Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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Lo invisible

Los microbios, las enfermedades y la vacunación.

Por María Florencia Daneri / Especial para La Nueva.

   Corría principios de 1700 cuando alguien miró por primera vez una gota de agua de un florero a través de la lente de un microscopio. Nadie hubiese imaginado lo que vio, millones de seres diminutos que se movían! Este fue el primer paso hacia el descubrimiento de un mundo invisible lleno de vida: el mundo de los microbios. En ese momento nadie podía imaginar el poder de esos pequeños seres, ni la importancia que poseían en nuestra vida. Nuestro sentido común nos indica que le debemos temer a las cosas grandes y amenazantes, como una animal salvaje o una gran tormenta y que las cosas pequeñas no suelen ser una amenaza, en este caso no podía estar más equivocado...

   Ya durante la primera epidemia de sífilis (una enfermedad de transmisión sexual causada por una bacteria) que asoló Francia durante el 1540 había surgido la idea de que el contagio de la enfermedad se daba mediante algo vivo, aunque no se sabía qué era, que transmitía la enfermedad a través de objetos contaminados e incluso el aire. Esta idea chocaba con las creencias de la época, que decían que la enfermedad provenía de adentro del cuerpo y que se daba por un desequilibrio interno.

   Alrededor de 1850 comenzaron a implementarse las primeras medidas antisépticas. En el Hospital General de Viena, y luego de muchas observaciones, se llegó a la conclusión de que la mortalidad de los pacientes aumentaba si los médicos los atendían luego de haber tocado algún cadáver. Se concluyó entonces que "algo" que provenía de los cadáveres y quedaba en las manos de los médicos era el responsable. Obligaron a los médicos a lavarse las manos con frecuencia y las muertes bajaron. Pero aun faltaba lo fundamental: conocer que era ese "algo" invisible que era capaz de enfermar, e incluso matar.

   Mientras tanto en Paris, alguien trabajaba sin descanso. Ya para 1880 Louis Pasteur había logrado aislar y observar el microorganismo responsable del cólera de las gallinas (un mal que podía matar hasta el 90 por ciento de un gallinero), es más había conseguido disminuir su virulencia inyectando en las gallinas microbios debilitados. Entusiasmado por los resultados obtenidos, aplicó el principio de la debilitación de los gérmenes para preparar un tratamiento contra la rabia, enfermedad infecciosa mortal que afecta a los perros pero que pueden contraer las personas si son mordidas por un perro enfermo. La rabia significa en latín locura, ya que el virus viaja desde la mordedura por los nervios hasta el cerebro, donde genera los síntomas como convulsiones y babeo. Estaba experimentando con perros cuando en julio de 1885 le llevaron un niño de nueve años, que había sido mordido por un perro rabioso. Pasteur aceptó el desafío y experimentó su tratamiento en el niño... fue un éxito!. Había nacido la vacunación moderna.

   En aquel entonces ni Pasteur sabía por qué funcionaba la vacunación, esta respuesta llegaría con el nacimiento de la inmunología y la comprensión del funcionamiento del sistema inmune. Poco antes de morir, en 1895, Pasteur dio una conferencia a jóvenes estudiantes donde dijo que la ciencia traería "la felicidad al mundo"...será cuestión de creer.