Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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El desafío de convertirnos en el supermercado del mundo

El último año se produjo una cosecha record de más de 140 millones de toneladas, suficiente para alimentar a varios cientos de millones de personas paliando la principal preocupación de la humanidad: el hambre. Y se puede seguir creciendo.

Foto: Archivo La Nueva.

Por Luis Zubizarreta / Presidente de CARBIO (Cámara Argentina de Biocombustibles)

   La Argentina tiene un tesoro en sus suelos y en su clima por lo que una parte importante del país es una zona con un extraordinario potencial agro ganadero.

   Pero más importante aún son los recursos humanos, los productores, que en los últimos 160 años lograron domar la naturaleza y transformar esa potencialidad en una realidad convirtiendo a nuestro país en el granero del mundo y logrando, con enorme esfuerzo y sacrificio, una cosecha record de más de 140 millones de toneladas, suficiente para alimentar a varios cientos de millones de personas paliando la principal preocupación de la humanidad: el hambre.

   Es sin duda el principal caso exitoso de nuestra sociedad y el mayor motor de nuestra economía, aportando las divisas necesarias para el desarrollo del país y un monumental volumen de impuestos que sostiene un estado pesado.

   Pero además en los últimos 30 años dimos un paso fundamental para integrar al campo y la ciudad y generar aún más trabajo y prosperidad con el desarrollo de la agroindustria permitiendo a nuestro país comenzar a proveer alimentos con valor agregado.

   El impacto de esta transformación es enorme pues en primer lugar genera un circulo virtuoso incentivando al productor a producir más con la certeza de tener una industria nacional potente que le compra todo el año a precios internacionales y con una excelente infraestructura que le permite una logística menos estacionalizada y por lo tanto eficiente y barata. Pero además dándole al país la posibilidad de vender productos de mayor valor y a una enorme diversidad de destinos – muchos más que si solo vendiéramos granos. Además, esto nos expone a menor volatilidad de precios y los más importante generando trabajo y un positivo derrame en toda la sociedad. 

   Pero los contrarios también juegan y hay una puja creciente entre las naciones para generar empleo e inversiones dentro de su territorio y por lo tanto la gran mayoría de nuestros países compradores han ido generando barreras a nuestros productos agroindustriales fomentando la importación de materia prima para ser industrializada fronteras adentro.

   Es por eso que el estado debe redoblar el esfuerzo para nivelar la cancha a la agroindustria de modo de que no sea más conveniente exportar la materia prima que la producción agroindustrial; no lograrlo conlleva muchos riesgos para el desarrollo duradero de las cadenas agroindustriales y por lo tanto de la mayor fuerza productora del país y su desarrollo futuro.

   Una estrategia importante en ese sentido son los acuerdos comerciales entre bloques, que eliminan esas barreras; por eso el acuerdo entre la UE y el Mercosur es una enorme oportunidad para el país; nos abre un enorme mercado con alto nivel adquisitivo y nos lleva a jugar en las grandes ligas. Pero cuidado que para hacerlo hay que estar preparados. Podemos hacerlo con éxito atrayendo inversiones muy importantes y dando un salto enorme de calidad, pero para ello es muy importante darles previsibilidad y estabilidad a los inversores.

   El potencial es enorme, desde biocombustibles hasta carnes de todo tipo, quesos y lácteos, harinas proteicas, aceites refinados, bioplasticos, lecitina, glicerina, e infinidad de productos regionales de alto impacto en muchas zonas de bajo desarrollo del país.  Debemos hacerlo, solo depende de nosotros dar el gran salto adelante y debe ser una política de estado más allá de los colores políticos de quienes nos gobiernen.