Bahía Blanca | Jueves, 10 de julio

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A Francisco Filippa el básquet lo había cansando y el mismo básquet lo rescató

Pasó seis temporadas en Bahía Basket y bajó de categoría en busca de mayor protagonismo. Su crecimiento, sus años en Estados Unidos y lo que persigue en Del Progreso, rival mañana de Villa Mitre.

Fotos: LNB y archivo-La Nueva.

Por Fernando Rodríguez / [email protected]

(Nota publicada en la edición impresa)

   Francisco mira hacia atrás y confiesa: “Antes de ir a Bahía estaba por dejar de jugar al básquet. Me había cansado; tuve muchísimos problemas en las divisiones menores por una cuestión personal, que no viene al caso contar, y ellos me rescataron; de eso estaré siempre agradecido”.

   En medio de ese mar de dudas, cuando salió a flote se vio rodeado de figuras.

   “Aproveché al máximo compartir con monstruos como Pepe (Sánchez), El Puma (Montecchia), Sepo (Ginóbili), Pancho (Jasen)... Me dio nuevamente ganas de jugar. Y tener a Mauro Polla de entrenador, me devolvió el amor al deporte”, destacó.

   “Bahía -agregó-, además del básquet te enseña a cuidar el físico, la alimentación, el descanso... Y acá continúo con esos hábitos”.

   Todo ese bagaje, el puntaltense de 24 años lo trasladó a Del Progreso de Roca, equipo con el que juega la Liga Argentina.

   —¿Qué estás aprendiendo de diferente?

   —Más que nada afuera de la cancha, porque adentro sigo rompiéndome atrás (sic) y tratando de hacer lo que puedo adelante. Pero es la primera vez que estoy lejos de mi casa, de mi familia y de mis amigos. Estoy descubriendo una faceta que no conocía, que la logré saliendo de mi zona de confort. Creo que es lo mejor que pude haber hecho. Estoy extremadamente cómodo y feliz. Y jugar me ayuda mucho.

   —Es lo que buscabas.

   —No venía jugando en Bahía y desde el receso le dije a mi representante que busque club. Después, tuve una charla con el cuerpo técnico y como se había hecho un equipo largo ya no era parte de la rotación. La verdad que fue la mejor opción que pude tomar, porque estoy con más protagonismo, por más que sea una categoría inferior.

   —Nunca fuiste un jugador protagonista, sino de rol. ¿Eso te lleva a tener otro tipo de responsabilidades?

   —Sí. El técnico (Daniel Jaule) me está dando ese apoyo. Venía de seis años de ser un jugador de recambio y, ahora, desde mi lugar, me dieron el ok para hacer. Obviamente es todo un proceso.

   —¿Vas asumiendo el liderazgo?

   —Lo había adquirido jugando la Liga de Desarrollo y quieras o no lo vas perdiendo. Volver a sentir que te escuchen y todo eso te da una fortaleza anímica importante.

   —¿Cuánto tenés que cambiar la cabeza para desarrollar ese liderazgo? 

   —Muchísimo. La cabeza me está cambiando mucho, aunque me está costando por haber pasado de ser un NN a un jugador importante.

   —¿Te sentís más completo?

   —Más completo y apreciado en el equipo. Por ahí, cuando sos un jugador de rol no te sentís tan valorado.

Fue arquero en EE.UU.

   Mientras jugaba en Altense, al padre de Francisco, que es militar, le surgió la posibilidad de trabajar un par de años en Estados Unidos. Y allá fue, en 2005, acompañado de su familia. Se radicaron en Alexandria, cerca de Washington.

   “Ahí jugué al fútbol como arquero, en el equipo de la escuela. Lo llamábamos Los Caballeros. Igual, todas las tardes jugaba al básquet en la canchita de cemento del barrio”, recordó.
De regreso a Punta Alta, volvió a Altense y después pasó por Argentino, Bahiense del Norte y Pueyrredón.

   Actualmente estudia  licenciatura en Animación Digital, después de probar con licenciatura en Sistemas.

   —¿En qué momento decidiste intentar ser jugador profesional?

   —Después de la primera Liga de Desarrollo. Antes de que Pepe (Sánchez) me hiciera el contrato, me di cuenta que tenía muchísimas ganas de hacer esto. Estaba empezando a estudiar y vivía con un amigo, lo llamé a mi viejo y le dije que quería ser jugador profesional. Obviamente tuve el apoyo total. Lo único que me dijo es que no dejara el estudio. Y la propuesta de Pepe me impulsó mucho más.

   —Con 18 años y ya incursionando en el mundo profesional, ¿significó una carga la decisión, entendiendo que cada día debías demostrar?

   —La verdad que siempre tuve la carga, algo que de a poco voy alivianando. No sé porqué tengo presión, o llamalo como quieras, pero ahora, fuera de mi zona de confort, la voy sacando de a poco y estoy disfrutando más del básquet.

   —¿Puede ser por tener más minutos, por lo cual te permiten y te permitís equivocarte más?

   —Puede ser; hablo más y disfruto. Antes era pensar en hacer mi laburo y no equivocarme. Sabía que si lo hacía mal iba al banco y no volvía a entrar. Estoy en el lugar indicado para hacer el cambio de aire.

   —¿Cómo se ve Villa Mitre desde afuera?

   —Villa Mitre se transformó en un equipo muy sólido a pesar de no tener ningún extranjero. Se conocen de memoria; los internos Pennacchiotti y Heinrich están dominando la Liga y lo tienen muy merecido, porque se matan laburando. Esa es la gran ventaja que tienen con el resto. Habrá que ver cuando lleguen los playoffs si pueden mantenerlo. Ojalá que sí.