Bahía Blanca | Jueves, 02 de mayo

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Penna: reconocen el déficit de médicos clínicos en las guardias

La incorporación de un matrimonio de médicos venezolanos durante los fines de semana en el sector de emergencias, dio un “respiro” en el sanatorio provincial.

Fotos: Pablo Presti-La Nueva.

Por Cecilia Corradetti / ccorradetti@lanueva.com

   La problemática no sólo contempla a Bahía Blanca, sino que se extiende en todo el país: cada vez hay menos médicos –clínicos o generalistas-- tentados por trabajar en servicios con alta demanda, escasa remuneración y riesgos de agresiones, según algunos de los fundamentos que esgrimen los propios profesionales.

   El tema volvió a salir a la luz luego de que el servicio de guardia del Penna, que desde hacía más de dos años no contaba con médico estable los fines de semana, haya incorporado a un matrimonio de profesionales venezolanos.

   Se trata de los doctores Erikson Sánchez y Fernanda Colmenarez, cirujano y generalista, respectivamente, que llegaron a Bahía Blanca el año pasado en busca de una vida mejor.

   Tal como se relató ampliamente en la edición del sábado, la mujer se internó en el sanatorio para que naciera su hija. Allí contó que era médica. La noticia corrió como reguero de pólvora.

   Poco después, a instancias del equipo directivo, que agilizó los trámites para convalidar las matrículas, se logró cubrir la guardia durante sábados y domingos, una situación que el hospital no lograba resolver.

   “En el siglo XXI, la oferta de médicos clínicos para la guardia de los hospitales ha decrecido debido a varios factores: aumento de la complejidad, burn out y mayor oferta remunerativa de otras especialidades, entre otros factores”, reconoció el odontólogo Fabián Giménez, director asociado del Penna.

   Debido a estas situaciones y a los casos más complejos, la solicitud de médicos clínicos ha aumentado pero no así la oferta.

   “En general, se está dando el fenómeno de que los médicos recién recibidos están eligiendo en menor proporción la Clínica Médica”, puntualizó.

   El Penna no es la excepción.

   “El Ministerio de Salud, desde 2016, tiene oferta de cargos para esta franja con el objetivo de reforzar los servicios de emergencias, pero, a decir verdad, cuesta”, admitió.

  “Necesitábamos cuatro profesionales, dos de los cuales son Erikson Sánchez y Fernanda Colmenares, de manera que hemos logrado cubrir el bache”, dijo Giménez.

   Comentó que los médicos venezolanos realizaron un trámite de convalidación de títulos ante el Ministerio de Educación, para lo cual debían tener DNI argentino.

   El Ministerio de Salud gestionó trámites, junto con el Ministerio de Educación para acelerar esta conválidas de títulos y así poder trabajar.

   “Una vez realizados los trámites correspondientes, el Colegio de Médicos de la Provincia de Buenos Aires les otorgó las respectivas matrículas como a cualquier médico argentino o de cualquier otra nacionalidad que hayan cumplimentado esos requisitos”, añadió.

   El servicio de guardia del Hospital Penna es integrado, constituido por la guardia activa de cirujanos, traumatólogos, obstetras, ginecólogos, clínicos, pediatras, bioquímicos y psiquiatras, entre otros.

   Erikson Sánchez reconoció que resulta mucho menos engorroso el trámite de convalidación respecto de una revalidación de títulos universitarios. Esto es en función, especialmente, del tiempo que lleva.

   “Hemos transitado varios meses de espera pero, así y todo, representó menos tiempo que si se hubiese tratado de una reválida”, señalaron.

   Sánchez recordó lo “frustrante” que resultaba desempeñar la medicina en Venezuela.

   “Todos los días padecíamos lo difícil de no cumplir los objetivos pese a situaciones relativamente sencillas. Sin insumos ni medicamentos no se puede hacer todo”, reflexionó.

   Apenas instalados en Bahía Blanca, Erikson repartía volantes para poder costear aunque sea la comida.

   Fernanda, una vez que dio a luz, ingresó en una zapatería.

   “El hospital Penna nos dio no solo trabajo sino que su personal nos trató con un amor y una humanidad que jamás olvidaremos”, agregó Fernanda.

   Y concluye: “Trabajamos mucho, pero muy felices. Y ya no tenemos que pensar si podremos, o no, comprarle leche y pañales a nuestra hija Amelia”.