Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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La ciudad que piensa en verde: nace un niño y plantan un árbol

Tal ha sido el éxito de la iniciativa en Salliqueló, que ya es difícil encontrar un terreno para implantar nuevas especies en la ciudad.

Ya se han plantado unos 2.500 árboles en Salliqueló a través de este programa. Fotos: Prensa Salliqueló y Archivo La Nueva.

Hernán Guercio / hguercio@lanueva.com

   La cuenta es fácil: un chico, un árbol; otro chico, otro árbol; y así...

   El primer objetivo es celebrar la vida; el siguiente es cuidarla. Si bien no se trata solo de una cuestión ecológica, tiene mucho de ello; pero también va más allá.

   La idea es crear conciencia sobre el cuidado del medio ambiente y generar un sentimiento de pertenencia al terruño propio. Hoy, chicos, adolescentes y adultos que tienen hasta un cuarto siglo de vida pueden señalar -orgullosos- al árbol que su familia plantó cuando ellos nacieron.

 

   El programa Nace un Niño, Nace un Árbol, comenzó a funcionar hace 24 años en Salliqueló y rápidamente echó raíces en la comunidad como algo que había llegado para quedarse. Tanto es así, que hoy casi no quedan espacios sin forestar en el ejido urbano, algo que también plantea un problema en el futuro inmediato.

   ¿Cómo funciona? Muy simple: por cada niño que nace en la ciudad, su familia tiene que plantar un árbol. Esto ocurre en una jornada especial que se lleva a cabo el primer fin de semana de octubre de cada año, de la que participan los familiares y conocidos de todos los pequeños llegados al mundo en los últimos 12 meses en la ciudad.

   Con matemáticas simples y una tasa de nacimientos de 140 niños por año, se puede estimar que en la población se implantaron unos 3.300 árboles de distintas especies desde 1995 hasta ahora, aunque se calcula que -en realidad- fueron alrededor de 2.500.

   Además, la mayoría de la gente se preocupa por el árbol que representa a sus hijos, y hasta presenta quejas si no consideran que el cuidado que reciben es el correcto. Algunos todavía recuerdan el conflicto que hubo cuando el municipio decidió “mudar” uno de estos espacios verdes para construir un barrio de viviendas.

   El proyecto ha sido replicado en Quenumá (partido de Salliqueló) y en Pellegrini; también hay una idea similar en Córdoba, pero no en muchos sitios más. De acuerdo a los propios organizadores, es una iniciativa que se puede desarrollar en localidades pequeñas, pero que puede complicarse mucho en las grandes ciudades. Ni que hablar de lo difícil que puede ser hallar año a año lotes para crear nuevos parques.

   Todo nació (justamente) a partir de una idea de la Biblioteca Popular Doctor Andrés Sanseau, cuyos integrantes plantaron, en 1995, un árbol por todos los niños que habían nacido en el último año. Al poco tiempo, con la colaboración del municipio y del área de Espacios Verdes, la iniciativa se había transformado en una jornada multitudinaria de la que llegaron a participar 700 personas.

   La mecánica es simple y está bien aceitada: cada año, el hospital lista todos los nacidos en los últimos 12 meses, y el área de Cultura se encarga de repartir las invitaciones a cada familia. Luego, Espacios Verdes busca un terreno, lo pone en condiciones, realiza el diseño y hace hasta hace los pozos; las plantas son aportadas por el Vivero Municipal.

   Las especies son seleccionadas de acuerdo a un criterio paisajístico y urbanístico, pero siempre se trata que sea un 60% de hojas perennes y el resto de hojas caducas. Se incluyen plantas medicinales, aromos, álamos, sauces y hasta arbustos.

   Normalmente, de los aproximadamente 140 chicos que nacen anualmente en Salliqueló, entre 90 y 100 familias participan de la jornada. De estas, la mitad termina cuidando los árboles que representan a sus hijos. 


   “Calculamos unos 140 nacimientos por año en Salliqueló, pero siempre alguna familia falta. Plantamos unos 100 árboles por jornada”, señaló el titular de Espacios Verdes de Salliqueló, Juan Martín Alfonso.

   “Cada familia viene con su pala, elige qué árbol quiere plantar y lo riega; después, se les da un certificado de participación. Es cierto, en el futuro no todos sentirán la responsabilidad de cuidarlos, pero la verdad es que hoy los chico saben qué plantas los representa”, sostuvo.

Una jornada inolvidable para toda la familia

   “Esta es una forma de educar e inculcar la importancia de cuidar las plantas y la forestación. Lo hacemos todos los años con una jornada recreativa, en las que hay música, globos y espectáculos. Los padres vienen con sus pequeños y los familiares, y se pasa un momento muy lindo”, señaló Alfonso.

   La participación es gratuita: los padres de los pequeños no tienen que poner un peso para tomar parte de la jornada. Solo tienen que ir, elegir un árbol, y plantarlo. Ni los pozos tienen que hacer.

   "La idea es que, con el paso del tiempo, el padre siga viniendo con su hijo para cuidar al árbol que lo representa", explicó.