Bahía Blanca | Miércoles, 13 de agosto

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Bahía Blanca | Miércoles, 13 de agosto

Patio, música, lectura, yoga, limpieza y zoom: los caminos para disfrutar del aislamiento

Treinta nativos de nuestra ciudad se animaron a contar sus experiencias en tiempos de cuarentena.

Por Mario Minervino / [email protected]

“Curiosamente ese día la columna avanzó bastante más. Coincidió con nuevos anuncios de la radio; los locutores hablaban enfáticamente de medidas de excepción que liberarían la autopista, y se hacían referencias al trabajo de las cuadrillas camineras y de las fuerzas policiales”. (Julio Cortázar, La Autopista del Sur).

   Ensayar técnicas de meditación, aprender lenguaje de señas, dar los primeros pasos en la ejecución del piano, encontrar cosas perdidas y reencontrarse con los afectos son algunas de las consecuencias que ha generado el aislamiento social. 
Inédito en sus formas y alcances, las personas se han quedado en sus casas, generando nuevas actividades o modos de desarrollarlas, con tiempos distintos y sin sentimiento de culpa.

   Casi sin imaginarlo, sin ensayo ni estrategia alguna, luego de un tiempo de angustia, incertidumbre y desorientación, muchas actividades postergadas fueron emergiendo. 

   En La Autopista del Sur, Julio Cortázar da cuenta de un embotellamiento en la autopista a París que genera que durante días decenas de conductores detenidos se comiencen a tratar y a conocer, a planear estrategias de supervivencia y generar afectos y diferencias. 

   Un día esa situación terminó y a pesar de haber vivido una situación inédita, de haber generado nuevos  usos y costumbres, bastaron unos pocos kilómetros de marcha para que todos retomaran su vida normal, olvidando lo aprendido. No hubo un antes y un después, apenas un durante, dueño de un reducido presente. 

   Terminado este aislamiento social, es posible que muchos retomen rápidamente su vida habitual, al ritmo de siempre. Pero habrá quienes hayan entendido otras cosas. Desde la fragilidad de la vida hasta la importancia de los afectos, desde el necesario tiempo para el ocio hasta la trascendencia de la meditación. 

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   Para Fabiola Buosi el aislamiento no fue total. Su trabajo como presidenta del Consejo Escolar le demandó muchas horas de trabajo. Pero el confinamiento no pasa sin dejar huellas. 

   “Revaloricé lugares de mi casa. Habitarlos  cuando antes solo los transitaba. Además, y fundamental, el tiempo compartido en familia. Volver con mis hijos adolescentes a "hacer los deberes juntos en la cocina", potenciar el dialogo y también compartir silencios”.

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   Jorge Luna, contador, vecino del barrio Noroeste, aprovechó cada día para reparar partes de su casa, como la pintura de aberturas de madera, y recuperar la lectura de libros. 

   “También este aislamiento me provoca momentos de reflexión sobre lo importante y esencial de la vida y despreciar lo superfluo. También se extrañan los contactos familiares y amistades”.

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   Para el empresario José Valle el encierro fue tiempo de generar actividades postergadas, desde iniciar una dieta, releer libros y hacer cursos a distancia. 

   “Volví a ver Los gozos y las sombras, La casa de los líos, Los simuladores y películas, sumé algo de ejercitación física y de cocinar. Lo positivo es que tuve mucho más tiempo para pensar y meditar”.

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   Como muchas personas en esta cuarentena, el periodista Carlos Velaustegui descubrió la meditación y el yoga, algo que, asegura, “le hizo muy bien”. 

 También leyó más, en particular la historia de Racing Club de Avellaneda, el club de sus amores, “desde el amateurismo hasta hoy. Eso fue bueno”.

Señas, fragilidad, placer
“Cada cual se imagina a su modo el Paraíso, yo, desde la niñez, lo he concebido como una biblioteca”. (J.L. Borges)

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   Para el abogado Maximiliano Görg, el encierro fue una oportunidad para aprender el lenguaje de señas, “es muy interesante”. También, como muchos, se ocupó de su patio, de ordenar y arreglar cosas de la casa y hasta de sorprenderse de tener una convivencia perfecta con su mujer.

    “Tantos días y horas juntos no era habitual para nosotros. Pero tuvimos ni medio conflicto, impecable”.

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   Facundo Arnaudo, ex concejal, empleado en el hospital Municipal, destaca algo común a muchos: aprovechar la tecnología para tener un contacto con los familiares. 

   “Aunque eran herramientas disponibles, no la utilizábamos cotidianamente. Que nuestros abuelos aprendan a usarlas para ver y oír a hijos y nietos es algo muy valioso”.  

   Piensa que el aislamiento tendrá un impacto en la sociedad, “vamos a sentir la fragilidad de nuestra existencia. Lo positivo sería ser mejores personas, respetuosos de la vida propia y de la del otro, solidarios y responsable.

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   Andrés Romero es ingeniero mecánico, propietario de una óptica y relojero. La pandemia le permitió aplicar sus conocimientos a favor de la causa. 

   “Me dediqué al diseño mecánico de un respirador artificial, junto a colegas de la  UTN FRBB”. 

   Pero además, en un clima que invita a pensar, administrar el tiempo se convierte en dilema. 

   “Yo preferí estar más en contacto con mis hijos y esposa. Me dediqué a cosas que me dieran placer, desde leer e investigar hasta restaurar una moto que conservo desde la adolescencia”. 

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   El veterinario Roberto Obe Giménez aprovechó el tiempo para escribir un libro sobre la Fauna Urbana en la Argentina, en respuesta a una bibliografía amplia, “pero dispersa y poco difundida”. 

   Desde el punto de vista del hobby decidió dar forma académica a su pasión por la música. 

   “Toco la batería y la guitarra, pero ambos los aprendí en forma autodidacta. Con la Cuarentena estoy adentrándome en la teoría, la producción y la composición musical”, con la idea de entender una partitura y, a futuro, tocar el piano, “el más completo de todos los instrumentos”.

Dos prótesis, ñoquis y el baile
“El patio es el declive por el cual se derrama el cielo en la casa”. (J.L. Borges).

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   El periodista Miguel Martos aprovechó para ordenar su casa, un trabajo postergado y no menor, al punto que le permitió encontrar cosas “perdidas hace años”, incluso dos dentaduras postizas. También dio rienda suelta a su gran pasión. 

   “Me puse a aprender el manejo de programas de computación de diseño gráfico y 3D para generar modelos de utilería de Viaje a las Estrellas. También practiqué piano y cuidé más y mejor mi salud”.

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   El ingeniero Diego Rossit no encontró un gran cambio con el aislamiento. 

   “Esforzarse por seguir con las mismas actividades y darse cuenta que se puede lograr es bueno. Las relaciones de familia, el trabajo, las clases de inglés, la actividad física y hasta la meditación y diversiones encontrando creatividad y pujanza para hacerlo es positivo. No obstante espero volver al encuentro personal, salir a correr en vez de hacer rutinas de Instagram, asistir a comidas en vez de buscar recetas por internet e ir a la oficina, será placentero". 

   “Si tenemos suerte, podremos abandonar la mayoría de las actividades adoptadas en la cuarentena, hasta las consideradas favorables”.

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   Lorena Zerneri es comerciante. Con el confinamiento tuvo, a diferencia de muchos, “un incremento notorio de pedidos”.  Su rutina diaria cambió, para bien. 

   “Para mí fue casi todo positivo. Mis hijos se quedan en casa, cocinamos recetas nuevas, hicimos tareas de tercer grado de Matteo y de la carrera de Aldana, además no tengo cable ni Internet así que grabamos películas y vemos cine. Por primera vez hice con mi marido una rutina de tabata, una alternativa de gimnasia que nos manda una profesora amiga".

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   Lucrecia Arceo, trabajadora de Tribunales, aprovechó las redes sociales para hacer cursos e intensificar la meditación, pasando de tres veces por semana a tres veces por día. 

   “Me conecta con mi ser y me alinea bastante, eso es lo positivo: el aprendizaje y la conexión”.

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   La periodista Anahí González descubrió sus ganar de retomar las clases de canto y que “por correr tanto entre varios trabajos” estaba desconectada de la música. 

   “También hice ñoquis caseros y una torta invertida de manzana. Disfruto el día a día con mi hijo Matteo, de 15 años, tan intensamente como antes. Eso me pareció maravilloso: El aislamiento no trajo calidad al vínculo, ya la tenía. También aprendí a grabar mis clases de yoga para compartir, escribí a personas con las que hacía tiempo tenía ganas de comunicarme y al cocinar más saludable bajé de peso, lo cual me hace replantearme lo mala que era mi alimentación".

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   El ingeniero Andrés Salvatori, un correcaminos, ex estrella de básquet de Pacífico, asegura no haber modificado mucho sus hábitos laborales, aunque sumó la experiencia de hacer gimnasia en su casa y mirar series en TV, “cosa que no había hecho”. 

   “Lo más positivo de estar en casa en familia, con tiempo "sobrante", es darle más tiempo a los rituales de almuerzo y cena, con sobremesa incluida, lo cual con la vorágine diaria es bastante complicada”. 

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   Algo similar señala el arquitecto Gustavo Lizarraga, que se dedicó a repintar su casa, lijar y barnizar persianas.

  “Todavía falta, pero tenemos tiempo. Lo hicimos con mi esposa y mis dos hijos, en equipo. También generamos más diálogo”.

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   Christian Díaz, director de  los museos de arte de la ciudad, descubrió que la alternativa digital para reuniones es muy efectiva y espera poder mantenerla a futuro “para no correr todo el día de un lado a otro”. 

   “Lo más importante es que entendí que no todo es urgente y que debemos tomarnos más tiempo para todo, respetar los espacios y los tiempos de ocio. ¿Algo inesperado? : descubrí lo divertido del baile en grupo. Con mis hijos replicamos coreografías de Just dance. He descubierto un bailarín en mí”.

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   El doctor Andrés Pinassi, docente e investigador de la UNS, menciona que este tiempo le sirvió para “manejar tecnologías asociadas a la comunicación y también para el desarrollo de actividades deportivas-recreativas en casa. 

   “Aprendí a cocinar tortas con pocos ingredientes y seguiré cocinando cosas dulces”.

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   El ingeniero Alejandro Bergé siguió su rutina –trabaja siempre desde su casa—aunque a un ritmo “slow”. 

   “Tengo un gimnasio en casa que usaba de  manera esporádica y ahora uso todos los días. Algo personal es que me gusta estar conmigo: vivo solo y esta paz que muchas veces busco en Sierra ahora la encuentro en Bahía Blanca. Lo disfruto mucho, no me siento mal para nada”.

La casa, los nietos, los colores
“Quiero el tiempo hecho plaza,/No el día picaneado por los relojes yanquis/Sino el día que miden despacito los mates”. (JL Borges)

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   El abogado y ex funcionario Raúl Woscoff  menciona que muchas cosas importantes de la historia han surgido de las cuarentenas. 

   “El Decamerón, de Bocaccio, el Rey Lear, Macbeth, Antonio y Cleopatra, de Shakespeare, y hasta los descubrimientos de Isaac Newton son hijos de cuarentenas".

   “En mi caso, colaborar con las tareas domésticas ha fortalecido mi vínculo matrimonial. Sumé la lectura de libros pendientes, sobre todo de novelistas angloamericanos del siglo XIX. La revisión de mi nueva novela es otra tarea que realizo. Adopté nuevas formas de gimnasia, que van a sobrevivir post cuarentena, y fortalecí el contacto con amigos y familiares en España, Francia e Israel”.

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   El ingeniero Liberto Ercoli, decano de  la UTN, reconoció que atender de manera virtual sus obligaciones como funcionario y docente “es muy demandante”, ya que sigue dando clases y atiende un foro de consultas y reuniones con rectores y su gabinete.

   “Lo positivo es haber recuperado vínculos, tanto familiares como de amistades. Tengo hijos, y un nieto, en España y en Buenos Aires, que cuando andamos alterados hablamos unos pocos minutos cada semana, ahora lo hacemos todos los días, porque coincidimos horarios y eso ha subido la calidad de la relación a distancia. Con algunos primos nos pasamos recetas, hablamos de nuestros padres, recordamos cosas de la infancia. Otro punto a favor es hacer gimnasia en casa. La conclusión es que hay que dedicar un poco más de tiempo a uno mismo y a los afectos”.

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   Ricardo Margo, periodista, ex titular del área de cultura del municipio, reconoce que con el aislamiento “disciplinó su día”, con más lectura, mucha música, bicicleta fija y cortando el césped. 

   “Siempre me gustó la casa pero mi vida es muy sociable. Con todo, no extraño salir, salvo el hecho de ver a mi madre o a mis hijas. Aunque suene extraño disfruto mucho el encierro”. 

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   Para el ingeniero Luis Araoz, empleado municipal, ex rugbier y futbolista, la cuarentena le permitió retomar estudios postergados, leer libros, ver series constructivas y “colaborar en actividades de la casa, sea cocinar y limpiar. 

   “Y aunque soy grande aprendí a pagar Impuestos y servicios por Internet”.

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    Algo similar vive el ingeniero Néstor Allievi, que decidió sumarse a las clases virtuales de yoga que toma su señora. 

   “Como no puedo hacer otra actividad empecé a prenderme de a poco. Lo bueno es que lo hacemos en el horario que más nos conviene y realmente es muy bueno. También aprovecho más el patio”.

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   La docente Sandra Baioni ocupa su tiempo organizando clases y material para ofrecer por los medios virtuales a alumnos e ingresantes a la UNS. 

   “Me permite generar otro tipo de relación”.

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   El ex legislador y funcionario Dámaso Larraburu se dedicó a ordenar placares, sacar libros y fotos y aprender a correr en el patio. 

   “Cambié el ritmo de vida: me acuesto y me levanto más temprano y si bien los veteranos no somos tan hábiles para la informática, pude vincularme con personas que no frecuentaba hace mucho. Cuando termine el aislamiento creo que todas estas cuestiones tecnológicas van a continuar, que vamos a un nuevo esquema también en el modo de viajar”.

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   Al arquitecto Juan Martín Corte le pegó más por su lado emocional. 

   "He reencontrado colores. Además del verde absoluto que supe descubrir en alguna selva de Brasil me he dado cuenta que existe el azul absoluto, al mirar el hermoso cielo bahiense,  y el naranja absoluto del atardecer. Es una felicidad tener menos compromisos y más tiempo para mirar”.

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   La empresaria inmobiliaria Romina Bonzini aprovechó el aislamiento para “ponerse las pilas” en la cocina. 

   “Mucha comida casera y cosas dulces. Con mi marido, Name, nos dedicamos a disfrutar de Malek, nuestro hijo de dos años. Entretenerlo es todo un desafío”.

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   Para el arquitecto y músico Roberto Bertora, el patio ha sido esencial para mejorar este encierro. 

   “Pongo agua a los pájaros y veo calandrias, horneros, torcazas, gorriones que vienen todo el tiempo. También me dedico a calibrar mis guitarras eléctricas y me reencontré con la parrilla, que hace unos meses había pensado pintarla para colgar macetas”. 

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   Su colega, Horacio Miglierina, sumó la lectura de libros, la pintura, dibujo, películas, cocina y comunicaciones por video. 

   “Una cosa positiva sería mantener esta situación de que el tiempo no me controle”.

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   El abogado y ex concejal Matías Italiano aprovechó para escribir artículos doctrinarios para revistas jurídicas. 

   “Uno relacionado a la constitucionalidad del aislamiento social preventivo y obligatorio y otro sobre el deber de brindar información sobre los precios”.