Bahía Blanca | Domingo, 10 de agosto

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Este si que nació con la pelota bajo el brazo...

A los 29 años, Maximiliano Brunelli, quien se siente parte del plantel de La Armonía pese a no haber debutado, descubrió que su vida no tendría sentido si no pudiera disfrutar de sus dos máximas pasiones: el fútbol y estar al frente de la juguetería que heredó de sus padres y abuelos.

Fotos: Rodrigo García-La Nueva. y gentileza Francisco Urban

Por Sergio Daniel Peyssé / [email protected]

(Nota publicada en la edición impresa)

 

   “Jamás dejamos de ser niños, solo cambiamos el tamaño de nuestros juguetes”.

   Cuando Maximiliano Brunelli leyó la frase, de autor anónimo, prometió, con La Nueva. de testigo, que la iba a perpetuar en alguno de los pocos espacios libres que quedan en las gigantescas paredes de la juguetería de la que es dueño, un emprendimiento familiar y hereditario que acaba de cumplir 34 años.

   El local comercial, emplazado en Vieytes 539 y dividido en cinco compartimientos desiguales, está lleno de todo: de luz, de magia, de fantasía... Hasta de espíritus felices y juguetes que parecen tener vida propia frente a ojos extraños.

   Primero lo primero.

   La verdulería que abrió el abuelo Juan Carlos, rápidamente se convirtió en la librería que progresó de la mano de su hijo Mauricio, quien siempre contó con el apoyo incondicional de su esposa Liliana y de sus sucesores (Maxi y Mauro) para crecer, arriesgar y convertir a ese espacio en una de las jugueterías más populares de la ciudad.

   Hoy, debido al aislamiento social, preventivo y obligatorio a causa de la pandemia del coronavirus, el negocio se encuentra cerrado, aunque la familia Brunelli trabaja igual porque, de alguna manera, los más chiquitos necesitan seguir “jugando”.

   “Solo vendemos por delivery. Venimos al local a la mañana, tomamos los pedidos (por whatsApp o al facebook Juguetería y Librería Vieytes) y repartimos después del mediodía. Está todo muy tranquilo, el momento no es ni parecido a un día de trabajo en condiciones normales, cuando tenemos abierto al público”, declaró “Tato”, actual jugador de La Armonía, su sexto club en la Liga del Sur.

   “La jornada laboral se termina rápido, no existe otra alternativa. Es lo que podemos y tenemos que hacer para proteger a nuestros clientes y cuidarnos a nosotros mismos. Lo que más lamentamos es no poder realizar la venta directa, cuando la gente elige un producto porque lo ve en vivo y en directo, lo toca, lo prueba y se saca todas las dudas antes de llevarlo. Ahora se debe conformar con una foto y comprar por las redes sociales; no es lo mismo”, comparó el defensor central surgido de las menores de Olimpo.

   “Esperemos que esto pase rápido para ver como se sigue”, se esperanzó antes de continuar con un tema que lo tiene preocupado: el cara a cara a cara con el cliente.

   “Un juguete entra mucho por la vista, y que no lo puedan tener delante de sus ojos es contraproducente. Son muchos los que vienen a buscar algo específico, lo que ya saben que van a regalar, pero cuando entran y ven todo lo que hay, seguramente suman alguna cosita que les gustó. Esas son las mejores ventas”, reconoció “Maxi”, identificado con Tiro Federal, donde estuvo seis temporadas durante dos ciclos distintos.

   —¿En época de cuarentena, de encierro, a qué juega la gente?

   —Los juegos de mesa salen como piña. El Burako, Carrera de Mente y alguna edición del Preguntados son los tradicionales que se transmiten de generación en generación. Para los más chiquitos optan por un “¿Quién es quién?, algún rompecabezas, memotest o todos aquellos que te permitan armar palabras o dibujar.

   “Te veo la cara y me doy cuenta de que no son de tu época”.

   —Tal cual.

   —Es muy difícil encontrar a pibes que armen pistas en la tierra, en el barro o en la arena como sucedía antes. Ya casi no juegan con los soldaditos de plástico o los muñequitos de playmobil; ahora los chicos, y es lógico, eligen juguetes modernos y con el mayor desarrollo tecnológico posible.

   “Es una época donde están de moda las réplicas de estaciones de servicio, aunque se venden muchos juegos de cocina y de masa para mezclar y moldear. También nos piden artículos de librería, cartulina, goma eva y mapas, porque los que tienen edad escolar deben seguir con las clases virtuales desde sus casas”.

   —¿Qué es lo que piden mucho y no se puede conseguir?

   —Los puzzle de mil, 2.000, 3.000 y 5.000 piezas. Consultamos a un montón de proveedores y seguimos sin poder conseguir ese producto de alta demanda en el mercado. Una lástima, porque hubiésemos vendido millones.


Y no la soltó...

   Mientras “Tato” contestaba cada una de las preguntas y su mamá Liliana sonreía preparando pedidos en el hall principal de la juguetería, la pelota de cuero con los colores de Boca iba de una mano a la otra, acelerando el traslado cuando los nervios le copaban la parada o sentía la imperiosa necesidad de armar la mejor respuesta posible.

   Al alzar la vista y ver semejante colorido, me cuesta creer que ningún otro juguete lo haya convencido más que la pelota. Claro, es futbolero de ley, y para los futboleros de ley esa pasión es única e inigualable.

   “La redonda y nada más. Fue mi compañera de la infancia, la que dormía conmigo; es parte de mi crecimiento y tuvo mucho que ver en mi forma de ser. Con mi hermano (Mauro) estábamos todo el día pateando, en mi casa rompimos vidrios y muebles, pero mi mamá, por más que quiso, nunca nos pudo sacar esa manía de andar siempre con una pelota en las manos o en los pies”.

   —Para cada Día del Ñiño, o como regalo de cumpleaños, siempre tenías un juguete para elegir. ¿Te sentías un privilegiado al lado de tus amigos de la infancia?

   —Privilegiado no, pero sí debo reconocer que abusaba de ciertos gustos que tenía al alcance de mis manos. Igualmente mis padres me tenían controlado, no me permitían los caprichos y me enseñaron a que no podía tener todo lo que quería.

   “A Papá Noel le armaba una lista de 20 o 30 pedidos, porque yo me daba cuenta de que, cuando se aproximaba la Navidad, el stock de mercadería aumentaba. Hacía un recorrido por el local y lo que veía lo anotaba; creía que Santa Claus iba a pasar por nuestra juguetería a abastecerse...(risas). Hasta llegué a revisar los bultos cerrados para elegir algo antes de que salga a la venta. Que inocencia, ¿no?”

   “Cuando ponía la cartita en el arbolito, mi viejo me llamaba aparte y me decía: `Papá Noel no tiene tanta plata, no te puede traer todo lo que pretendés', y se quedaba a mi lado para que yo empiece a descartar regalos. Tachar nombres de juguetes que me habían fascinado era lo peor que, en ese momento, me podía suceder”.

   —¿Actúas de la misma manera con tu hija Ana Clara (2 años)?

   —No, ella es más demandante de lo que era yo. A la madre (Fátima), con la que mayor tiempo está, le saca lo que quiere. Cuando viene a la juguetería se vuelve loca, desordena, va de un lado al otro, pero nadie le dice nada. Yo suelo ponerle los puntos, pero la abuela está más permisiva que nunca y Anita siempre sale ganando.

   Acto seguido, el menor de los hermanos Brunelli se refirió a las distintas generaciones que la juguetería mantiene como clientes.

   “Algunos de los que vienen desde hace 30 años siguen confiando en nosotros, y lo mismo hacen sus hijos y nietos”, describió.

   “Los adultos eligen algo tranqui, por lo general un juego de mesa; los adolescentes se inclinan por alguna mochila o lo que les sirva para el colegio; y los más chicos prefieren los muñecos o algún juego para armar”.

   “Suelen venir señores de más de 50 `pirulos' que no andan con vueltas: `yo jugaba a tal cosa, ¿lo tenés?' Casi siempre los salvamos, porque no te piden juguetes estrafalarios ni de otro planeta. Te preguntan por el balero, el metegol, el yo-yo, el ludo o la bolsa de canicas o bolitas”.

   “También están los que quieren volver a armar el cubo mágico o sentarse una noche entera a jugar a El Estanciero o al Monopoly. Por lo general son personas cuya infancia transcurrió en la década del '80...(risas)”.

   —¿Qué juguete te piden habitualmente y que no tenés en stock?

   —El muñeco de Buzz Lightyear, de Toy Story. A muchos le falta ese para completar la colección, pero no lo tenemos ni en peluche.

   —¿Y de otras épocas?

   —Muchos vienen a preguntar por los repuestos de las famosas pistas de scalectric, que se armaban con placas de plástico duro. A los autitos, con una escobilla abajo, los manejabas mediante un impulsor a pilas que te dejaba el dedo pulgar a la misera de tanto apretar. ¿Te acordás?

   —¡Cómo no me voy a acordar!

   —Una reliquia de la que no existe más nada en el mercado. A muchos le ofrezco otro tipo de pista para armar, pero no, son fieles a la scalectric pese a que se dejaron de fabricar, como mínimo, hace 30 años. Ojalá pueda conseguir algo de esa pista que tantas satisfacciones le dio a muchos de mis clientes.


“Juguetero” de colección

   “Tato” cursó durante tres años la carrera de Educación Física, aunque siempre pensó que el título de “juguetero” le iba a quedar mejor que el de “Profe”, y eligió seguir adelante con el emprendiemiento familiar, al que le dedica toda la mañana y gran parte de la tarde, en épocas normales antes y después de cada entrenamiento semanal.

   “Desde 2012 que estoy a full con el negocio; es lo mío, me gusta lo que hago”, se sinceró el zaguero que también pasó por Bella Vista (un partido), Comercial (8) y Rosario Puerto Belgrano (28).

   Le pedí que deje la pelota por un instante y mire hacia su alrededor...

"Tato" habla y Sofía, empleada de ley, envuelve uno de los tantos regalos que piden los clientes por facebook.

   —¿Por qué otro juguete tuviste admiración?

   —Los autitos de colección, los chiquitos de alta gama marca hot wheels. Los gastaba en el piso de cemento de mi casa.

   —Dibujo animado, ¿cuál?

   —Cualquier compilado de Mickey Mouse.

   —Cuando ingresa esa persona que suele decir: “le tengo que hacer un regalo a un nene o nena de 2 años y no sé que puede ser”, ¿qué consejos le das?

   —Le propongo un recorrido por las estanterías y le enumero el top ten del mercado. Para una nena, puede ser una cocina en miniatura o un set de tocador, y para los nenes una estación de servicio o un banco de herramientas. Pero nunca dejo de aclarar que la pelota es un regalo que nunca falla, así sea para alguien de un año, de 10 o de 50.

   —¿Cómo regalo principal o complementario?

   —La pelota pasó a ser un regalo secundario, como que ninguna criatura se conforma con un fútbol, quiere algo más. Es lo que percibimos en la juguetería.

   —Si la pelota es tu juguete preferido, ¿el fútbol es un juego?

   —Sí, y lo tomo como tal pese a que no me divierto cuando pierdo o cuando mi equipo juega mal. Cuando entrás a la cancha querés ganar, en definitiva el único resultado que sirve para poder disfrutar en el vestuario o en el tercer tiempo.

   “El fútbol es el juego más hermoso del mundo, más allá de que las amarguras por alguna derrota o fracaso personal te hagan estar con cara de perro unos cuentos días”.

   —El fútbol, ¿con qué otro deporte se complementa?

   —Con ninguno. Suelo mirar algún otro deporte por excelencia, por ejemplo la Copa Davis de tenis o la NBA. ¿Practicar? Me gusta el padel.


El hermano de...

   "Maxi", con 29 años, va a cristalizar el sueño de compartir plantel con su hermano Mauro, quien si el torneo de la Liga comienza, cumplirá el segundo mandato como director técnico de La Armonía.

   “Se dio algo que tanto él como yo estábamos esperando desde hace bastante tiempo. En el receso de verano hablamos bastante del tema, mi mamá y mi señora hicieron mucho hincapié y yo, que tengo el pase en mi poder, terminé aceptando porque existen otros factores que me llevaron a tomar tal decisión”, indicó “Tato”.

   “En realidad, mi papá (falleció el año pasado) quería vernos juntos, pretendía ir a una cancha y no a dos por fin de semana. Creo que este sueño es más de él que de cualquiera de nosotros”, deslizó.

   “Las cosas pasan por algo, siento de que él nos mira todo el tiempo desde el cielo, que va a estar orgulloso de vernos con los colores de La Armonía, club que siempre hizo todo a pulmón por subsistir, algo muy parecido a nuestra forma de pensar y de vivir la vida. Eso me terminó de convencer, aunque será un incentivo enorme y un gran placer ser dirigido por mi hermano”.

   —En La Armonía vas a jugar gratis.

   —Sí, este año prioricé lo deportivo. Lo hablé con la familia, más que nada con mi mamá porque está la juguetería de por medio. Ella me dio tranquilidad, me dijo que estaré bien cubierto cuando vaya a entrenar o tenga que dedicarle horas al fútbol.

   —La Armonía es el sexto equipo local en tu carrera deportiva, con dos más podés equiparar el récord del “Beto” Fernández, quien vistió 8 camisetas de clubes distintos en nuestro medio.

   —Ojalá pueda jugar diez años más al fútbol. Tengo la ventaja de tener el pase en mi poder, de elegir mi destino, por eso le diría a “Beto” que se cuide... (risas). Aunque las exigencias del cuerpo no son las mimas que a los 20 años, todavía tengo ganas de ir a entrenar y de bancarme una pretemporada. No me fijo por cuantos equipos pasé, pero ya que me lo decís, voy a tener toda la intención de destronar al gran “Beto” Fernández.

 

La anécdota

 

   ¿Qué habrá pensado el DT? "En el torneo Federal A 2015, fuimos con Tiro a jugar a Bariloche, y me tocó compartir habitación con Facundo Laumann y `Chiquito' Lezcano. Sabiendo de la timidez del arquero, con `Carucha' pensamos que le podíamos hacer, y cuando salió a buscar no sé que al desayunador, lo esperamos desnudos en una misma cama”.

   “Queríamos saber que podía llegar a pensar, ver su cara, su reacción, pero el que abrió la puerta fue el técnico (Darío Bonjour), quien al vernos en bolas cerró enseguida y se fue sin decir nada”.

   “Quedamos paralizados de la vergüenza, no sabíamos donde meternos, y nunca más lo hablamos con Darío. ¿Si pensó que...? Nooo... Con `Carucha' somos amigos muy cercanos, pero siempre nos gustaron las mujeres... (risas). Después clasificamos en el Federal A y salimos campeones en la Liga, así que esa anécdota quedó archivada para siempre. Menos mal..., ja, ja”.

 

 

La frase

 

   “Hice las menores y debuté en la Primera de Olimpo, pero jugué mucho tiempo en Tiro y por eso muchos me identifican con esos colores. No soy hincha, pero sí quiero muchísimo al club y a su gente”.


El susto

 

   Golpazo. “Jugando para Tiro, en un partido ante Pacífico de Cabildo, en el Oficial 2014, salté a cabecear, choqué con Colazo y sentí como mi cabeza se convertía en un sonajero. Caí al piso y empecé a convulsionar (NdR: no contó que mordió a Seba Mancinelli cuando intentó sacarle la lengua que le había quedado trabada en la boca), aunque me dijeron que reaccioné a los pocos minutos y que me fui caminando al vestuario. No me duché y me fui directamente al hospital para hacerme la resonancia. Ahí estaban mi señora y mi hermano, quienes me decían que no me veían bien”.

   “Sentía un fuerte dolor en la cien derecha, pero mi única preocupación era la juguetería porque mis padres no estaban en la ciudad. Mauro me dice: `tranqui, le decimos a Marcelo (primo segundo quien trabaja junto a la familia) que abra la juguetería´. Lo miré y le respondí: `¿qué Marcelo?' Imaginate la respuesta de mi hermano, `agacháte y....´ Me empecé a reir, y ahí se dieron cuenta de que no había perdido la memoria ni estaba en ninguna nebulosa. Los nervios me impedían recordar lo que tenía que hacer al día siguiente... (risas)”.

 

Sus partidos

 

216

   Presencias. Suma "Maxi" Brunelli en el fútbol de la Liga del Sur. Marcó 14 goles y vio 9 tarjetas rojas. Pasó por Olimpo, Tiro, Bella Vista, Comercial, Rosario y ahora La Armonía.

 

Video 1: Si de juguetes se trata...

 

Video 2: Ganó con trampa

 

Video 3: Gané sin trampa