Bahía Blanca | Martes, 24 de junio

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“Todavía sueño con el alley oop”, aseguró Tomás Chapero, el pibe que se mezcló con los grandes

Tiene 18 años, mide 2m09, juega en Bahía Basket y fue invitado a la preparación de la Selección en el Dow Center. Entrenó, jugó y disfrutó.

Tomy le sigue los pasos a Scola. Fotos: Emmanuel Briane-La Nueva. y CABB

Por Fernando Rodríguez / [email protected]

(Nota publicada en edición impresa)

   Fue campeón de Segunda con Pacífico; jugó la Liga de Desarrollo y 10 partidos de Liga Nacional con Bahía Basket; participó de un campus de la NBA en Charlotte, durante el All Star Game; jugó el Mundial 3x3 U18 en Mongolia; también, el Mundial U19 en Grecia. Todo en siete meses.

   Llegó al país y lo invitaron a entrenar en el Dow Center con la Selección Mayor.

   El jueves voló a Buenos Aires con la delegación nacional, se fue hasta Retiro, tomó el colectivo y enroscando sus 2m09 le clavó 10 horas a Vera, al norte de Santa Fe, para compartir todo esto en familia. No mucho, porque el 5 de agosto lo espera el inicio de la preparación para el Sudamericano U21.

   “No paro, no lo puedo creer”, reconoce.

   Tomás Chapero tiene 18 años y a los 15 armó el bolso para desembarcar en Bahía Basket, a más 1.100 kilómetros de sus afectos.

   “Si me contaban que iba a vivir todo esto, hubiera dicho que me estaban mintiendo”, confiesa.

   El último martes, restaban 9m03 para el final del partido que jugó la Selección, en la apertura del Dow Center, y el pibe se dio el gusto de hacer un alley oop con Luca Vildoza. Enfrente tenía a Scola, Gallizzi y Garino, entre otros.

   “Todavía sigo soñando con ese alley oop, je, je, je... Me queda alegría pura y el saber que di el máximo en todos los entrenamientos. Ante tremendos animales, -se entusiasma- estuve más o menos a la par”.

   —A partir de tus 2m09 ilusionás, generás expectativas y te van a dar las herramientas para que desarrolles todo tu potencial. ¿Sentís algún tipo de responsabilidad porque se ponga mucho el foco en vos?

   —La presión no la siento desde afuera. Sé que tengo una altura envidiable, pero la presión me la pongo yo solo. Todos los días, durante esta semana, en cada entrenamiento me comparaba con Luis (Scola), que jugó en la NBA, Europa y bla, bla, bla. Y siempre intentaba ganarle en algo, aunque fuera un rebote. Me auto exijo solo. Y, acaso, hasta me cargo un poco la mochila, pero me eleva el nivel.

   —¡Y tenés 20 años menos que él!

   —¡Y tuve que defenderlo!

   —En el día a día seguramente hablan otro idioma. Igual, ¿qué rescataste?

   —Que mi cuerpo es mi trabajo. Lo que me dejó en claro Luis es que tengo que trabajar todos los días en la nutrición, en kinesiología, en la cancha y en el gimnasio para poder llegar a otro nivel. Y, además, en la consistencia, en el día a día.

Deck y Fjellerup atrapan a Scola. Chapero aparece atrás.

   —Me imagino que después de esta experiencia, te sentirás más grande de lo que sos.

   —Sí, eso es verdad: me siento más grande de lo que soy. Pero, lo cierto es que me cagaron bien a trompadas; son bastante duros, je. Estoy muerto.

   —Aunque sabés que suma.

   —Exactamente. Me dan, pero no de mala leche. Es por mi bien.

   —Así y todo, tenés personalidad. Sos extrovertido, te raspás aún en desventaja física. De afuera pareciera que te nace naturalmente. ¿Es así?

   —Es verdad, soy bastante extrovertido. Lo que siento mucho es la defensa y el poder generar una asistencia o un espacio para otro. Para lo que me necesite el entrenador voy a estar.

Filippa se cae. Scola y Tomy quedaron parados.

   —¿Alejarte del cesto te genera una complicación o lo disfrutás?

   —Me gusta. De chico nunca me gustó el juego interno, aunque hacía diferencias por la altura. Siempre me sentí más cómodo jugando de frente, por más que no lo hiciera del todo bien.

   —Los chicos altos suelen no tener el autoestima alta. ¿Siempre fuiste de confiar en vos mismo y estar convencido de lo que querías?

   —Me acuerdo que a los 14 años le dije a mi papá (Andrés) que me quería ir a jugar a otro lugar, a entrenar más duro, mejorar y apuntar más alto. Cuando llegó la posibilidad de Bahía Basket insistí en irme. El trabajo más duro fue convencer a mi mamá (Evangelina). Desde entonces estaba con la cabeza dura, sabiendo que tenía que trabajar para mí. 

   —¿En Bahía te van marcando el camino en cuanto a hábitos, entrenamiento, trabajo y demás?

   —Bahía Basket fue una guía. Me marcó el camino. Le tengo que agradecer de por vida.

La LDD fue un buen banco de pruebas.

   —El año pasado querías ser protagonista de la Liga de Desarrollo y robar algún minutito en la Liga Nacional. Hoy, ¿vas por un paso más en la Liga? 

   —Sí. En la Liga de Desarrollo fui uno de los que más minutos jugó. Quiero empezar a tener más protagonismo en la Liga Nacional.

   —¿A qué nivel te proyectás? ¿Dónde está tu meta?

   —Mi objetivo es llegar a jugar Euroliga o NBA. Sé que si entreno todos los días y me rompo el culo voy a llegar. Por los halagos que tuve de Pepe, Scola y algún otro, noto que estoy trabajando bien.

   En esa estructura profesional que se va moldeando, Tomás tiene asumido los sacrificios.

   Por caso, en Vera, su lugar en el mundo, lo espera algún asadito de sus abuelos Chato y Rulo, aunque sabe que deberá comer en su justa medida.

   “Tengo que mantener la dieta, se viene el Sudamericano”, afirma, convencido.

   Así es Chapa, como se muestra. Sabe bien lo que quiere. Y está ilusionado.

   El básquetbol argentino, también...