Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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Para ellas, la pasión por el vóleibol va más allá de cualquier edad

Adriana Nungeser y Adriana Re tienen 56 años y Mónica Villar, 66. Las tres mantienen intacto el espíritu de competencia, disfrutan jugando y entrenando y la pasan bien.

Adriana Nungeser (izq.), Mónica Villar y Adriana Re disfrutan de cada momento jugando al vóleibol. Fotos: Emmanuel Briane-La Nueva.

Por Javier Oscar Schwab / jschwab@lanueva.com
(Nota publicada en la edición impresa)

   El vóleibol es uno de los pocos deportes aptos para cualquier edad. Es tan sano como competitivo, pero a la vez genera un profundo sentido de pertenencia.

   Adriana Nungeser y Adriana Marcela Re, ambas jugadoras de Pumba, y Mónica Susana Villar, de La Armonía, encontraron en este deporte la pasión que las mantiene vivas y alegres.

   De chicas aprendieron a jugar, luego se animaron a competir y ahora están disfrutando de la Liga Maxi Voley (libre), a pesar de correr en total desventaja por lo flexible del reglamento, donde una chica de 28 años se mezcla con otras de más de 50.

   Son madres, abuelas y amas de casa, pero su mayor virtud es asistir puntualmente a cada entrenamiento o dar el presente en los partidos. Eso no se negocia, jamás...

   —¿Qué las motiva a seguir jugando a una edad tan avanzada?

   Nungeser: —A veces me preguntan “¿Por qué tenés que ir a competir?” Y me repuesta es siempre la misma: “Porque me apasiona el vóleibol”. No falto nunca. Me ayuda físicamente y soy parte de un grupo bárbaro, donde coseché amigas.

   Re: —Es mi vida. Ni la lesión de rodilla que me dejó afuera por un buen tiempo me impidió seguir. Mi médico me decía: “Estás re loca, no podés volver”. La lesión te hace ver que nos sos eterna, pero yo le sigo poniendo garra. Disfruto todo, cada minuto en cancha.

   Villar: —Me encanta entrenar y jugar. Un desafío reciente fue saltar la rayuela. Creía que a los 50 años tenía que dejar de saltar y pegaba a pie quieto; me privé durante 16 años. Menos mal que Adriana (Re) me convenció. ¡Qué errada estaba...!

   “Recuperé la felicidad y hasta me dijeron que la red está más baja (2.20 metros); tengo que volver a aprender a balancear el brazo (risas)”.

   —¿Qué es Pumba?

   Re: —El nombre surgió hace más de 10 años por una fusión entre chicas de Bahía y Punta Alta. En su momento queríamos ir a jugar un torneo muy grande a Mar del Plata, pero nos faltaba gente y yo tenía conocidas en Punta Alta porque había jugado allá. 

   “Nuestro equipo se llamaba Del Solar; incluso entrenábamos en las instalaciones del Colegio. Vinieron jugadoras de Villa Mitre y de Punta Alta para organizar al viaje. Así se armó Pumba”.

   —¿Cómo fueron sus inicios?

   Re: —Empecé a los 14 años por mi hermana (le lleva 10), que jugaba en el club Estudiantes. Esa fue mi casa durante 22 años, y hasta fui entrenadora. Sólo dejé cuando nacieron mis hijos (en el '84 y '88), después siempre firme.

   “Cuando arrancó lo del Maxi Voley en Bahía, con este grupo de Del Solar nos fuimos a jugar a Punta Alta porque tenían una mejor organización. Estuvimos 9 años allá y hasta ganamos la Copa Challenger. Una linda experiencia”, señaló Re.

   Nungeser: —No jugué a nivel federado, recién lo hice de grande y llevo 16 años en el vóleibol. En 7º grado conocí este lindo deporte en la Escuela Nº 16 de Villa Mitre. De la Asociación Cristiana de Jóvenes pasé a Villa Mitre, con el profe Jorge Criado, y estuve 14 años jugando en Maxi. Ahora llevo 3 en Pumba.

   Villar: —Arranqué a los 16 años en Estudiantes. Al vóleibol lo practicábamos en las Escuelas Medias, pero aprendimos en Estudiantes, donde jugué toda la etapa de competencia hasta 1980, cuando me casé y dejé por un tiempo. 

   “¿Cuántos años dedicados a este deporte? 38. Pasé por Tiro Federal, volví a Estudiantes y hasta jugué en Olimpo, pero ahora llevo 4 años en La Armonía, donde me tratan bárbaro”, dijo Villar.

El baúl de los recuerdos

   —Muchos años y muchas anécdotas, ¿no?

   Nungeser: —Era de ir mucho a Villa Mitre porque mis dos hijas mayores patinaban. Entrenar era una obligación. Mi puesto es punta receptora u opuesta. Recuerdo días de frío y lluvia, se llovía el piso y las chicas no querían entrenar. Agarraba el trapo de piso, secaba la cancha y les decía: “Acá se viene a entrenar; después tomamos mate”.

   Re: —Era común cruzarse con "Beto" Cabrera en el club, era uno más de nosotros. Una vez le comenté que tenía que ir a comprarme un par de zapatillas para competir. Y me dijo: "¿Cuánto calzás?" Después apareció con un par nuevo que llevaba su nombre. No pude dimensionar eso, con el tiempo las tiré a la basura porque no lo veía como un ídolo, sino como uno más del club. Incluso, hasta teníamos roces por utilizar la cancha 1.

   Villar: —Lucíamos la alba con orgullo,  ponerse la camiseta era señal de responsabilidad y respeto. No solíamos festejar los triunfos, aunque se trataba de otra época y la casaca alba tenía como el plus, causaba admiración.

   —¿No existe demasiada diferencia entre una jugadora de 28 años y otra de más de 50, para integrar una misma categoría?

   Villar: —Es difícil competir. Habría que armar categorías más parejas. Cuando lo propuse en la Asociación le dije a la presidenta que sería bueno que habilitara la categoría más 40, porque cuando usted lo haga voy a tener 70. ¿Qué me contestó? “Tendrás que dejar de jugar...”.

   Re: —Como la diferencia en años es muy grande, por lógica vos querés ganar y ponés a las más jóvenes, que tienen más fuerza, otra energía y otra movilidad. Muchas veces quedás relegada, por lo que sería bueno que se considere achicar los márgenes.

   —¿Por qué no organizan encuentros para armar una competencia más acorde?

   Re: —Lo estamos analizando, aunque cuesta conseguir un espacio, ya que todos los salones tienen actividades deportivas. Buscaremos la manera de convocar a las chicas e ir armando equipos donde las diferencias de edades no sean tan abultadas.

La pasión y la familia

   —¿El apoyo de la familia es clave para poder hacer deporte?

   Nungeser: —Sí. Siempre fue mi pasión jugar al vóleibol, nunca me importó estar federada, porque igual me la rebuscaba para jugar. Estoy casada con Carlos y soy mamá de Mariana, Juan Ignacio, Belén y Julieta, y abuela de Joaquín, aunque pronto llegará Bautista. "Juani" juega al pádel y al fútbol, y Juliana (20) al hockey desde los 5 años, primero en Villa Mitre y ahora en El Nacional.

   Re: —Empecé a los 14 años y tengo 56. Fui central, opuesta y, ahora, armadora. En 1979 me nombraron mejor jugadora y hasta integré el preseleccionado de Provincia. Mi marido (Gustavo) es árbitro de vóleibol y mis hijos (Natalia y Sebastián) lo han jugado. Y mi debilidad es mi nieto, Facundo.

   Villar: –En marzo jugué un torneo en Gualeguaychú (Entre Ríos). Fuimos al más 40 años y me dieron un reconocimiento a la trayectoria deportiva. Fue hermoso, porque tengo 66 años y arranque a los 14. Hoy disfruto mucho de mis 5 hijos: Bruno, Andrés, David (ocasionalmente jugó fútbol en La Armonía), Lucio y Melisa.

La pasión por el deporte está intacta

   + “Por fuerza y por velocidad no vamos a competir nunca contra nadie, pero sí tenemos astucia, ubicación. En el grupo me siento contenida”, indicó Mónica Villar.

   + “Hace 3 años, jugando con este equipo de Pumba en Mar del Plata, me rompí el ligamento cruzado de la rodilla izquierda. Ahora volví, aunque no puedo negar que cuesta”, señaló Adriana Re.

   + “El torneo en Mar del Plata se hace 2 veces por año. Se denomina Maxi Voley Máster Internacional y es para distintas edades. Allí competimos en más 42 años”, sostuvo Adriana Nungeser.