Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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La idea de la reconstrucción, y la bala de plata…

La columna dominical de Eugenio Paillet, corresponsal de La Nueva. en Casa Rosada.

NA y Archivo La Nueva.

   Parece haber una coincidencia entre empresarios y algunos políticos de la oposición, incluso dos hombres de negocios que estuvieron en el Salón Norte de la Casa Rosada para escuchar los anuncios del jueves de Martín Guzmán, en repetir una frase que tiene sus implicancias. “Se están gastando la bala de plata”, decían casi a coro. Como si todos entendieran, aunque hay que decir que finalmente también en el Gobierno lo miran de esa manera, que el paquete de medidas anunciadas por el ministro de Economía parece ser una herramienta (¿la última?) para frenar la sangría de dólares del Banco Central y presentarle a la sociedad una hoja de ruta. No un plan económico, porque el del jueves claramente no lo es. Pero por primera vez, según coincidían, se intenta trazar “un camino que ofrezca predictibilidad”.

   El paquete anunciado por Guzmán es por un lado la herramienta que el Gobierno pone sobre la mesa para cubrir el principal faltante, el gran bache de su administración: superar una gran crisis de confianza. Si una vez puesta en marcha esta hoja de ruta el Gobierno no lograr despejar el horizonte y recupera credibilidad de inversores y organismos de crédito, los fondos tan necesarios para generar nuevos empleos no llegarán y se complicará tal vez temerariamente una administración a la que todavía le quedan tres largos años por delante. No es una impresión. Fue un primer análisis que se hizo en la cúpula de la UIA tras los anuncios. Cierto es que la entidad fue de las primeras en declarar su optimismo.

   Hay que concluir que el mini plan de Guzmán  es claramente el gesto de un gobierno como el de Fernández que no muestra hasta aquí signos de fortaleza. De hecho ningún Gobierno lanza medidas, en algunos casos de apuro, para obturar políticas que claramente no están funcionando como la fuga diaria de dólares, desde una posición de fuerza. La debilidad de acción suele orientar casi siempre estos gestos espasmódicos.

   Para prueba bastan algunas inconsistencias que muestra el propio Guzmán, no solo por algunos gestos de desorientación que evidenció al momento de anunciar el paquete, como si estuviese improvisando, sino por alguna frase que pinta bien ese cuadro. El ministro dijo primero que el sistema financiero ”está fuerte y sólido”, para tras cartón calificar a las medidas como “transitorias Y de carácter defensivo”. 

   El Gobierno, siempre anémico en materia de comunicación, esta vez buscó dotar a los anuncios de una épica. Casi de un acto fundacional. El eslógan "Argentina Unida" que solía acompañar en fondo celeste las presentaciones del Presidente y sus funcionarios fue reemplazado por "Argentina Reconstrucción". Daría la impresión de que se busca plasmar en se mínimo gesto, además de la nueva hoja de ruta, la idea de que el peronismo volvió al poder para restaurar el país tras los cuatro años de gobierno macrista. Detalles.

   Las medidas llegan para compensar en la escena pública los faltantes de un Gobierno con varios frentes abiertos. Demasiados, en momentos en que todos los esfuerzos debieran estar colocados en combatir la irrefrenable pandemia de coronavirus.  Y cuando, como se dice, queda la mayor parte del camino por recorrer hacia el lejanísimo 2023.

   Fernández debe lidiar aunque no le guste con las cifras que tiene en su escritorio. La inflación volvió a niveles anteriores a la pandemia, y otra vez se proyecta por encima del 50 % para cuando llegue diciembre. Durante los siete meses de encierro social se perdieron 2,5 millones de puestos de trabajo y la economía se derrumbó a niveles de la crisis de 2001-02. De todos modos la cifra más dolorosa que golpeó los despachos presidenciales es la del aumento de la pobreza a casi el 41 %. Un incremento que se explica en parte por el arrastre del último trimestre de 2019 pero también por los estragos que dejó la cuarentena aunque solo incluya en ese índice los meses de marzo a junio. Habrá que ver lo que sucede cuando se conozcan los porcentajes del segundo trimestre, que según el Observatorio Social de la UCA podrían bordear el 45 % de ciudadanos sumidos en la pobreza. Casi la mitad de la población.

   El duro fallo de la Corte Suprema que por ahora posterga los embates de Cristina Fernández contra los jueces Bertuzzi, Bruglia y Castelli para desplazarlos de sus cargos fue otro golpe que la Casa Rosada asimiló como pudo. No ayudó por cierto, en la escena previa de esa decisión, la andanada del presidente contra Carlos Rosenkrantz, adjudicándole movimientos “sospechosos”. O las diatribas que sobre las verdaderas intenciones del máximo tribunal lanzaron Santiago Cafiero, Juan Martín Mena y el influyente diputado Eduardo Valdez. “No ayuda, terminó por unir a quienes se sabe que en algunos casos ni se saludan”, dijo un funcionario con mayor grado de sensatez.

   Tampoco lo ayudan al presidente incidentes como el del embajador ante la OEA, Carlos Raimundi, y su defensa del régimen de Nicolás Maduro. Innecesario si hubiese una línea directriz, que claramente no la hay, en materia de política exterior.