Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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Alejandro Otero: “Nosotros, los grandes, tenemos los recursos para ayudar a los chicos”

Más allá de la docencia y la psicología, ésta última al cabo su profesión actual, Alejandro Otero desarrolla Trabajo Social desde hace muchos años en el ámbito de la niñez.

   Más allá de la docencia y la psicología, ésta última al cabo su profesión actual, Alejandro Otero desarrolla Trabajo Social desde hace muchos años en el ámbito de la niñez.

   De hecho, desde hace poco más de una década es el alma mater del Hogar Rincón de Nuestros Sueños, un espacio cuyo nombre lo dice todo y da por sentada su acción de contención.
   
    Bueno, justamente Alejandro es quien lidera ésta y otras acciones. Siempre en función de sacar adelante a jovencitos en estado vulnerable. Y otorgarles herramientas y hacerles entender que un mundo mejor para ellos es posible. 
 

En doce conceptos

1. “Trabajar con chicos, adolescentes, tiene un ida y vuelta permanente. Cada cosa que se va logrando con ellos es reconfortante. Tratándose de chicos, hasta los fracasos ayudan a crecer. De pronto eso de portarse mal y que uno en ese momento los pueda sostener, viendo que así el chico encuentra ciertas seguridades que le cambien un poquito lo que les viene pasando, son marcas que uno deja”.

2. “Con el tiempo nos encontramos con chicos egresados, ya padres, y nos cuentan: ´¿Por qué en aquel entonces no les di bolilla? Ahora me encuentro diciéndole a mi hijo, lo mismo que ustedes me decían a mi”.

3. “Lo importante frente a los chicos es mostrar coherencia. Antes de que el chico entre al Hogar tenemos el requisito de ir a visitarlo primero. Lo primero que le demostramos es ´yo no miento´. ´Si yo te puedo decir que sí es sí, si te digo que no es no, si yo no sé no sé. Y si te digo voy a averiguar voy a averiguar’. Eso se transforma en la primer seguridad que es ´la palabra vale’. Lleva tiempo, pero funciona”.

4. “Todo el sistema de niñez, ya sea estatal o en nuestro caso una ONG, interviene cuando ya se vulneró el derecho del pibe. Muchos de esos casos no tienen que ver con que los padres son malos, no lo quieren o no tienen ganas. Sino que esos padres, por algún motivo, en ese lapso de tiempo no pudieron dar contención”.

5. “Estamos trabajando con chicos de una complejidad mayor. Situaciones en las que la fragilidad emocional excede lo habitual, con una forma de manifestarse más compleja en lo convivencial. Si nos traes a un chico que ha tomado como costumbre robar, estar con un arma o pelearse porque supone que tiene que hacerlo todos los días para sobrevivir, nuestro dispositivo no tiene nada para ofrecerle. Pero hay otros que sí, que trabajan genial. Ahora si yo les mando a un chico que, por ejemplo, le corrés un poco la copa y estalla, aquellos chicos con todo lo que vienen cargando no pueden tolerar esa situación, entonces juntarlos rompería todo ese dispositivo”.
  
6. “Los recursos que tenemos los proporciona el Estado. Tenemos a un chico que necesita acompañante terapéutico prácticamente las 24 horas. Obviamente la familia no tiene una obra social para contenerlo. Entonces si no aparece el Estado ahí, para auxiliarlo, está en problemas. Ese chico va a empezar a hacer ruido. ¿Y dónde? En la calle”.

7. “Yo adopté a un niño de 11 años. Cuando nos anotamos con mi mujer para adoptar, dijimos que no podíamos tener a un chico con discapacidades motoras por el lugar en el que vivíamos, pero sí que podíamos adoptar a un chico con problemas psiquiátricos, con HIV o con alguna enfermedad. Hay que ser muy responsable porque después no hay marcha atrás, no se puede devolver a un chico adoptado y tomarlo simplemente como un fracaso. Por eso uno comprende cuando muchos padres tienen miedo y se ven incapaces de adoptar a niños con ciertas complejidades, porque simplemente no se ven preparados para poder hacerlo”.

8. “El Hogar se armó debido a cuatro grupos de hermanos que estaban en el Patronato de la Infancia e iban a terminar separados. Nos ofrecieron armar el Hogar. Sin personería jurídica, no teníamos nada. Así surgió la idea de fundarlo como una cuestión de emergencia, por un tiempo. Armamos la ONG y empezamos a funcionar como corresponde y ya llevamos once años trabajando”.

9. “El cuidador es clave en nuestra labor. Está pendiente prácticamente las 24 horas del chico. Es el que lo cuida, el que le cocina, el que ayuda a limpiar. Se preocupa y se angustia. Y si un chico se pone agresivo le pone el cuerpo. Si está triste es el que lo consuela. Y si a la noche tiene miedo a la hora de ir a dormir se pone al lado de la cama para tomarle la mano y contenerlo. Es esa la gente que hace el Hogar. A mí me toca dar la cara por ellos”.

10. “Hace cinco años perdí a mi mujer por una enfermedad. Era psicoanalista, trabajaba en escuelas especiales y en un instituto laboral. En un momento se encontró con varios chicos que eran limpiavidrios y les propuso que se incorporen a un lavadero. Y la realidad era que el lavadero les pagaba menos que lo que ganaban en una esquina. Ese es un tema, pero existe otro que es fundamental: la posibilidad de expresarles un sueño por más pequeño que sea y que éste sea realizable”.

11. “Si lo que uno hace no le da combustible, uno no se levanta al otro día. Para mí el combustible podría ser el dinero, entonces por allí trabajo de algo que no me gusta porque cobro bien y me puedo ir a un crucero. O por allí poder darle de comer a mis hijos es el combustible que me hace levantar todas las mañanas. Después está el trabajo que a uno lo gratifica de otra manera, que le da un sentido a tu vida. Ese es mi caso”.

12. “Una persona cercana al Hogar, con un buen pasar económico, me contaba que había empezado a los 8 años vendiendo diarios. Por entonces, la calle tampoco era segura para esa edad. Me contaba cómo lo rescataron y lo ayudaron a salir adelante. El vecino que tenía enfrente que le daba de comer, en la escuela el sándwich de mortadela con cascarilla, cómo un montón de cuestiones que le ayudaron a salir adelante. Había una verdadera red de contención que le permitió salir. Un mundo de oportunidades, como ser diariero, canillita. Un futuro soñable y la plataforma para poder lograrlo. Sino damos eso, los pibes se preguntan: ¿para qué voy a estudiar geografía, historia… No me interesa, si cuando llego a casa paso frío, no tengo qué comer y no me dan bola o me cagan a palos’. Nosotros, los grandes, tenemos los recursos para ayudar a esos chicos. Y para que esos chicos salgan adelante el verdulero de la esquina los tiene que tratar bien. Tolerarlos. Cuando yo era chico el vecino no se bancaba que yo andaba todo el día con el karting a rulemanes, pero no me pegaba ni me insultaba por eso”.

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