Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

Definiciones en medio de un clima enrarecido

La columna dominical de Eugenio Paillet, corresponsal de La Nueva. en Casa Rosada.

Archivo La Nueva.

    "Yo no puedo aflojar ahora". La frase se la adjudican a Mauricio Macri fuentes inobjetables que conocen la saga de encuentros y desencuentros en los que entró el macrismo y sus socios de Cambiemos para definir finalmente la estrategia hacia las elecciones, y nada menos que las candidaturas. La escena, cuentan, ocurrió hace dos semanas en el despacho presidencial de la Casa Rosada. Y lo que allí pasó podría explicar el recrudecimiento de planteos que hasta hace un puñado de días se creían archivados, como el reflotamiento de la candidatura presidencial de María Eugenia Vidal.

   Hasta el escritorio presidencial llegó el consultor Roberto Zapata, junto a Santiago Nieto uno de los brazos ejecutores de Jaime Durán Barba y autor no solo de las encuestas que lee el gobierno sino también de los focus group que suelen reflejar, más descarnadamente que lo que al macrismo le gustaría, el pesar de la ciudadanía frente a un cuadro económico complicado. El sociólogo español desplegó delante de Macri los papeles de su última encuesta sobre intención de voto del presidente y no se anduvo con vueltas. "Así, perdemos la elección", le habría soltado sin más trámite.

   Macri reaccionó con dureza, advertido de lo que Zapata le estaba planteando de manera suti, o no tanto: que empiece a analizar seriamente la posibilidad de bajarse de la candidatura presidencial y dejarle su lugar, aunque el consultor no lo dijo específicamente, a María Eugenia Vidal. Fue a partir de allí, y no antes, que recrudecieron los debates internos, que no solo se refieren a los ya conocidos reclamos de los socios radicales con Alfredo Cornejo a la cabeza para abrir el juego a otros actores que permitan ensanchar la base de sustentación. Y de paso cambiar la fórmula. También son parte de reflexiones, por llamarlas de manera no controversial, de primeras y segundas líneas del Pro. Rogelio Frigerio es uno de los funcionarios claves de la administración que pregona sobre la necesidad de ir hacia esa apertura. Un posición que comparte con Emilio Monzó, un exiliado de los espacios de la coalición, que ha vuelto al ruedo para empujar en la misma dirección.

   Un párrafo al margen para Monzó. El diputado ha comenzado a ser testeado en algunos despachos de la Casa Rosada para el caso de que aquellas prevenciones de Zapata y el resto tengan un correlato con la realidad. Es cierto que Frigerio acaba de ratificar que el candidato es Macri, y que en todo caso todo lo otro, como la apertura y la designación del candidato a vice, no es un capítulo cerrado y se puede discutir. Hasta el 22 de junio hay tiempo. Monzó, y este es el dato, es mirado como un buen candidato a gobernador bonaerense para el caso de que Vidal se viese obligada a pegar el salto a la fórmula nacional. Sería, dicen algunos análisis muy primarios todavía, tal vez la única carta que pueda ofrecer el macrismo para enfrentar a Axel Kicillof, que hoy es el precandidato del peronismo K que mejor mide. Y que no está tan lejos de Vidal en las encuestas sobre intención de voto como pretenden mostrar en los laboratorios del peñismo.

   En medio de ese tembladeral, en las últimas horas han recrudecido mensajes temerarios desde La Plata hacia la Casa Rosada. Esas comunicaciones de altos funcionarios del gobierno bonaerense insisten en asegurar que Vidal "será candidata a la reelección". Y hasta aventuran que podría desconocer un reclamo eventual del propio Macri para asumir la candidatura presidencial. O a vice. "Vidal cree que si ella no es candidata perdemos la provincia, y eso no lo están viendo en la Casa Rosada", reprochan esos confidentes. La pregunta, que dicen que se haría la propia Vidal en medio de un creciente fastidio, es qué ocurriría si ella tiene que ser presidente a partir del 10 de diciembre con Kicillof gobernando la provincia. "Sería una convivencia imposible, un desastre, saltaría todo por los aires", exageran el cuadro.

   Las estrategias de última hora que siguieron a esos enjuagues y que tienen que ver con el deseo, ahora, de la propia Casa Rosada de ampliar la base electoral de Cambiemos, se recuestan en un solo detalle: solos, o así como están, no alcanza. Una parada clave dentro de ese intento de armado mayor ocurrirá mañana en la convención nacional de la UCR. Hay allí dos posiciones si se quiere nuevas del macrismo, que eran rechazadas de plano por el purismo de Peña y Durán Barba hasta poco antes de que Cristina Fernández pateara el tablero y se postulara a vicepresidente en la formula encabezada por Alberto Fernández. Por un lado, aceptar que la coalición pueda recibir nuevos aportes como reclama el radicalismo y en especial su presidente, Cornejo, plasmadas en un borrador que la convención debería aprobar mañana. Y la otra es aceptar ahora sin demasiado reparo la necesidad de "abrir" la fórmula. No en vano el propio Frigerio dijo justamente que si bien el candidato es Macri, la integración del binomio es un tema a negociar. Allí entrarían no solo Cornejo sino también Martín Lousteau y hasta ofrecerle el lugar a un peronista "racional". El viernes se meneó puntualmente el nombre de Juan Manuel Urtubey.

   Este último dato viene asociado al gesto de Macri de promocionar hasta la exageración sus encuentros con Juan Schiaretti, Miguel Pichetto y Urtubey. Es que a estas alturas no se descarta un acuerdo con Alternativa Federal, plan sobre el que trabajarían Frigerio y Monzó.

   Queda la impresión de que ahora más que nunca la necesidad tiene cara de hereje para Macri y sus tres obsesiones. En ese orden: terminar a tiempo su mandato, ser el candidato presidencial de Cambiemos y derrotar en las urnas a Cristina Fernández.