Bahía Blanca | Viernes, 04 de julio

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Daniela Katz, de Bahía Blanca a Tel Aviv en busca de un futuro mejor

Junto a su novio rosarino, decidieron instalarse en Israel para comenzar un proyecto de vida juntos. "Acá hay trabajo para todos, no hay inflación y puedo caminar por la calle tranquila", contó.

En el Muro de los Lamentos, el sitio más sagrado del judaísmo.

Laura Gregorietti

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   "¿Argentina? ¡Messi, Maradona, Te amo!

   Las primeras reacciones de los israelíes al cruzarse con un argentino hacen referencia a dos cosas: fútbol y televisión. De hecho, el "Te amo" que sueltan los locales con una sonrisa es una de las tantas frases que sumaron gracias a la amplia difusión de las telenovelas de Cris Morena como "Chiquititas".

   Israel, un país con 9 millones de habitantes, geográficamente más chico que la provincia de Tucumán, se ha convertido en el nuevo destino de los jóvenes latinoamericanos, en especial los argentinos, que este año incrementaron sus consultas de visas y trabajo en un 100%, según cuenta la Agencia Judía.

   "La gente acá es sumamente atenta y muy cálida. No son de juntarse ni abrazarse, menos ahora con el Coronavirus, pero la verdad es que son súper buenas personas. Cuando llegamos y nos mudamos a un departamento sin nada, cuando se enteraron que éramos inmigrantes nos empezaron a llegar muebles, heladera, cama, cocina, casi todo lo que tenemos es donado", contó Daniela Katz, 22 años, hija de la pareja de tango más reconocida de nuestra ciudad, Sergio y Adriana, quien se instaló en Israel en 2019 para vivir junto a su novio, Román Karlin, oriundo de Rosario.

   Ambos se conocen desde 2012 gracias a los campamentos de Hejalutz Lamerjav, la Organización Judía de Educación No Formal de Argentina que en 2016 los llevó durante un año a vivir Israel para conocer el país donde tiempo después se pusieron de novios.

   En ese viaje, Daniela recuerda una experiencia que vivió, como parte del programa y que consistió en hacer un voluntariado.

   "Dentro de ese plan nos tocó trabajar con los chicos de una colonia de vacaciones y luego ir a una perrera a jugar, limpiar y darles de comer a los animales. Allá hay muchos gatos en la calle, pero perros no. Todos llevan un chip y cada dueño se hace cargo de su animal. Y si lo encuentran suelto va a la perrera y si no lo retiran, lo ponen en adopción.

   "Nuestra idea fue siempre buscar un futuro mejor, un lugar donde podamos desarrollarnos en lo que nos gusta. Por eso ni bien llegamos a Jerusalén, ambos nos pusimos a estudiar hebreo, ya que teníamos una base pero no era suficiente. Hicimos el curso, llamado 'Ulpan', Román tomó uno de 6 meses y yo uno más intensivo, de un año, y cuando terminamos vinimos juntos a Tel Aviv", contó.

   El plan de estudio de Daniela contemplaba además del idioma hebreo, la posibilidad de tomar clases de historia y matemática.

   "La experiencia de estar viviendo en el campus de la Universidad Hebrea de Jerusalem fue muy intensa. Eramos 5 chicas de distintos países -una rusa, una china, una norteamericana y una francesa-  que logramos hacer un intercambio de cultura increíble".

   Según aclara Daniela, y "dicho por los propios israelíes", el hebreo no es un idioma para nada sencillo.

   "Y por más que te la puedas arreglar con el inglés, acá valoran mucho que puedas comunicarte en su idioma. Y como las ganas de seguir aprendiendo y progresando pudieron más acá estamos, con ganas de quedarnos a vivir y generar un proyecto de vida juntos".

   Además, cuenta que los jóvenes, cuando egresan de la escuela secundaria, sin importar el sexo, se enrolan en el servicio militar, que es obligatorio y su novio Román, no fue la excepción.

   "Por la edad en la que llegó a Israel, tiene que cumplir con dos años pero el decidió firmar 8 meses más y hacer el servicio completo como cualquier israelí  y en mi caso, ya estoy exenta de hacerlo. La unidad especial en la que se encuentra se llama 'Tzanjanim' (Paracaidista) y está muy a gusto, se hizo un grupo increíble de compañeros que lo ayudan y lo contienen, y por ser soldado solo -es decir, sin familia viviendo acá- el Ejército le brinda muchos beneficios como dinero extra, tarjeta para el supermercado, regalos en las fiestas judías y demás".

   Por su lado, Daniela, mientras disfruta de la compañía de la gatita "Kala", adoptada en Tel Aviv, cuenta que desde hace 4 meses trabaja en un jardín de infantes, mientras espera su oportunidad para ingresar a la Universidad a estudiar diseño de Indumentaria.

   "Estoy muy feliz porque el jardín es el mejor lugar para sumar vocabulario y mejorar tu idioma, los niños te corrigen y sin saberlo te ayudan mucho y a su vez los padres están contentos porque yo les enseño y les canto en español".

   Los trabajos, -agrega- sobre todo para los jóvenes, se consiguen muy rápido ya que existen muchas oportunidades laborales en todas las ramas.

   "Acá difícilmente no consigas trabajo. Si no encontrás en lo que buscás, podés hacer tiempo trabajando de moza o en algún negocio. Te mantenés activa, ganás dinero y nadie te hace problema porque están acostumbrados a los estudiantes que trabajan por un tiempo y se van".

   En el "mientras tanto", el Estado de Israel ayuda mucho a los recién llegados "olim jadashim" (nuevos inmigrantes).

   "Los primeros 6 meses te dan dinero para pagar un alquiler y comida. También tenés derecho a hacer los cursos de idioma y te dan 6 meses de de seguro de salud gratuito".

   El consejo de Daniela para los jóvenes que quieran trabajar en Israel es de ir a "probar".

   "Estamos en un época de nuestras vidas en las que vivir nuevas experiencias es lo mejor que nos puede pasar. Obviamente que no todo es color de rosa, extraño, lloro, pero creo que necesitamos aprender de otras culturas, enriquecernos y después, con todas las cartas sobre la mesa, poder elegir volver a la Argentina o encarar un nuevo proyecto de vida en otro lugar", reflexiona.

   

   Al igual que en la Argentina, con la llegada del Coronavirus, Israel optó en marzo por cerrar sus puertas.

   "Cerraron el país, el aeropuerto, negocios y las personas solo podían salir a 500 metros de sus casas a comprar al mercado o a las farmacias. Por suerte las medidas dieron resultado y en mayo se abrió el país, boliches bailables, cines, teatros, pero hubo una recaída y muchos contagios, por lo tanto en los meses siguientes fue todo bastante caótico".

   A pesar de las restricciones, los contagios siguieron subiendo y nuevamente se volvió a cerrar el país, aunque con medidas bastante más leves.

   "Los lugares para comer pudieron seguir abiertos, por ejemplo, pero la  gente tuvo que aislarse. Eran días en los que se registraban 8 mil contagios por día, por lo que resolvieron cerrar todos los niveles de educación. Estuve tres semanas sin trabajo en el Jardín, pero haciendo de niñera porque la realidad es que por más que se cierre todo hay padres que necesitan que les cuiden a sus hijos porque trabajan".

   Por estos días los casos siguen bajando y de a poco, el país vuelve a su nueva normalidad.

   Allí, la semana comienza el domingo y los días de descanso, recaen en el viernes por la tarde y el sábado.

   "Fue difícil acostumbrarse a muchas cosas y seguimos extrañando a nuestras familias, pero entendemos que fue una buena elección para nuestra vida. Además, la idea de viajar una o dos veces por año para ver a la familia siempre estuvo en nuestros planes, pero esta incertidumbre de no saber cuándo va a ser el reencuentro nos atravesó a todos", dijo.

   Daniela tiene un recuerdo especial para su familia y una certeza:

   "La verdad que siempre fuimos muy unidos con mis papás y mi hermano y ellos me extrañan y yo a ellos, pero estamos en contacto todo el tiempo y siempre como papás me apoyaron y acompañaron en todas las decisiones de mi vida con amor y confianza en mí", reconoce.

   Entre nostalgias "familieras", aparecen recuerdos culinarios imposibles de reemplazar.

   "Extraño los asados, las empanadas, los alfajores, las galletitas y sobre todo las deliciosas comidas de mis abuelas. Como todo, hay algunas cosas parecidas, pero en general la comida es muy típica de ellos, la carne en su mayoría son cortes kosher (NdR: basados en sus leyes religiosas) por lo tanto jamón no hay, tapas de tarta no hay, ni hablar de algunos dulces o ciertas bebidas".

   Para que tengan en cuenta los futuros viajeros, Daniela remarca que Israel es un país en donde se vive muy bien.

   "Me siento mucho más segura acá con todo el conflicto que en Argentina. La verdad que muy poco se escucha sobre alguna tensión en sitios limítrofes con países árabes. Se vive con mucha tranquilidad o por lo menos eso es lo que nos transmiten. No hay inflación hace muchos años y en cuanto a la seguridad personal, yo salgo a comprar a las 3 de la mañana un sábado y voy tranquila, sin miedo, algo que en nuestro país era imposible".

   Entre sus anécdotas más llamativas, Daniela cita con asombro que nadie cierra las puertas con llave, que las madres dejan los cochecitos de los bebés del jardín "estacionados" literalmente en la vereda o detrás de la reja, "al alcance de cualquiera" y recuerda una particular situación que vivió en un colectivo.

   "Me la pasé todo el viaje sentada con el arma de un soldado tocándome la pierna. Si bien es cuestión de costumbre y cultura, en un principio la situación te choca un poco. Pero con el tiempo te das cuenta que la presencia en las calles del Ejército de Defensa de Israel es constante y que lo hacen por el bien de todos, ya que no hay delincuencia. También es raro ver a los jóvenes que recién salen del colegio ponerse un traje verde para ir al Servicio Militar, pero después te das cuenta que para ellos es un privilegio y un orgullo", cerró.