Bahía: el 50% de los que terminan la secundaria ya probó la marihuana
Especialistas advierten la necesidad de frenar lo que llaman “banalización del consumo”, a partir de un fuerte cambio cultural que -algunos creen- va a demandar no menos de 10 años.
¿Cómo luchar contra la naturalización del consumo de drogas en Bahía Blanca?
Es, sin dudas, una de las preguntas que más preocupan a los adultos, mientras los jóvenes –o al menos un alto porcentaje de ellos- desafían ese concepto casi como una manera de transgredir las normas.
Los números son elocuentes: el consumo de marihuana aumentó, la edad de inicio bajó y la situación tiende a que estos parámetros no mermen. Por el contrario…
Una encuesta anónima, entre más de 200 alumnos de los últimos años de la secundaria pública y privada concluye que la mitad de ellos probó alguna vez la marihuana.
Lo confirmó el sociólogo Bruno Pazzi, miembro de la Universidad Salesiana e integrante del Observatorio de Prevención del Narcotráfico (Oprenar) que, desde hace muchos años, lucha contra el flagelo de las drogas y el avance del narcotráfico.
Cuando la pregunta es si consumió en el último mes, la estadística baja, aclaró.
“Esto marca un aumento significativo en relación a años anteriores y sobre todo si esa medición se compara con unos cuantos años atrás”, aseguró.
Pazzi evitó identificar las escuelas para no caer en la discriminación y reconoció que números similares se manejan en toda la provincia.
También sostuvo, por otro lado, que la noción del riesgo del tabaco provocó una merma de su consumo.
Hugo Kern, jefe del Departamento de Salud Mental y Adicciones de la Secretaría de Salud del municipio, ratificó la preocupante tendencia, a partir de otra encuesta que realizó su área en los últimos meses.
“Vivimos en una sociedad que incentiva el consumo de todo tipo y quedan prohibidas algunas sustancias, lo cual genera muchas veces el efecto contrario, tendiente al desafío. Tal como lo dice la Organización Mundial de la Salud, la tendencia ha sido de crecimiento en todo tipo de sustancias”, admitió Kern.
Y agregó: “Hay que tener en cuenta que es fundamental reflexionar sobre las formas de cuidados que se dan en el consumo. Por eso hablamos del programa de reducción de daños, que apunta a que los consumos se mantengan en un nivel que no provoquen más problemas de los originados en sí. Cuando hablamos de alcohol, por ejemplo, es el conductor designado. Algo así sucede con el consumo de cannabis”.
Pazzi remarcó que la edad promedio de inicio en el alcohol es 13/14 años y 16/17 en el caso de la marihuana.
“Cuanto más temprano se empieza a consumir, estadísticamente, se sabe que aumenta la posibilidad de desarrollar una dependencia o una adicción, incluso de alcohol. Por eso tratamos de retrasar esa edad de inicio”, dijo.
De las encuestas surgen otras conclusiones que deben encender una luz de alerta: “No existe diferencia entre sexo”.
“Hoy, en cantidad de litros de alcohol, el consumo es similar entre varones y mujeres”, comparó el sociólogo.
Más números que preocupan
De la encuesta municipal surge que casi el 15% de los chicos consultados -de entre 13 y 18 años y de distintos barrios de la ciudad- consume marihuana en forma regular.
“Esto marca un cierto incremento del uso de esa droga, que entendemos que es producto de la tolerancia social con respecto a la temática. Por otro lado, el 75% de las personas que consumieron lo hicieron ante de los 15 años”, sostuvo Kern.
El psicólogo contó que “algunos estudios que analizan los efectos negativos del uso de cannabis lo refieren, fundamentalmente, al proceso de trastornos o enfermedades totales que desencadenan a partir de este consumo o sus efectos. Hay varios que analizan efectos orgánicos, como enfisema pulmonar. Y también hay proyectos de investigación en sentido contrario, que hablan del cannabis medicinal para este tipo de patología”.
En la misma línea, Pazzi destacó que bajó el promedio de edad de inicio del mal de Alzheimer, en relación directa con el consumo de la marihuana.
Aseguró que hay indicios científicos que van en ese sentido.
“El problema de la droga excede a la visión de que el consumo es para el de bajos recursos. Incluso hoy hasta el mundo de trabajo se está preocupando por el consumo, debido al aumento de accidentología, ausentismo o conflictos personales”, afirmó.
Pidió el sociólogo “romper con el miedo a tocar el tema por el qué dirán, ya sea con el docente o con el padre”.
“Hay que romper con el mito de que hablar va a despertar la curiosidad en el chico. El consumo no aumenta por esto”, sostuvo.
“Situación de riesgo”
Kern informó que “las consultas más habituales por el uso de cannabis, en general, se deben a las familias, porque se trata de adolescentes”.
“Descubrir esta situación produce un estado de alerta en las familias porque hay un cambio de paradigma y una distancia generacional. Nosotros decimos que nunca se debe perder una apreciación global del comportamiento del joven para hacer una evaluación aproximada. El consumo de drogas es siempre una situación de riesgo”, expresó.
Al mismo tiempo, pidió hablar de la visibilización de los problemas relacionados con drogas en la ciudad, como por ejemplo los accidentes.
“Hay consultas que se hacen por el sistema de medicina de urgencia en el Hospital Municipal y en las guardias municipales. Allí, la sustancia que mayor cantidad de inconvenientes provoca es el alcohol. En general, estas personas tienen entre 20 y 30 años. Luego le sigue el consumo de psicofármacos y más atrás el de estimulantes, como puede ser la cocaína”.
“Según estudios que venimos haciendo en los últimos 6 años, tenemos casos aislados de personas con ingestas de cannabis con efectos secundarios. Generan muchos menos dificultados que otro tipo de sustancias. Además, muchas veces se consumen varias sustancias a la vez”, advirtió.
En 2016, en el programa de Salud Mental y Adicciones de la Municipalidad fueron atendidas 4.596 personas, en el 2017 lo hicieron 4.449 y en el último año fueron 5258.
“En estas consultas, del sistema público y gratuitos, hay un porcentaje que ronda aproximadamente del 25% que son referidas al consumo de sustancias. En este sentido, mayoritariamente las consultas fueron originadas por el consumo de cocaína y luego de alcohol. El de cannabis es menor. Cabe aclarar que son sustancias que originan el pedido de intervención, lo que no quiere decir que no haya más consumo”, detalló.
Por último, Kern comentó que “según un estudio que hicimos en instituciones de la comunidad, que no sean escuelas, nos da resultado que aproximadamente el 17% consumió cannabis y el 80% nunca lo hizo. Esta muestra va de los 7 a los 60 años. Y otro resultado es que el 20% de la población ha consumido algún piscofármaco, lo cual es un indicador de riesgo en la población, visto cómo se va extendiendo el uso de drogas en la comunidad y que se vuelve habitual”.
La educación y el cambio cultural
Pazzi dijo que el consumo de marihuana se relaciona directamente con “el bajo rendimiento en el secundario o la universidad, niveles educativos donde el porcentaje aumenta”.
“El que consume cannabis tiene más chances de tener un rendimiento más bajo, ve afectada su concentración y la memoria. Luego ingresa la discusión de su uso para cuestión medicinal, que es una discusión muy válida, pero cuando no es usado de esta forma, si uno ve la estadística social se encuentra a la afectación que sufren estos chicos”, opinó.
El especialista también apuntó a la necesidad urgente del cambio cultural.
“Hay que modificar la representación del uso de la marihuana, porque se sabe que esto, socialmente, va a tardar 10 años en modificarse, por eso es que hay que empezar rápidamente”.
“Cada vez que son más grandes los chicos, la estadística del consumo aumenta, aunque haciendo entrevistas en distintos barrios y escuelas, también notamos que, al igual que sucede con el alcohol, bajó la edad de consumo”, insistió.
Como con la ley de educación sexual
Pazzi contó que durante la jornada de Lucha contra el avance del Narcotráfico, realizada en nuestra ciudad la semana pasada, se puso en manifiesto la problemática existente con ley de Prevención Educativa de Adicciones, N° 26.586.
“Hoy le pasa lo mismo que ocurrió con la Ley de Educación Sexual Integrada. Esta ley se aprobó por unanimidad en 2009, aunque recién 6 años después se diseñaron en el Consejo Federal de Educación los lineamientos curriculares federales”, criticó.
Y aseguró que “en Bahía se hace muy poco, porque las provincias deben diseñar estos lineamientos en base a lo que dice la ley. Lo mejor sería que el propio docente trabaje en prevención, rompiendo el paradigma de que hay que buscar un médico que vaya, una vez por año, a dar charlas”.
En esa misma línea, opinó que los médicos muchas veces no tienen el elemento pedagógico ni el arraigo necesario con los alumnos.
“El docente es un referente para los chicos”, aseguró.
Los lineamientos curriculares plantean, en los niveles inicial y primario, trabajar en el desarrollo de habilidades para la vida y ayudar a los menores a formar valores, conocimientos y habilidades que les sirvan para protegerse a la hora de recibir estímulos que lo puedan llevar a consumir drogas el día de mañana.
“En general no empiezan por motus propio, sino por presión de algún amigo o algún conocido de la misma edad o un poco más grande. Estos lineamientos plantean cómo decir que no y cómo identificar lugares de cuidado en el barrio”, agregó.
Inestimable "trabajo hormiga"
En el Centro Social Vicentino del barrio 9 de Noviembre, uno de los puntos neurálgicos para luchar contra las adicciones, la licenciada en psicología Felicia Cavilla hace su inestimable tarea diaria en la búsqueda de torcer el rumbo de niños o jóvenes que están afectados.
“Una investigación sobre estilos parentales nos dejó el dato sobre el inicio temprano del consumo. Incluso, que la edad de inicio del alcohol es a partir de los 10 años. La preocupación más grande está en esa edad de inicio tan temprana, que es cuando el cerebro está en pleno desarrollo”, explicó.
Cavilla sostuvo que hoy no hay restricción para que consigan alcohol en el barrio.
“Nosotros buscamos contener a los chicos y que el apoyo escolar sea integral, brindándole un espacio para determinar sus necesidades y ver qué afecta a los adolescentes”, dijo.
En el centro social brindan contención, apoyo escolar de niveles primario y medio (con merienda), educación para adultos y alfabetización. También hay talleres de costura, manualidades para jóvenes y adultos, entre otras actividades.
“Estamos por comenzar con manipulación de alimentos y hay una feria de ropa y mobiliario para los vecinos”, agregó.
La licenciada y otros profesionales procuran sostener el contacto con los padres de los chicos a los que les han ofrecido droga y buscan darles herramientas de protección.
“Hemos tenido charlas; buscamos que encuentren referentes para poder contar su situación en particular. Muchas veces ellos no saben cómo responder al problema y nosotros, en base a estadísticas, vamos trabajando y creando actividades que permitan colaborar con sus hijos”, cerró Cavilla.