Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Las PASO, convertidas en una final a todo o nada

La columna dominical de Eugenio Paillet, corresponsal de La Nueva. en Casa Rosada.

Archivo La Nueva.

   Hay una antigua mirada de analistas y observadores, que en verdad se remonta a 2009, cuando Cristina Fernández sanciono la ley de las PASO (Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias), que sostiene casi un teorema: no definen nada, pero "crean un clima". Deducen, en ese tren, que lo que pase en las urnas del 11 de agosto, para situarnos en el actual proceso electoral, muy probablemente significara un reflejo muy aproximado de lo que vendrá después. De lo que ocurrirá en las urnas en la primera vuelta del 27 de octubre. Aunque no tanto, recordando 2015, en un eventual balotaje el 24 de noviembre.

   Pruebas al canto de esa obsesión por el resultado de las primarias de agosto y su impacto en lo que sigue: en los laboratorios del macrismo trabajan a tiempo completo detrás de la nada riesgosa tarea de ofrecer a su jefe aproximaciones concretas del resultado, más que en idear un programa de anuncios para un eventual segundo mandato, o de otras alquimias destinadas a reforzar la grieta y a demonizar al cristinismo para potenciar el voto miedo.

   Ocurre, para hablar concretamente de las sensaciones que imperan hoy en Juntos por el Cambio, que aquella percepción del comienzo ha hecho carne en todos los análisis y pronósticos. En las primeras y segundas líneas políticas del oficialismo creen que una mala derrota en las PASO podría ser catastrófico para las chances posteriores de ir a pelear la reelección.

   Ya se ha dicho esta semana que una de las razones, sino la única al margen de lo de la practicidad o el respeto a lo que dice la ley electoral, por la que Marcos Peña despachó de mala gana la propuesta de Alfredo Cornejo de suspender las primarias allí donde no haya competencia interna. Es que justamente la mesa chica del macrismo cree lo contrario. Y hasta buscaría sacar partido de ello frente a ese "feeling" según el cual el Frente de Todos "se va a llevar puesto" al macrismo y sus aliados el domingo 11 de agosto.

   Habría que ver cuanta distancia hay entre una percepción y otra. Entre el panorama agorero que filtran como pueden y cuando les permiten hacerlo los laboratoristas del poder, y la mirada ¿fatalmente? optimista del peñismo de que en este caso cabria aplicar aquello de "cuanto peor mejor".

   Lo explican fuentes cercanas a esos enjuagues: a Macri no le vendría mal perder las PASO, porque esa derrota ahondaría el temor del bando que haría uso del voto miedo, es decir aquellos que no quieren saber nada con el regreso de Cristina. Ese factor del electorado, mas el tercio de los independientes que preferirían darle otra chance a Macri antes que permitir una vuelta al autoritarismo o el imaginario "ministerio de la venganza", siempre según los cálculos macristas es bueno aclarar, obrarían el milagro, dudoso por donde se lo mide, de ganar perdiendo.

   "Si perdemos las PASO, hasta es probable que ganemos en octubre en primera vuelta por el crecimiento del voto miedo", dicen que le ha dicho Nicolás Dujovne a Macri y repetido luego ante inversores de aquí y del exterior. Una teoría a la que adhiere Peña, y ahora hasta se asegura que la pata peronista de la formula que aporta Miguel Pichetto.

   Los informes de analistas y de grupos empresarios que lee el presidente, que son los mismos que las casas locales remesan a sus matrices en Estados Unidos y Europa, plantean en todo caso una diferenciación de esos análisis "buenos" y "malos" sobre qué le conviene al gobierno que suceda el 11 de agosto. Varios de esos trabajos han encendido algunas alarmas en los últimos días, porque no solo descuentan que el dúo de los Fernández ganará las PASO, sino que podría ser un triunfo contundente que "marque el clima" tal vez irremontable hacia octubre. Y que Macri tendría poco para cosechar en el camino hacia la primera vuelta en medio de malos índices de la economía, más allá del dólar planchado.

   "Estratégicamente nos sirve perder, pero que no sea por goleada", grafica en tono futbolero un peronista que trabaja para Rogelio Frigerio. Hay en ese despacho, y en muchos otros del gobierno, como también en las mesas empresarias y de hecho en el Instituto Patria, un número. Cinco puntos, esa es la línea de corte. Una diferencia mayor, pronostican, podría ser la gloria o Devoto para unos y otros.

   Razones de sobra para que el gobierno tome las PASO como una verdadera final.