La bahiense Agustina Cavalli debió regresar de su sueño en Suiza por la pandemia
A la rider local, dos veces subcampeona mundial, se le terminó repentinamente su beca en la Unión Ciclista Internacional por el coranvirus. Pero su meta sigue intacta: "Ahora sé lo que es ser profesional y estoy más segura que nunca que quiero eso", señaló Agus ya en su casa en Bahía.
Por Mikel Iñurrategui / [email protected]
"Era muchísimo más perfecto de lo que yo pensaba, era la vida del BMX para el BMX. Era lo que siempre soñé, vivir así... Incluso ahora lo extraño bastante. No me gusta que se haya terminado así, pero agradezco haber tenido la oportunidad porque crecí y aprendí muchísimo".
La rider local Agustina Cavalli (18 años), quien fue subcampeona mundial juvenil en dos ocasiones, se encontraba viviendo un sueño en tierras suizas, más precisamente en el Centro Mundial de Ciclismo, que la Unión Ciclista Internacional tiene en Aigle, una pequeña comuna con Alpes como testigos y tiene bajo su órbita las nueve disciplinas del ciclismo.
La rutina se trataba de ir y volver en bici de la casa exclusiva para atletas, al centro de entrenamiento de élite que cuenta —entre otras cosas— con pista de BMX, gimnasio, sala de prensa, un restaurante para 120 personas y más....
"Es... perfecto", resumió Agus.
"Tuve mucha suerte —agregó— porque soy muy joven para todo lo que viví y aprendí. Estoy muy feliz de que haya pasado, estoy en buen camino y quiero aprovechar y seguir por este camino, que es lo único que tengo que hacer", se ilusionó.
La increíble postal de la pista de BMX en el Centro de Suiza.
La pandemia que atraviesa el mundo por el coronavirus hizo que Agustina tuviera que volver repentinamente a nuestra ciudad, tras un largo viaje de tres días por la dificultad que presentaba la ruta con tantos aeropuertos ya cerrados.
Una vez en Bahía, debió pasar dos semanas aislada en un departamento, antes de instalarse en su casa con su familia.
"Fue todo de un día para el otro, venía todo bastante bien. Solo se había cerrado el Centro exclusivamente para los atletas, no podía entrar nadie más. Pero como iban a cerrar el aeropuerto de Ginebra y habíamos muchos, como yo, que estábamos muy lejos de casa, si pasaba algo en el futuro no íbamos a poder entrenar y nos íbamos a quedar encerrados en Suiza sin sentido. Porque, si no podíamos entrenar, no servía de nada estar ahí. El lunes se cerraba el aeropuerto, el viernes hubo una reunión en la que decidieron eso y el sábado me fui", explicó la bahiense.
"Después de estar tanto tiempo lejos, la sensación de volver no es la mejor. Me cuesta acostumbrarme; ya había empezado a sentir a Suiza como mi hogar. ¡Fui tan feliz! Estuve tan cómoda, viví tantas cosas que cuando uno se va y vuelve a su vida anterior, un tiempito pega (sic). Pero ya estoy en mi casa, con mi familia y feliz de estar de vuelta", admitió.
Agustina Cavalli en el podio del Mundial.
—¿Cómo lo tomaste cuando te dijeron que tenías que volverte?
—Me pareció lógico; unos días antes hablando con gente de la Federación y del Enard me habían preguntado qué quería hacer, porque ya se sabía que la situación no daba para mucho más. Yo esperaba seguir normal, hasta que no me echen no me iba a ir.
—¿Cómo estaba la situación allá?
—Yo estuve en un pueblito que no creo que haya tenido casos durante ese tiempo, aunque ahora seguramente esté mucho peor. Pero no había pánico en la calle, la gente salía. Nosotros estábamos autorizados a salir, siempre y cuando fuéramos menos de cuatro. Yo tengo amigos allá y los suizos siguen entrenando.
Su llegada a ese lugar soñado
Entre tantas otras actividades, la UCI cuenta desde hace unos años con programas de entrenamientos destinados a jóvenes talentosos, detectados en los cinco continentes, que tiene como objetivo desarrollar el potencial de los atletas para permitirles progresar y participar de las competencias más prestigiosas a nivel mundial.
El gran desempeño de Agustina el Mundial de Bakú 2018 le abrió las puertas para instalarse en ese pequeño paraíso rider, ubicado a miles de kilómetros de Bahía pero que, de a poco, se transformó en su casa.
"En Bakú quedé segunda, un entrenador me vio correr y me llamó. Me explicó que una compañera de mi edad y yo eramos las únicas que teníamos futuro de las de nuestra generación. Mandaron un mail a la Federación Argentina explicando que me daban una beca completa, viviendo allá por cuatro meses, pensando en el Mundial de 2019", contó.
Agus con las integrantes del podio del Mundial 2019.
—Y en ese Mundial también saliste segunda, ¡tremendo!
—Claro. Fue un muy buen resultado para el equipo, entonces me volvieron a llamar otro año, con un plan que tenía como idea ir a Australia y hacer algunas carreras antes del Mundial, algo que ahora quedó suspendido. Como yo tenía contrato hasta ese Mundial, ya no voy a poder volver al equipo... Quizás a futuro me vuelven a llamar. Igual, yo voy a seguir por mi cuenta, eso no tengo dudas.
—¿Cómo fueron esos primeros días allá?
—Fue muy loco... Me acuerdo que la primera carrera me di cuenta que era todo muy profesional. Cuando terminé de correr, lo primero que se me ocurrió fue ir a limpiar mi bici, como hago siempre y no me dejaron: la agarró el mecánico y la empezó a limpiar él. Yo tenía que estar sentada. Me pareció increíble, un profesionalismo... Después me acostumbré a todo eso y hoy estoy convencida de que es la mejor forma de trabajar. Pero bueno, hay cosas de que están lejos para nosotros.
Las malas también enseñan
Agustina disfrutando de Suiza.
Una dura caída en una sesión de entrenamiento hicieron que Agustina deba volver por un tiempo a nuestra ciudad, luego de sufrir una fuerte contusión en la cabeza.
"Después de un salto me caí, me golpee tan fuerte la cabeza que no me acuerdo casi nada. Tuve una contusión y estuve dos o tres semanas encerrada en la habitación, a oscuras, mirando el techo, sin si quiera poder agarrar el celular, nada", recordó.
—Esas cosas también enseñan. ¿Qué aprendiste?
—Después de esa caída tenía una pretemporada organizada en Australia y la tuve que suspender. Eso me hizo entender que me va a pasar muchas veces más, es parte del deporte. El BMX es un deporte de riesgo, tengo el cuerpo en peligro todo el tiempo. Me sirvió para aprender. En esos días alimenté mucho la paciencia, me he golpeado huesos, pero la cabeza es lo peor que hay. Aparte, no podes jugar con eso, porque cabeza sí que hay una sola.
—¿Y de las cosas buenas, con qué te quedás?
—Aprendí mucho a trabajar ordenadamente. Me pareció que de esa forma se progresa y me encantó, me acostumbré bastante rápido.
—¿En que creciste desde lo personal y de lo deportivo en este tiempo?
—Personalmente crecí un montón. Cuando llegué allá tenía 17 años y era una de las más jóvenes del equipo, había gente de 26 o 27. Viviendo con ellos, crecí muchísimo desde lo personal y desde lo deportivo. Entrenando con ellos también, al principio te hacen crecer y no te das cuenta, eso es lo que logra un trabajo en equipo. Aprendí en cuanto a planes de entrenamiento, en pista y en el gimnasio, a ver mis debilidades y a trabajar, básicamente, en lo que no me gusta. Suena muy lógico, pero antes no lo hacía. Y si no te gusta, es tu debilidad y sobre eso hay que trabajar. Aprendí a priorizar algunas cosas, soy joven y tengo muchas cosas en las que trabajar y tengo que saber priorizar sobre cuales.
—¿Cuáles entendiste que eran esas debilidades?
—Me acuerdo un caso específico: antes del Mundial había corrido un Europeo en la misma pista y me quedé en semifinales, me caí dos veces... no estuvo bueno. Después de esa carrera, mi entrenador me agarró dos semanas antes del Mundial, me mostró los videos y me dijo: 'hiciste mal esto, esto y esto. Si yo te lo explico es como si hubiera una tapita ahí y yo digo que es azul y vos roja, ¡y es roja!'. Algo así, claro como el agua era, pero yo no lo veía. Me encantó porque me recontra ayudó, era algo clarísimo que yo hacía mal pero nunca lo había podido ver. Básicamente me hizo mucho más simple el deporte que yo hago. Me la estaba complicando sola. Gracias a eso me desenvolví como otra persona dentro de la pista, aprendí a hacer las cosas más simple y no complicarme tanto, que es una de mis debilidades más grandes. Estar aprendiendo constantemente es una sensación hermosa.
Siempre por más
Reconocimiento: Cavalli y Roth en el Museo del Deporte de Bahía.
Si bien retomar la secundaria que debió dejar para irse a Suiza es una de las metas, la deportiva pasa por los Juegos Olímpicos para Agustina. Tal como bromeó el día que el Municipio les otorgó un reconocimiento a ella y a Agustina Roth, otra rider bahiense destacada a nivel mundial.
Aunque para eso, entiende que su futuro deberá estar —otra vez— lejos de Bahía.
"La diferencia a nivel deportivo, es muy amplia. Yo quiero seguir creciendo y aprendiendo, así que la idea es volver a irme. Quizás sea Estados Unidos esta vez; estoy organizando algo, nada seguro, pero es la idea", admitió.
"Pude estar un tiempo fuera de casa y podría haber seguido, me pareció raro pero no extrañé —se sinceró—. Y, en parte, está buenísimo porque es lo que tengo que hacer: me tengo que ir. No es algo fácil de hacer en nuestro país, acá es imposible vivir del BMX, entonces, ya partiendo de eso sé que me tengo que ir. A mí me encanta mi vida: viajar y correr en bicicleta. Que esto me guste tanto hace que sean tan fácil los sacrificios, que a veces esa palabra no es la justa porque yo sé perfectamente lo que quiero y lo hago, entonces no cuenta como un sacrificio", admitió Cavalli.
—¿Pensás cómo fueron esos inicios arriba de la bici y ahora haber vivido esto?
—Cuando empecé ni sabía que iba a terminar acá, sinceramente no me acuerdo si cuando arranqué me gustaba. Pero si lo seguí haciendo es porque me gustó, porque las otras cosas que hacía las fui dejando. Hace muy poco me di cuenta que quería vivir de esto. Yo siempre tuve la idea de irme a vivir a otro lado. Ya acá (en Bahía) me consideraba profesional, pero lo que aprendí el último año hace que me considere una persona totalmente diferente. Y, también, me hizo tener mucho más claro que yo quiero esto. Lo que viví me ayudó a convencerme todavía más: yo realmente quiero eso. Ahora sé lo que es ser profesional y estoy más segura que nunca que quiero eso.
—¿Los Juegos Olímpicos siguen siendo el sueño máximo?
—Por su puesto, la idea es seguir coleccionando buenos resultados y veremos lo que saldrá. A Tokio no voy a poder ir, porque no estoy haciendo esa carrera, pero a París 2024, sí. Yo me considero lista para buscar cosas más grandes: Olimpiadas, Mundiales... Este año ya lo doy por terminado, así que mis próximas carreras serán en la máxima categoría (NdR: pasará a competir con mayores). Obviamente que será un paso muy grande, pero con entrenamiento se puede soñar con medallas y podios... ¿Por qué no?
La cuarentena parece ser solo un pequeño "stop" en la carrera de Agustina Cavalli a bordo de su bici y su deseos de seguir haciendo realidad sus sueños.