Bahía Blanca | Sabado, 12 de julio

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Tarjetas explotadas: aumenta el uso del plástico para cubrir el día a día

Desde el sector bancario confirman que los saldos mensuales de las tarjetas de crédito cierran cada vez con montos más altos. Los bahienses ya no solo las usan para cargar combustible u operaciones de valores altos.

Fotos: Emmanuel Briane-La Nueva.

Por Maximiliano Allica / [email protected]

   “Desde hace dos años y de manera cada vez más intensa dependo de la tarjeta de crédito para el día a día. Antes la usaba solo para ciertos gastos importantes, pero ahora, sea por el supermercado o para una simple compra en un kiosco no puedo evitar el uso del plástico”.

   La historia de Daniel, bahiense de 53 años y padre de 3 hijos, se repite por cientos. La inflación aumenta por encima de los salarios y, para sostener determinados gastos, ya no alcanza el efectivo. Por lo tanto se apuesta a la financiación con tarjeta, a la espera de que el medio aguinaldo o algún ingreso extra permita acomodar un poco los tantos.

   “Vivo y vive mi familia sin efectivo. Almacén, panadería o ferretería, todo va con tarjeta. Y, para colmo de males, siempre quedo abajo a la hora de abonar el resumen, que aparece con más y más deuda que se va acumulando todos los meses. Una pesadilla”.

   En términos generales, el consumo vía tarjetas consolida su crecimiento en Bahía Blanca. Para algunos, como Daniel, provocando un enorme dolor de cabeza.

   Un alto directivo de uno de los bancos más importantes de la ciudad confirma: “Notamos un aumento de los saldos en las tarjetas de crédito. Es decir, la gente utiliza el plástico por mayores montos. También vemos que sube la cantidad de clientes que paga el mínimo o solo una parte de ese saldo, acumulando deuda e intereses, y eso termina siendo un problema”.

   Un colega suyo admite que se registraron retiros o anulaciones del servicio por falta de pago. Otro indicativo de la crisis.

   El verdadero interés de una operación a crédito está dado por el Costo Financiero Total Efectivo Anual (CFTEA). Pongamos el ejemplo de una persona que no paga el saldo completo de su tarjeta. Un reconocido banco céntrico está cobrando por financiar el saldo deudor una tasa del 140% anual en concepto de CFTEA, que surge de considerar la tasa de interés nominal más los costos adicionales.

   De allí la importancia de cancelar la totalidad de las cuotas mensuales, evitando el pago mínimo, ya que con tamaños costos financieros la bola de nieve puede volverse inmensa.

   Sergio, empleado de 47 años con dos hijas, se lo toma con una mezcla de resignación y humor: muestra la billetera con apenas 20 pesos y se da vuelta los bolsillos vacíos.

   “Hace más de un año que no uso efectivo para nada, porque no tengo. Me manejo con dos tarjetas de crédito y muchas veces se me atrasan los pagos, con lo cual me castigan con más intereses. Los días que cobro, trato de cubrir una de las tarjetas y ese mes no la uso para nada, sino que me muevo con la otra”.

   Y agrega: “Este fin de semana tengo un asado con amigos y no sé cómo voy a pagar mi parte. Calculo que me voy a ofrecer a comprar la bebida, pagaré con tarjeta y de ahí saldrá lo mío”.

El comercio, a puro plástico

   En el sector del comercio señalan que, si no fuera por las promociones con tarjetas, muchos locales ya hubieran cerrado sus puertas. Gente con efectivo en la mano, no hay.

   “Lo más común son las operaciones con crédito y débito los días de promo. De todas maneras, el volumen de facturación cayó respecto de la primera parte de 2018, recordemos que cerca de mitad de ese año las tasas de interés se fueron por las nubes”, aporta un referente del rubro.

   “Incluso, otro dato: los bancos están cada vez más exigentes con el comercio. Piden acreditar en los bancos y te bajan los topes de reintegros. Es decir, dividen mayoritariamente en perjuicio de los comerciantes porque se hacen cargo de los intereses en las operaciones hasta 3 cuotas”, agrega.

   ¿Puede resultar de ayuda el regreso del programa Ahora 12 con cuotas sin interés, como se rumorea que ocurrirá, para reactivar el consumo?

   “Si revisan las tasas que padecemos hoy, puede ser. Sino... difícil. Para que al comerciante le resulte conveniente el Ahora 12 tiene que cargar cerca de un 50-60% al precio. Por ejemplo, si una bicicleta vale 10 mil pesos, te la van a vender a 15-16 mil, en 12 cuotas sin interés. Nadie va a querer sostener el precio en cuotas fijas con semejante inflación”.

   Volviendo al ámbito bancario, ¿qué pasa con los préstamos personales? Según fuentes consultadas por este diario, la demanda es sostenida a pesar de las altas tasas. Sin embargo, no se advierte un incremento de solicitudes respecto de los últimos dos años.

   Guillermina, de 35 años y dueña de una pyme, revela una especie de tip: “Hace poco no podía cubrir el total del saldo de la tarjeta y, antes que pagar el mínimo, saqué un crédito personal para pagar el resumen completo. La tasa del préstamo es altísima, pero está por debajo de los costos financieros del plástico. Es una locura que tengamos que ingeniarnos de esas maneras para ver cómo perdemos menos, pero las cosas están planteadas así”.

También en los supermercados

   Desde el sector de supermercados le dijeron a La Nueva que el mayor impulso de compras con tarjeta de crédito se dio en 2017 y luego se estabilizó. Sin embargo, sí advierten un incremento en el último año en el uso del débito, en desmedro del dinero en efectivo.

   “Hoy tenemos prácticamente un tercio de ventas con cada medio de pago: crédito, débito y efectivo --comenta el gerente de una de las principales superficies--. Durante muchos años venía dominando el efectivo, con una proporción del 45%. Incluso muchos clientes que tenían débito, primero pasaban por el cajero automático de un banco y venían con el dinero en la mano”.

   Así como en otros rubros, se nota una fuerte tendencia de ventas los días de promociones con tarjetas, en especial de los bancos Provincia y Nación.

   “La gente está atenta a las oportunidades como nunca antes. Se nota que aumentan las ventas de productos en oferta, promociones y segundas marcas”, dice.

   ¿Y qué pasa con los planes de precios cuidados o de precios congelados, en este momento en que el gobierno nacional estudia un relanzamiento de alguno de estos programas?

   En primer lugar hay que diferenciar “cuidado” de “congelado”. Esto último implica fijar el valor de un producto y no moverlo durante un determinado lapso, por ejemplo, 6 meses.

   “En un país inflacionario como la Argentina es un esquema imposible de sostener. Nadie quiere asumir el compromiso de no retocar precios en ese plazo y, por supuesto, en un escenario de baja inflación directamente el plan no tiene sentido”, agregan desde la gerencia de otra gran superficie.

   Acerca de los precios cuidados, en general los actores de la cadena consideran que es una iniciativa aceptable, pero de corto vuelo.

   Se trata de un acuerdo entre fabricantes y distribuidores para que cada uno ceda una parte de su ganancia promoviendo un precio final más atractivo para los clientes. Eventualmente, con ajustes periódicos de los precios en función de los costos, pero siempre respetando un límite que beneficie al consumidor.

   La contracara suele ser que las entregas de productos son acotadas. Puede suceder que un fabricante de aceite envíe un 30% de sus botellas de 1 litro a menor valor, pero a su vez manda otro 70% a precios reales con otro envase. Incluso, con algún pequeño ajuste para compensar.

   Además, cuando la cantidad de unidades de un producto de precios cuidados es limitada, el stock se agota con rapidez. Por lo tanto, un programa de estas características tiene sentido si incluye no menos de 100 objetos de diferentes rubros, porque si el comprador no encuentra algunos por falta de oferta puede equilibrar con otros donde sí hay existencias.