Bahía Blanca | Jueves, 02 de mayo

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La decisión de Levy de vivir en Bahía, el encierro y la cruda despedida de sus compañeros

El panameño eligió radicarse en nuestra ciudad, al margen de jugar en Bahía Basket. Recordó el día que le comunicaron lo que podía pasar con el coronavirus, contó cómo lo encuentra la cuarentena y algo similar que vivió de chico.

La familia Levy: Jamaal, Rosa, Yarelis y Aaliyah. Fotos: Levy y LNB.

Por Fernando Rodríguez / ferodriguez@lanueva.com

 

   Jueves 12 de marzo. Hoy hace exactamente un mes. Jamaal Levy estaba concentrado con el plantel de Bahía Basket en un hotel de Buenos Aires, a la espera de jugar a la noche contra Boca. Se levantó de la siesta, bajó a merendar, como siempre, y la noticia lo paralizó.

   “Me dijeron que los chicos (los tres refuerzos estadounidenses) se iban al otro día y que podía ser el último partido del equipo. Primero –contó- pensé que era una joda, después fui tomando dimensión y a la noche, hablando con Pepe (Sánchez), terminé de comprenderlo”.

Jamaal, contra Aguerre, en el último partido.

   —¿Lo tomaron como una despedida por adelantado o no llegaron a dimensionar lo que podía ser esto?

   —La verdad que lo tomamos como una mini despedida. Me acuerdo que cenamos juntos y después cada uno de los chicos dijo unas palabras. Ya nos sentíamos raros.

   —¿En ese momento evaluaste con tu mujer volver a Panamá?

   —No. Hace dos años que con mi familia decidimos radicarnos en Bahía, es decir que cuando vamos a Panamá es de vacaciones. De hecho, las nenas (Yarelis, de 10 años y Aaliyah, de 5) hace más de dos años que no van y yo fui solamente a jugar las ventanas FIBA (con la Selección).

   —Es decir, definitivamente sos un ciudadano bahiense más.

   —Sí, sí. Bahía es mi casa. Y cuando surgió esto no dudamos en movernos de acá.

Trabajando en casa.

   Lo cierto es que la dinámica de la pandemia modificó el escenario rápidamente, cambió la realidad del mundo y del panameño también.

   En nuestro país el último viernes se extendió la cuarentena, con todo lo que significa.

   “Lo venía llevando bien –reconoció-, pero cuando anunciaron que seguía hasta el 26, empecé a pensar mucho y la cagué; me llené de preguntas; esto te estresa y te vuela la cabeza. No me siento triste, pero sí muy raro...”.

   —¿Y el encierro?

   —Hay momentos que te ponés a pensar y como uno no tiene respuesta, trata de enfocarse en lo que puede controlar. El encierro, por suerte, no me agarró solo y puedo hablar y desahogarme con mi mujer. Uno tiene que poner la mejor cara y actitud frente a las nenas y tratar de mantenerse positivo.

   —¿Cómo hace un jugador de 2m05 para mantenerse en forma, sin salir del departamento, y compartiendo con su mujer y sus dos hijas?

   —No es fácil. Este año nos mudamos a un departamento más grande, con buena vista. Compré un montón de juegos de mesa, algo que a las nenas les gusta y también tienen mucha tarea de la escuela. Y a Rosa le gustan las manualidades. El tiempo que me queda para mí, con mi esposa decidimos entrenar, alquilamos unas pesas, ponemos un poco de música y hacemos algo en el balcón.

   —Si bien mantenés un físico privilegiado, ¿a los 37 años tenés cierta preocupación por el tiempo que puedas estar parado y las consecuencias al regresar?

   —Es una realidad, pero no lo tomo como una preocupación. El básquet en algún momento se reanudará. Los entrenamientos que hacemos me mantienen enganchado, trabajando la mente, mirando videos y charlando con el cuerpo técnico y los chicos.

En el balcón, aprovechando el buen clima para cumplir con la rutina.

   —¿Habías vivido algo similar a la cuarentena?

   —Cuando tenía seis o siete años, en Panamá teníamos dictadura, hubo una invasión norteamericana y se decretó toque de queda; pasaban los tanques por afuera de mi casa, hubo saqueos... Duró un par de días y cuando pasó, los primeros meses no había nada abierto y prácticamente no se podía salir.

   —¿Cómo la están pasando en Panamá?

   —La familia está bien; me comunico con ellos regularmente. Aunque está bastante complicada la cosa; tienen más muertos e infectados que acá. Están en cuarentena también, pero ahora se pusieron más duros; hay toque de queda después de las cinco de la tarde y durante el fin de semana nadie puede salir de su casa.