En tiempos de incertidumbre, Sofía es todo lo que está bien
Perseverante y comprometida con la Iglesia, desde los 13 años se dedica a dar catequesis en la capilla del Santísimo Sacramento. Quienes la conocen, la definen "como un ser especial, de una fe inquebrantable"
Laura Gregorietti / [email protected]
Hace unos 7 años llegó a la capilla del Santísimo Sacramento de la mano de su mamá, una niña rubia de mirada curiosa, que observaba todo con singular detalle. Enseguida le gustó, la sintió su casa, y supo que era su lugar.
"Empeñada estudiante de las clases de catequesis, se desenvolvía perfectamente haciendo sus láminas, respondiendo preguntas que hacía el sacerdote en la misa, leyendo las lecturas -algo difícil para una niña de 8 años- y empezó a hacerse cargo del Salmo. Después de las peticiones, comenzó a llevar las ofrendas, estaba al toque en cuanta cosa le pedíamos las catequistas y así transcurrieron sus dos años de formación hasta que le llegó el tiempo de recibir a Jesús Sacramentado. Y lo hizo con un amor distinto, diferente, viviendo a ese Jesús que entraba por primera vez en su corazón", cuenta su maestra y guía en la capilla, Mirta Mendizábal.
Mirta Mendizábal y Sofía
A meses de cumplir en marzo sus 15 años, hoy Sofía Albizua Grosso cuenta que su llegada a la capilla fue por elección propia y gracias al apoyo que tiene de su mamá Florencia.
"Ella fue la que me guió en el camino de la fe. Siempre en casa nos dio el espacio a mi hermano Tomás y a mí para que elijamos seguirla o no, era un decisión que quedó en cada uno. En mi caso, yo pedí formar parte de esta comunidad cristiana católica, en esta capilla bellísima llena de gente de gente linda, con la que sentí una conexión inmediata apenas entré", cuenta Sofía.
Desde muy pequeña su mamá y su niñera le hicieron conocer a Dios, a Jesús y a la Virgen María. Pero recién a los 9 años pudo adentrarse en ese mundo de fe que a ella tanto la deslumbraba.
"Al día de hoy no puedo explicar lo que viví al tomar la Primera Comunión. Fue algo muy especial, mi corazón estaba lleno, me sentía completa. Terminé catequesis y seguí con la Confirmación, ahí tomé contacto con Mirta Mendizábal, una hermosa persona que me acompaña siempre y fue mi maestra en este camino. Pero cuando terminé me quedé pensando en qué podía hacer para seguir conectada, además de colaborar con la limpieza y otras cosas, y ya con 12 años se me vino a la cabeza la idea de ser catequista, porque tengo la suerte de llevarme bien con los chicos además de tener buena conexión con Jesús", agregó entusiasmada.
Por su parte, Mirta manifestó lo honrada que se siente de haber sido su catequista y de que Sofía elija seguir siendo parte de la comunidad.
"Fue una fiel seguidora en la Confirmación. La sintió, la vivió, investigaba, preguntaba, quería saber, siempre encontraba momentos para hacer preguntas importantes sobre la Biblia. Sofía vivió y sintió la fe, la enraizó en su corazón de manera profunda. Siguió viniendo a pesar de haber terminado todo. Se alistó como monaguilla, hizo la promesa, se consagró al Señor y ama mucho a mamá María".
Entre tanta emoción, la iglesia San Roque autorizó a Sofía a dar catequesis, en primera instancia, como ayudante de Carina Foresi y de Melanie Cornejo, quienes tenían a cargo un grupo.
"Carina es la mamá de Melanie, mi madrina de confirmación, de ellas aprendí un montón de cosas! Pero con el tiempo tuvieron que dejar la catequesis porque se les superponían los horarios con el grupo Misionero de Meli y el Club de los Peladitos de Carina. Entonces, nuevamente Mirta salió en mi apoyo como respaldo de un adulto responsable, aunque las clases quedaron a mi cargo. En mayor parte lo que intento es que los chicos, a través de juegos y actividades en grupo, en este contexto, aprendan lo importante que es querer al prójimo como a uno mismo, a ser buenas personas y a llevarse bien entre ellos".
Sofía confiesa que en la primera clase de catequesis que tuvo a su cargo, cuando los chicos la vieron se sorprendieron. Parecía una alumna más y no una maestra.
Fotos Comunión gentileza: Aldo Dilda
"Pero noté que les gusta compartir con alguien de su edad, que usa sus mismas palabras y tiene gustos similares. Se reían y me aceptaron desde el principio. Claro que me lleva tiempo preparar una clase y a veces organizarme con las tareas del colegio, los horarios de hockey y alguna salida con amigas. Sacrifico muchas cosas, pero no me quejo porque fue y es mi elección hacerlo, porque el hecho de poder transmitir todo lo que siento y como vivo la fe me emociona. Sin ir más lejos el año pasado, cuando a mi mamá le diagnosticaron cáncer de mama, fue muy difícil para mí y me acerqué más todavía a Dios y en cada análisis que salía bien, yo sabía que El la estaba protegiendo. Lo mismo con Meli, la monaguilla de San Roque con su enfermedad, porque Dios también la curó y esos son actos milagrosos que nos demuestran que nunca nos abandona".
Si hay algo que sorprende a cualquiera que escucha hablar a Sofía, es la fe inconmensurable que tiene.
"Puedo asegurar que tiene tanta fe y amor para dar que no importa su edad, solo su corazón. Y la fe es algo que no se adquiere en ningún lugar, ni las personas más ricas del mundo pueden ir a comprarla. La fe la sentís o no, y Sofía la siente, la vive y Dios quiera que el Señor siga iluminando su camino y que Mamá María la siga llevando de la mano porque en nuestra comunidad la necesitamos, la queremos, apoyamos y acompañamos. Y deseamos su perseverancia por sobre todas las cosas, pero también su felicidad, que está visto que es sembrar en el corazón de los niños la misma fe que ella tiene", agregó Mirta.
El padre Varghese (Jorge) Kalambattukudy, también sumó a agradecimientos "a la joven y enérgica catequista Sofía".
"Agradezco su servicio y dedicación, es un regalo para la capilla Santísimo Sacramento. Los padres de los niños también agradecen haber tenido una catequista tan comprometida que es ejemplo para los pequeños".
Si bien este año las clases de catequesis fueron por Zoom, nadie faltaba a su clase virtual y el 12 y el 16 de diciembre, dos grupos de niños tomaron su primera Comunión.
"¡Jesús me fue cruzando con un montón de gente hermosa! Se nota que El está en los corazones de cada uno, vayamos o no a misa, en cada oración que rezamos, en cada cosa que hacemos. Mis amigas dicen que están orgullosas de mí, me apoyan y nadie me juzga por lo que pienso ni yo a ellas y eso trato de transmitirle a los chicos, que Dios nos quiere buenas personas, amando y respetando al otro en sus diferencias y que sepan que el El está ahí para nosotros, siempre".
En palabras de Mamá
"Sofi es un ser muy especial, de fe inquebrantable, que nació de ella. Cuando hizo su primera Comunión dijo 'que fue el día más feliz de su vida'. Ella es una fiel seguidora de Jesús y María, le encanta ir la capilla, limpiar, preparar las clases para sus alumnos y ama estar con Mirta, que también es un ser especial. Tiene una llegada con los chicos increible".
Mamá Florencia, Sofía y Mirta
"Más allá de cumplir a la perfección con su colegio, ella se toma el tiempo para estar con sus chicos, les transmite el amor por Dios, les hace juegos, da una catequesis poco convencional donde le explica las cosas a los nenes con sus palabras, calculo que por eso tiene tanta llegada con ellos".
"Cada golpe que le dio la vida en vez de alejarla de la iglesia la acercó más. Porque cuando se enteró de que su amiga Meli tenía cáncer rezaba, rezaba y se dormía rezando. Y cuando pasamos por mi enfermedad, igual. Y se nota que alguien la escucha porque le conceden todas las sanaciones. Eso hace que su fe sea inquebrantable".
"Es perseverante en todos los aspectos de la vida, comprometida contodo lo que encara, quizá por eso también los papás de la Catequesis están contentos con ella y la acompañan en todo lo que pide o hace. Estoy muy orgullosa de ella".