Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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Deliberados signos de distensión para aventar el “doble comando”

La columna semanal de Eugenio Paillet, corresponsal de La Nueva. en Casa Rosada.

Archivo La Nueva.

   Cuentan confidentes de la Casa Rosada que las últimas dudas que había entre ellos respecto del manejo del gobierno y de los roles que les compete a cada uno, si es que efectivamente tales diferencias existían en medio de catarata de análisis y trascendidos sobre el fondo de esa relación, terminaron de zanjarse durante aquel desayuno del viernes pasado que se extendió por espacio de casi tres horas.

   Allí, en el comedor del edificio Jefatura de la residencia de Olivos, Alberto Fernández y Cristina Fernández pusieron en claro “todos los tantos que tenían que poner sobre la mesa”, según uno de los funcionarios que por su rol dentro del entorno presidencial tuvo acceso a esa reunión y a parte de los diálogos.

   Lo primero que se refleja en esas confidencias, y que tanto el presidente como en general todo el gobierno busca que se haga carne en los medios y la sociedad, es que no hay tal “doble comando” entre Alberto y Cristina. Y ponen como ejemplo de esa verdad para ellos incontestable dos cuestiones: el tema de la deuda y la negociación con el Fondo Monetario Internacional y las causas por aplicación del lawfare que hoy mantiene presos a varios de los más connotados funcionarios de la gestión de los Kirchner entre 2003 y 2015.

   Punto uno. Cristina no se baja de su reclamo para que el Fondo acepte una gran quita de la deuda tanto con el organismo como con los tenedores privados de bonos, que en las oficinas del instituto Patria dicen que debería ser no menor al 40/45 por ciento. Alberto a su vez convalida los dichos de su jefa y mentora, en especial la andanada que le dedicó al organismo durante su reciente viaje a Cuba, pero a la vez pide racionalidad a los acreedores para poder arreglar el tema de la deuda y empezara pensar en volver a crecer.

   Punto dos. En el caso de los detenidos del kirchnerismo, Cristina convalida en la intimidad que se trata de presos políticos victimas de, sostiene ella, aquella persecución de jueces y fiscales en complicidad con el gobierno de Mauricio Macri, y entiende el reclamo de quienes se consideran afectados como Julio De Vido, Luis D´Elía, Amado Boudou y Milagro Sala, los cuatro “emblemas” de esa cruzada.

   Alberto, y lo acaba de hacer en un video que subió en las últimas horas a la red Twitter, comparte de algún modo esa visión de la vicepresidente pero se mantiene en sus trece: no se trata de “presos políticos” sencillamente porque no fueron detenidos sin proceso y por orden del Poder Ejecutivo, sino detenidos arbitrariamente que bien podrían haber esperado los procesos de sus respectivos juicios en libertad.

   “Doble comando seria si ambos pensaran exactamente lo mismo sobre determinados temas y Alberto debiera ser el ejecutor de ese timón a cuatro manos porque es el responsable del Ejecutivo, acá no ocurre nada de eso”, dice aquel confidente.

   Para ampliar el concepto, se sostiene en el gobierno que el presidente escucha “una y mil veces” a Cristina y que así ha ocurrido en los dos casos puntuales que según parte de los medios y un puñado de analistas “los enfrenta”, como el tratamiento del tema de la deuda y los políticos presos por caso de corrupción. Pero “no hay imposición de nada”.

   Es decir, Alberto impulsará su decisión de acordar con el Fondo Monetario y los acreedores privados dentro de bases sustentables, que es lo que pregona Martín Guzmán más allá de algunos previsibles discursos de barricada como cuando estuvo en el Congreso. Y en el caso de las detenciones, insistirá que son arbitrarias y propiciara, de hecho ya lo hace, que sea la Justicia y no el poder político de turno el que dirima esa cuestión.

   En la práctica, y a partir de hechos y dichos recientes, pereciera que Alberto toma posiciones más cercanas al pensamiento de Cristina. Y no al revés. En ese tránsito hay que recordar que obviamente los recelos entre cristinistas puros y albertistas de la primera hora no han cambiado. Acaba de pasar con la difusión del video en Twitter del presidente, donde “comprende” a la vicepresidente en sus críticas al FMI. Al tiempo que se alinea con el Fondo en temas como el ajuste a las jubilaciones o el fin del congelamiento tarifario, viejos reclamos del organismo.

   Algunos malintencionados sugerirían que Alberto subió el video a las redes “porque Cristina le pidió que lo hiciera”, tal vez durante aquel largo desayuno En Olivos. Ese rumor de pasillo hizo explotar a un funcionario con despacho en el primer piso de la Casa Rosada. “Agarren los archivos y van a ver que Alberto decía lo mismo en 2019 cuando todavía ni siquiera había ganado las PASO”, se enojan ante algunos estertores de fuego amigo que todavía persisten.