Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

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“Les pedí que crean, creyeron con toda la fe del mundo y terminaron siendo campeones”

El decimonoveno título de Liniers en la Liga del Sur se empezó a gestar el día que la dirigencia ratificó a Nicolás Ballestero como entrenador, hace menos de cuatro meses, cuando la campaña del albinegro en el torneo local se debatía entre llamas, sombras y rumores. Con un sprint final de 4 victorias en fila y 9 encuentros sin perder, fue derechito al “dale campeón, dale campeón...”.

 

Foto: Pablo Presti y Emmanuel Briane-La Nueva.

Por Sergio Daniel Peyssé / peche1503@hotmail.com

Instagram: @sergiopeysse

Twitter: @elpeche1973

   Liniers es el equipo sensación de la Liga del Sur en la era 2000: campeón en 2005, 2006, 2007, 2011, 2012, 2015, 2017, 2019 y 2021, consiguiendo además el primer título local en juego post pandemia, lo que le dará mayor trascendencia aún con el paso del tiempo y cada vez que surja ese recuerdo funesto de como el Covid-19 perjudicó a nuestro fútbol, acelerando el “retiro” de ciertos jugadores que, tras el obligado parate, ya no pudieron volver.

   El “Chivo” alzó la decimonovena Copa en el ámbito liguista, y fiel a su costumbre lo hizo con un plantel liderado por un entrenador de la casa, un hijo prodigo del club que dejó la actividad en 2019 con la intención de seguir ligado al éxito como director técnico.

   Y vaya si arrancó bien... Debutó como DT del primer elenco albinegro el 17 de agosto de este año y, en menos de cuatro meses, logró su primera estrella junto a los que, por mucho tiempo y en distintos niveles de competencias, fueron sus compañeros en titánicas luchas por mantener a Liniers con el prestigio, la popularidad y la realeza que fue fortaleciendo con el paso del tiempo.

   “Se consiguió mucho en poco tiempo. Obtener un título local no es fácil, por eso todavía no caigo. Miro para atrás, veo todas las situaciones que tuvimos que soportar y sortear y me cuesta creer que así y todo logramos el objetivo. Por momentos la lista de lesionados nos hizo imposible armar el mejor equipo, y fue por eso que varios chicos del club tuvieron que dar el salto a Primera sin preámbulos y sin tener que pensarlo demasiado. Pero esos pibes aportaron muchísimo, lucharon a la par de los grandes y se comprometieron sin pedir nada a cambio”, fue lo primero que le salió a “Nico”, siempre al borde de las lágrimas y con su hijo Joaquín (2 años) en brazos.

   “El y su hermana (Martina, de 6) son fanáticos de Liniers, sufren cuando perdemos y me esperan llorando si saben que no me fue bien. Hoy (por el miércoles, cuando salieron campeones) los veo felices, festejando, y me hacen explotar el corazón. Es lo que yo quería, este título de Liniers alegró a toda mi familia, y para mi no hay nada mejor que eso”, sostuvo el zurdo que jugó en Cipolletti (2011), Guillermo Brown (2009-2011 y 2013-2014) y Talleres de Córdoba (2012), deambulando por todas las categorías del fútbol del interior: Argentino A, B y C; Federal A y B, Copa Argentina y TDI.

   Además de haber alcanzado el cetro, Ballestero fue el artífice de hacer resurgir a un equipo que perdía mucho de local y que se encontraba lejos de poder clasificar entre los cuatro mejores de la etapa regular. En un momento, el de la avenida Alem miró más para abajo que para arriba, pero no había porqué preocuparse: “esto es Liniers, hay que creer y confiar”, exclaman en el mundo albinegro.

   “Hubo que ponerle el pecho a un montón de situaciones, encararlas con el mayor profesionalismo posible. Tuve que hacerme fuerte mentalmente para tomar decisiones frente a mis ex compañeros, tratando siempre de que me crean, que el mensaje que intentaba darles era lo mejor para todos. Creyeron, se dieron cuenta de que tenían que confiar en las personas que componían el cuerpo técnico y se dio lo que tanto deseábamos, salir campeones siendo el Liniers que todos queríamos”, expresó Nicolás.

   “Fue un trabajo de mucha gente, pero el objetivo estuvo sustentado por mi cuerpo técnico. Elegí a los mejores profesionales de Bahía para encarar un proyecto en conjunto y no me equivoqué con David (Gerbaudo, ayudante de campo), Fede Sabadín (Profe), Marcelo De Lucía (segundo PF), Guillermo Cufré (entrenador de juveniles y colaborador de la mayor), Fabio Pontet (kinesiólogo) y Fermín Ponte (entrenador de arqueros)”, agregó sin pausas.

   “Me pude rodear de los mejores, aunque cuando los llamé creí que me iban a decir que no. Es un grupo de trabajo con una identidad plena hacia el método y la idea que buscamos; con un compromiso y una disposición total. Con ellos el día a día fue simple y llevadero”, contó mientras las lágrimas empezaban a perder frente a la primera sonrisa.

   Nico, como jugador, dio la vuelta olímpica en cinco oportunidades con Liniers: 2005, 2006, 2007, 2011 y 2012.

   —¿Se disfruta distinto el primer título como entrenador, cómo fue salir campeón de la raya de cal hacia afuera?

   —Muy distinto, por el simple hecho de tener que estar tomando decisiones en todo momento. Sos el capitán de un barco que siempre tiene que estar preparado y en condiciones para poder navegar y llegar a buen puerto. Mirar el partido desde el banco de suplentes y pensar en la táctica, en la estrategia y en lo que podés hacer para que tu equipo mejore, tiene otro gustito; sos vos frente a un montón de variantes, y ese es un lindo desafío.

   “No es verso cuando decís que todas las patas de la mesa deben estar acomodadas, porque cuando sabés donde apoyarte, todo sale bien, como en esta ocasión, donde pudimos festejar un título que se erigió en todos los que, de alguna manera, acompañaron el proyecto futbolístico del club. En el plantel traté de que haya armonía y equilibrio entre lo emocional y lo deportivo, sin que el día a día sea pesado para nadie, sobre todo sabiendo que son 11 los que juegan y muchos los que se quedan afuera”.

   —Llegaste para reemplazar a Walter Carrio en un momento donde el descontento con el entrenador se multiplicaba entre los dirigentes, los allegados y los hinchas. ¿Cómo hiciste para revertir esa imagen con tanta energía negativa?

   —Te digo la verdad, retoqué muy poco, casi nada. Algunas cuestiones se compensaron y otras se fortalecieron por el simple hecho de que eran y siguen siendo excelentes. Se eligió una idea, una metodología de trabajo y apuntamos a ser mejores en todo, siempre hablándonos de frente y tratándonos con respeto.

   “Afronté situaciones que, más allá de ser lógicas por el puesto que ocupaba, eran nuevas para mi. Las resolvimos con esfuerzo y dedicación y es una felicidad muy grande empezar mi carrera como técnico de esta manera. Liniers es un club que se exige a si mismo, que procura trascender, ganar todo lo que juega, estar siempre en los más alto, y gracias a un plantel de hombres y formidables personas pudimos superar el escollo en el preciso momento que estábamos jugando dos competencias a la vez”.

   En cuanto al grupo de futbolistas, señaló: “estoy rodeado de grandes jugadores, formados, con experiencia y que saben lo que son y lo que pretenden. Están acostumbrados al éxito, son ganadores de por sí y se brindan por completo por el bien de Liniers. Es muy difícil estar ahí arriba siempre y no marearse, más allá de algunos altibajos lógicos de esta profesión, que suelen darse en todos lados pero que en esta entidad duelen más, porque acá se acostumbraron a ser los mejores siempre”.

   —Es un plantel con una fuerza mental admirable.

   —Tal cual. Cuando estuvieron mal, supieron reinventarse y reponerse; siempre tienen ese plus, saben que son distintos, que unidos son invencibles. Lo demostraron una vez más, pese a que todavía tienen mucho para dar.

   Trató de no olvidarse de nadie: “en el partido final faltaron algunos juveniles que fueron claves en la campaña y en el repunte del equipo en la etapa de playoffs. Con la llegada de los refuerzos, esos chicos regresaron a sus categorías, pero aportaron mucho, muchísimo te diría... En este momento se me viene a la cabeza, por ejemplo, Nacho Tourn, quien en los duelos más picantes, sobre todo con Olimpo, se quemó las pestañas para que Liniers siga avanzando hacia la gran final”.

   —Liniers es un equipo de hombres, exitoso, tremendamente ganador... ¿Qué más?

   —Todo eso y mucho más. Hace años que Liniers pelea los campeonatos en la Liga, formando plantillas súper competitivas y con muchos futbolistas surgidos de las inferiores. Son chicos que crecen con mentalidad ganadora, queriendo ver al club siempre en lo más alto. Lo percibo en cada partido y en cada entrenamiento; ojalá siempre sea así.

   —Antes, después o en el medio de los festejos, ¿te acordaste de Carrio?

   —Siempre me acuerdo de Walter, nunca miraría para el costado. Durante el largo tiempo que estuvo en el club, cambió la mentalidad futbolística de Liniers. Siempre lo dije y lo sostengo, él armó todo esta estructura; es el padre de la criatura.

   Ballestero fue ayudante de campo de Carrio en el 2019, después de haber colgado los botines, aunque tras quedar eliminado del Regional Amateur de ese año, en una cena, le comunicó al DT que prefería emprender su propio camino como orientador, dando un paso al costado en ese mismo instante.

   “Dejé el cuerpo técnico comandado por Carrio porque tenía en la cabeza empezar mi propia carrera, y lo primero que surgió fueron dos categorías infantiles en Liniers. De golpe y porrazo fui como interino a la Primera, al poco tiempo me oficializaron y en menos de cuatro meses conseguí mi primer título. Pero insisto: Walter gestó todo esto, profesionalizó el fútbol del club, armó este plantel, todo Liniers le debe agradecer este logro”.

David habla, Nico escucha, una perfecta combinación de humildad y temperamento. Primera experiencia juntos, un título.

   —¿Liniers fue el mejor equipo del torneo? Te lo pregunto teniendo en cuenta que en la etapa clasificatoria terminaron terceros?

   —En la última parte nos consolidamos y marcamos diferencias. Cuando plasmamos algunas cuestiones técnicas y nos sentimos seguros de nosotros mismos, creo que fuimos los mejores. Me anda dando vueltas un partido ante Villa Mitre, en cancha nuestra, donde fuimos ampliamente superados, aunque en líneas generales, más allá de algunos empates, terminamos siendo superiores a los rivales en casi todos los encuentros, con una racha larga de partidos ganados y manteniendo el arco en cero. La regularidad nos potenció colectivamente.

   —El miércoles en la definición frente a Huracán, tras el pitazo final del árbitro Nebbietti, ¿de quien te acordaste?

   —... (Rompió en llanto). De mi familia, de mi vieja (Pilar), de mi viejo (Néstor), que sufre como un condenado; de mi señora (María José Martínez), la que me bancó durante todo este mes y medio donde yo tenía la cabeza en otro mundo. Y también a todos aquellos que te abrazan y te alientan a seguir, como Gustavo Ferreras, colaborador del club, un amigo incondicional de la familia que estuvo siempre.

   —Te va a costar caer a tierra.

   —Sí, pero tengo que caer porque el domingo (hoy) jugamos por el Regional y hay que seguir ganando porque en Liniers también quieren llegar al Federal A. Lo intentaremos.

 

David, mano derecha y buen pastor

   Miraba festejar a los jugadores y le brillaban los ojos, siempre parado sobre la línea lateral de cal y respetando el lugar y la función para la cual fue convocado, hace un mes y do, en un club donde nunca había trabajado.

   David Gerbaudo fue el último en incorporarse al cuerpo técnico liderado por Ballestero, y pese a no ser del riñón chivense, se sintió campeón por ser la mano derecha del entrenador principal, siempre con la carpetita abajo de alguno de sus brazos y dando justas y precisas indicaciones.

   “Es mi primer título como entrenador”, sostuvo el ex jugador de Olimpo, Comercial y La Armonía.

   “Este plantel tuvo una capacidad extraordinaria para captar la idea de lo que siempre quiso Nico. Hasta me llamó la atención como, cada jugador, interpretó lo que le pidió el DT, sabiendo que se los comunicó en la primera charla grupal que dio, el día que asumió. La idea es que nos ataquen poco y nos conviertan menos, (un gol en los últimos 5 cotejos), porque de media cancha hacia adelante hay potencial como para ganarle a cualquiera”, indicó el DT, que se sumó al desafío después de dirigir a Pacífico de Cabildo.

   “Cada futbolista se brinda al máximo, son solidarios y se rompen el alma para jugar, sabiendo que afuera esperan su turno compañeros con la misma capacidad física, técnica, atlética, mental y deportiva. Como no hay celos y la competencia es sana, se pudo ir en búsqueda de un campeonato que finalmente se logró”, manifestó el campeón con Olimpo en 1995, quien además consiguió dos ascensos con Comercial en la Liga, siempre con los cortos y dentro de la cancha.

   “Hace un mes y una semana que estoy y me siento poco partícipe del título, aunque los jugadores me hacen sentir de la mejor manera y Nico me da un protagonismo muy marcado. Le agradezco la confianza que me tiene; es un orgullo que se haya fijado en mi para ser parte de su cuerpo técnico. El vive el fútbol con una furiosa pasión y se merece vivir lo que está viviendo”, concluyó David, que continuará en el Chivo hasta la finalización del actual Regional Amateur. Después de eso, ¿le pedirán que siga?

 

Más de la media

 

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Partidos. Disputó Liniers camino al título en el Oficial liguista 2021: 8 éxitos, 5 empates y 4 derrotas. Ballestero dirigió 13 de ellos (6, 5 y 2), obteniendo el 58,97 % de los puntos en juego.