Bahía Blanca | Martes, 16 de abril

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“Es un desafío enorme estar dirigiendo al club más grande de la categoría”

Alejandro Abaurre asumió como entrenador y Olimpo manifestó un cambio rotundo ganando dos partidos seguidos por goleada y abandonando el último lugar del Grupo B de este Federal A. ¿Qué pasó? El DT, ex jugador aurinegro, trató de explicar lo inexplicable.

Fotos: Jano Rueda y Emmanuel Briane-La Nueva.

Por Sergio Daniel Peyssé / speysse@lanueva.com

   El cambio fue muy grande y el hincha está tan sorprendido como ilusionado. Olimpo salió del infierno y parece haber vuelto a la vida en un torneo Federal A donde le costó horrores la adaptación.

   Hace apenas dos fechas atrás, el mendocino Alejandro Abaurre se hizo cargo de la dirección técnica del plantel y el equipo despertó de su letargo para encontrarse con un mundo nuevo: el de la reconversión, la superación y el triunfo...

   Goleó a Deportivo Maipú y a Cipolletti, marcó 8 goles y no le convirtieron, abandonó el último lugar de las posiciones del Grupo B y ya se empezó a escuchar: “¡ojo, se viene Olimpo..!”.

   La transformación del equipo es palpable, real y sorprendente. Estaba en la lona y abatido, pero ahora se activó, tiene confianza en sí mismo y su semblante dejó de ser de dramatismo. ¿Que pasó?

   “Cuando asumí lo primero que hice fue transmitir tranquilidad y simpleza. Se el lugar que me toca ocupar, pero siempre trato de analizar ciertas cuestiones desde el lado del futbolista. Me encontré con un gran grupo humano, con excelente jugadores que tenían una imperiosa necesidad de salir adelante. Con mi cuerpo técnico planteamos una idea, un camino a seguir. Y hubo una total predisposición para intentar resurgir de un lugar que nadie merecía estar viviendo”, fue la primera reflexión del DT aurinegro.

   —¿Vos le encontrás una explicación a semejante cambio mental, futbolístico y anímico?

   —Tengo que hablar de lo que percibí y sentí en el primer contacto con el grupo; sería una falta de respeto hablar de procesos anteriores. Pregono una idea futbolística y trato de manifestarla con la mayor simplicidad posible. Esa forma coincidió, y mucho, con las características de los jugadores que hay en el plantel. Traté de fortalecer el ánimo, tanto en la parte individual como grupal.

   “Ahora, los que lograron revertir la situación fueron los futbolistas. Si ellos eran responsables de la mala campaña, también lo son en esta remontada.

   —¿Cuál es esa idea a la que hacés referencia?

   —Me gusta que mis equipos sean ofensivos, ataquen con mucha gente y se hagan cargo de ir a buscar el resultado. No conozco otra manera; para conseguir lo que querés lo tenés que ir a buscar. Es así, en la vida y en el fútbol.

   “Olimpo es un club grande, de Primera, y no estaba preparado para lo que le tocó vivir de entrada en este Federal. Eso lo hablé con los jugadores, necesitaban una vuelta de rosca, empezar a asumir los riesgos sin pensar tanto en el ¿qué pasará? Y fui claro: `deben empezar a liberarse, con responsabilidad, creatividad y compromiso'. Entendieron de qué se trataba y se dio todo como ellos y yo esperábamos”.

   —Se nota que el mensaje es claro.

   —No tengo doble discurso, pretendo que mi equipo mire el arco de enfrente, que sea intenso, dinámico, corto entre líneas; y que ataque y defienda en bloque. Ese pensamiento coincide con las características individuales y generales de este plantel de Olimpo. Y permitió que la adaptación de uno y otro lado sea coherente y clara; y que la salida a flote sea inmediata.

   —Ahora, cuando llegaste Olimpo atravesaba su peor momento en la competencia, venía de perder el clásico... Me cuesta creer que hayas trabajado más en lo fútbolístico que en lo anímico y psicológico.

   —Siempre se hace hincapié en lo anímico, más allá de si el plantel llega golpeado o no. Este grupo tenía enormes ganas de salir adelante, pero no sabía cómo. Llegamos nosotros, se alinearon los planetas, hicimos algunos cambios y en el jugador disminuyó la presión extrafutbolística. Las ganas de resurgir y mejorar tenían más fuerzas que el golpe que habían recibido, o la situación que estaban atravesando.

   “Mostramos un camino y ellos hicieron el resto. Hubo un cambio de aire, la propuesta encajó perfecto y los jugadores elevaron la confianza y la autoestima”.

   —Olimpo estaba último, no daba pie con bola y no había reaccionado con dos entrenadores distintos. Así y todo asumiste el compromiso sin dudar. ¿O dudaste?

   —Nunca dudé en venir. Conocía la realidad, pero sabía lo que significaba Olimpo. Era asumir un desafío muy grande. Me quería ir de Mendoza, dirigir en otro lado, y salió esta bendita posibilidad en Olimpo, algo que me alegró el corazón. Además conocía el club y la ciudad. Hoy es el equipo más grande de la categoría, por lo que representa, por historia, por todo.

   “El fútbol se rige por momentos, y Olimpo tenía que despertar porque tiene una plantilla de buenos jugadores. Llegamos y los deseos se empezaron a cumplir rápido, aunque el hecho de conseguir resultados podría haber llevado uno o dos partidos.

 

El Federal, un mundo distinto

   —Cuando dirigías a Huracán Las Heras y veías que Olimpo se caía a pedazos, ¿qué pensabas?

   —El día que Olimpo cayó al Federal, los que lo íbamos a enfrentar sabíamos que ir a Bahía iba a ser ir a poner la cabeza. Cuando vi que estaba golpeado, era el momento de seguir pegándole para que no se despertara.

   “Olimpo creció mucho, se renovó, hasta sus dirigentes tenían otro modo de pensar. Estar tanto tiempo en Primera división te cambia el panorama, y es lógico que te olvides de lo que sufriste cuando estabas abajo. Con esto quiero decir que Olimpo no estaba acostumbrado a ir a canchas donde se esconden hasta los alcanzapelotas, te meten un animal para parar el partido, los vestuarios son chicos, están sucios y en algunos te tenés que cambiar en dos tandas. Se utilizan artimañas a las que Olimpo no estaba acostumbrado; en este torneo no está todo tan estandarizado”.

   “En Olimpo te brindan todo, se maneja como una entidad de primer nivel, hasta es cómodo ir a jugar al Carminatti, algo que no se encuentra en todos lados. Por eso creo que haber bajado dos categorías en un año fue un choque contra una pared, una sorpresa, un mundo distinto al que se había acostumbrado a vivir”.

   “En el Federal es todo distinto, hasta el roce físico. En esta categoría ciertas diferencias se notan más que en las divisionales de elite: la movilidad, la rudeza, la cobertura de espacios y los arbitrajes. Acá el contacto que traspasa el límite está permitido, los referís te cuidan menos. Son detalles a los que te tenés que adaptar. Si lo hacés rápido, te acomodás, caso contrario te cachetean y juegan con vos sin que te des cuenta”.

   —¿Es decir que Olimpo ya está adaptado definitivamente a la categoría?

   —Entendió lo que nosotros queríamos que entienda. Hay jugadores con muchas virtudes, con calidad y prestigio ganado. Simplemente fue acomodar ciertas cuestiones para que el combo empiece a funcionar. El equipo va ganando confianza con nuestra propuesta como bandera.

   “Olimpo es un equipo agresivo, ordenado, intenso a la hora de recuperar la pelota y con vocación ofensiva. Los once que entran a la cancha deben ser protagonistas, asumir las responsabilidades, correr riesgos y encontrarle soluciones a los detalles. Por suerte el grupo reaccionó de inmediato y ahora sabe lo que quiere. Se dio todo junto: el ajuste, el funcionamiento y los resultados. Estoy satisfecho, han superado mis expectativas”.

   —Dicen que un buen equipo se arma de atrás hacia adelante, y Olimpo está firme en defensa desde que vos te hiciste cargo del equipo.

   —Los buenos equipos se arman de atrás hacia adelante, pero defienden de adelante hacia atrás. Buscamos solidez en todas las líneas: la idea es que si el delantero erra frente al arco rival se sienta respaldado por la seguridad que transmiten sus compañeros del medio y del fondo. A su vez, el delantero tiene que convertir para ratificar esa solidez de la que hablamos. El fútbol siempre termina en los arcos: ganás haciendo goles y festejando que no te los hagan.

   —Con todo lo que había pasado, ¿cómo convenciste a los jugadores de que empezaba un torneo nuevo de 11 fechas?

   —No fue fácil que entierren el pasado, pero debían pensar hacia adelante porque el tiempo se seguía consumiendo. Les pedimos que hagan su propio torneo, que quedan 33 puntos y que había que sumar mucho. Para eso debían cambiar el chip, el objetivo y poner foco en otro horizonte. Entendieron que debían jugar todas finales, sin hablar de permanencia ni clasificación. Antes que nada debemos conseguir resultados positivos para salir de un lado y ubicarnos en otro.

   “Ojalá podamos clasificar, pero lo que más queremos es salir, consolidar una idea y un equipo. El fútbol es muy versátil, hay que encontrar una regularidad y aferrarse a las rachas, las que no podés esperar, las tenés que ir a buscar”.

   —¿Por qué el cambio de arquero (Guido Villar por Pablo Fernández) en tu primer partido como DT?

   —Fue una decisión personal, puramente táctica. Había que hacer algunas modificaciones para conseguir una reacción, que el equipo de un vuelco, tenga un desahogo, se empiece a sentir bien. A veces las decisiones son injustas, pero hay que tomarlas por el bien de Olimpo como institución, que está por encima de todo, incluso del plantel.

   “Me incliné por Villar porque pensé que podía aportar mucho en el partido que se venía (Deportivo Maipú); fueron cambios tácticos pensando en mejorar. Hablé con los dos arqueros y les manifesté que la decisión era personal y estrictamente deportiva, que no tenía nada en contra de ellos porque son excelentes arqueros. Creía que el equipo necesitaba un cambio, que los jugadores se sientan cómodos y tengan todo el respaldo y confianza”.

   “Olimpo estaba en una situación crítica y no podíamos andar evaluando jugadores o ver las diferencias entre ellos. El grupo quería salir de ese lugar, no era momento de andar polemizando por las decisiones y los cambios que se generaron. La idea era preservar al plantel y que todos juntos intentemos sacar la situación adelante”.

 

Volvió, dos décadas después

   Alejandro Abaurre jugó el Apertura 2002 en Olimpo. Sumó 13 presencias y marcó un gol, antes de irse a Quilmes en el receso, lo que posibilitó que al aurinegro llegue Cristian Castillo, clave en la permanencia de la escuadra bahiense en una temporada que empezó a los tumbos pero que tuvo final feliz.

   —¿Cómo encontraste a Olimpo después de casi 20 años?

   —Distinto, con un estadio espectacular y un predio que se perfeccionó para la alta competencia. Olimpo es de Primera, y por eso en este club conseguir algunas cosas es más sencillo que en otros. Acá se trabaja a nivel súper profesional y no hay que renegar por nada.

   “Me encontré con mucha gente distinta, pero con Julio (Escamilla) firme en la administración y Angel Tuma (el presidente) en otra función...(risas). Estoy feliz de estar acá”.

   —Antes de asumir viste a Olimpo en el clásico con Villa Mitre. ¿No te asustaste?

   —No. Mirarlo de afuera es muy distinto a cuando estás adentro. La parada no era fácil, pero me di cuenta enseguida que el jugador quería salir adelante, que estaba cansado de perder, que tenía una mochila muy pesada de sensaciones horribles. Comprendí la situación, pero le metí para adelante porque había ganas y ánimo.

   “Lamentablemente antes del clásico hubo una muerte y eso si me asustó. No por Olimpo, sino por ver que la sociedad está enferma. Hay mucho nerviosismo y encontrás situaciones tristes en lugares que no tienen que existir. El fútbol no tiene que ser más un lugar de descarga de tensión social”.

   —¿Clasifican?

   —Es importante ganar el domingo. La frase es vieja, pero en este Olimpo pensamos partido a partido. Lograr lo que nos propusimos, que no va más allá del rival de turno.

 

 

La frase

 

   “En esta categoría, donde no tenés tanta información sobre el rival, vale mucho lo que uno hace. Si encontramos un camino, hay que seguir por ese camino”, dijo Alejandro Abaurre.