistemas muy distintos, pero aún así las estudiantes lograron encontrar algunas similitudes en su trabajo. Por ejemplo, en cuanto a los desafíos y frustraciones de la juventud.

—Trabajo como voluntaria en un centro de estudios de EE.UU., con personas que tuvieron que dejar sus estudios secundarios por distintas situaciones; y los problemas son muy similares a los que tienen los chicos del hogar, especialmente relacionados con la educación. Cuando hablamos con una trabajadora administrativa del hogar dijo que los chicos a veces se sienten muy frustrados y les es difícil asistir a la escuela porque por ejemplo tienen un nivel bajo de escritura o tienen problemas de lectura, y esas son las mismas frustraciones que sienten mis estudiantes en el centro —detalló Rohini.

  La estadounidense consideró que si bien se trata de culturas diferentes, en ambos lugares “las personas que tienen más recursos también tienen la responsabilidad de dar su apoyo y su tiempo para otras personas que no tienen esas oportunidades en sus vidas”.

 

Ideas o propuestas para el hogar

—Camilla: para mí el crecimiento de la persona siempre empieza en la educación y la educación, a una temprana edad. Los chicos del hogar son un poco más grandes, pero pienso que conseguir un tipo de mentor en la universidad, alguien que tenga una edad cercana, sería muy útil y lindo para ellos porque podrían ver otras posibilidades. Alguien que les pueda hablar, brindar apoyo y contar cómo navegar el sistema para llegar hasta ahí. Pienso que el punto principal es la inspiración y algo que mencionó mucho el director del hogar es "darles la posibilidad de soñar", porque estos chicos ni siquiera han tenido esa posibilidad. Por eso, darles una visión de lo que puede ser el futuro les serviría muchísimo. Me parece fundamental que ellos mismos desarrollen las ideas de qué quieren ser en el mundo y qué tipo de contribución le quieren dar a la sociedad; y está bueno empezar con alguien que sea joven y no con un padre, porque a veces los chicos no quieren escuchar a los padres.

—Rohini: un taller de la vida adulta sería muy importante porque uno de los egresados nos dijo que es muy difícil la transición. En EE.UU. las universidades tienen una oficina especialmente dedicada a cómo hacer una entrevista para un trabajo, cómo hacer un CV; y creo que el hogar puede hacer un taller así porque no requiere muchos recursos y es importante para que los chicos tengan la oportunidad de tener un trabajo en el futuro; sabemos que hoy no hay mucho apoyo para ellos después de egresar. 

 

Qué puede aportar la comunidad de Bahía

—Camilla: tratar a los chicos de los hogares convivenciales como a cualquier adolescente que necesita apoyo y sentirse aceptado e involucrado en la sociedad. Eso antes que cualquier ayuda financiera, que también es muy necesaria. Hay que empezar a quitar esas barreras y esos prejuicios de que si están en una institución es porque algo malo hay con ellos, porque no es cierto. Ellos cargan con ese peso y nosotras lo pudimos ver enseguida. Algunos logran ignorar esos prejuicios pero otros no; son jóvenes que han tenido una vida difícil y hay que darles las oportunidades que necesitan.

—Rohini: el entendimiento es muy importante. Por ejemplo, entender el sistema para saber de qué situaciones eran parte estos jóvenes y por qué están viviendo en un hogar; como así también el entendimiento de los niveles de apoyo. La sociedad tiene que entender que no hay mucho apoyo después del egreso, entonces el apoyo tiene que ser de la comunidad.

—Camilla: a veces la gente no quiere ayudar porque no sabe a quién está ayudando y cómo se va a usar su apoyo, sea dinero, tiempo o de otra forma. Y quiero decirles que cualquier apoyo que puedan darle a este hogar es por una buena causa.

—Rohini:  aprendí que no se puede ayudar a la gente si uno no entiende sus problemas. Participando de estas organizaciones se aprende mucho y creo que las más pequeñas, como este hogar, son las que tienen los efectos más grandes en las vidas de las personas, pero también las más invisibles para los ojos de la sociedad. Si alguien tuviera la oportunidad de trabajar en una ONG sería muy importante.

 

Qué se llevan de esta experiencia

   Rohini contó que aprendió mucho sobre los sistemas y las diferencias entre Argentina y Estados Unidos, conceptos que le servirán en su carrera como médica.

   —También descubrí que en medio de tantos problemas, incluida la pandemia, hay gente que trabaja muy duro porque quiere hacer una diferencia en la vida de los chicos y en sus comunidades.

   Camilla, por su parte, rescató que siempre hay que saber y enfocarse en el porqué: por qué hacemos lo que hacemos.

—Cuando entrevistamos a los chicos el trabajo tuvo un mayor significado porque pudimos ver cómo impacta el hogar y su gente en ellos. Este tipo de trabajo, especialmente en este hogar, la gente no lo hace por el dinero ni por el aplauso de la sociedad; por eso admiro su compromiso tan especial con hacer las cosas por las razones correctas: sus niños, su crecimiento, sus vidas.

 

La mirada del hogar

   Rincón de Nuestros Sueños, donde el año pasado se hicieron algunas refacciones, tiene actualmente cinco chicos dado que en el último tiempo hubo algunos egresos, aunque se está trabajando para concretar dos reincorporaciones, según indicó su director Alejandro Otero.

   La mayoría de los adolescentes que viven en este hogar tienen familia biológica pero han sido separados por algún derecho vulnerado. Cuando esto ocurre interviene el Servicio Local de Niñez, que realiza un trabajo con las familias para ver si se puede recomponer el vínculo. De no ser posible, se puede iniciar un proceso de adopción que es muy complejo dado que la mayoría opta por chicos de hasta 3 años, y en el hogar solo hay adolescentes. Por esta razón, gran parte egresa de la institución al cumplir los 18 y empieza su vida adulta con un programa de acompañamiento gubernamental, y en algunos casos retornan con su familia de origen.

   El director del hogar quedó muy conforme con la pasantía que hicieron las estudiantes de EE.UU. y remarcó que lo más interesante fue “el compartir, el acercar otra mirada, otra filosofía, con marcos culturales diferentes”. También destacó la evaluación que hicieron, con el aporte de ideas y sugerencias para un  mejor funcionamiento del hogar.

   —Nosotros siempre estamos trabajando en el mismo círculo, y esto no permitió salir un poco. Eso trae novedad y te hace notar que hay cosas que uno da por sentadas, que no son tan así. Estamos evaluando las sugerencias para ver si podemos aplicarlas.

   Como muchas otras instituciones, la situación financiera de Rincón de Nuestros Sueños es preocupante. Si bien su director reconoció que se realizaron las actualizaciones gubernamentales, tanto a nivel municipal como provincial, “cualquier imprevisto complica mucho el equilibrio y seguramente durante el segundo semestre, por cuestiones de la inflación, vamos a terminar muy ajustados”.

Cómo colaborar

   Para ayudar pueden comunicarse con el hogar a través de su página de Facebook Hogar Convivencial Rincón De Nuestros Sueños.

   Quienes quieran hacer algún aporte, mensual o por única vez, pueden ingresar a este enlace y consultar las diferentes opciones. El hogar también tiene cuenta bancaria para recibir transferencias:

ASOCIACIÓN CIVIL RINCON DE NUESTROS SUEÑOS

Banco de la Provincia de Buenos Aires

Cuenta Corriente CBU 0140305101622905275650 

CUIT 30-71153623-6