Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

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La otra pelea en danza: el posmacrismo...

La columna semanal de Eugenio Paillet, corresponsal de La Nueva. en Casa Rosada.

Archivo La Nueva.

   "De ésta Mauricio sale vivo...", le dijo el lunes Marcos Peña a uno de los ministros que lo secundaban, un rato después de la reunión de gabinete en la Casa Rosada en la que se analizaron tres temas puntuales: el promisorio resultado del debate en la Facultad de Derecho, que para el Gobierno tuvo en el presidente a un claro ganador; el reperfilamiento de la deuda con el FMI para cumplir con los pagos de aquí a fin de año, y el panorama interno de Cambiemos para el caso -absolutamente negado por los "gurkas" del oficialismo- de que Macri pierda las elecciones del domingo y deba abandonar el mando el 10 de diciembre a manos de Alberto Fernández.

   Hay en el macrismo y en la coalición gobernante un fuerte debate sobre el rol de Mauricio Macri, en caso de que se confirmen todos los datos previos a la elección del 27 y le toque volver al llano, una vez que entregue bastón y banda a su sucesor.

   ¿Seguirá siendo Macri el líder de esa nueva oposición? ¿Le discutirán ese liderazgo los otros dos pesos pesados del Pro, como Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal? ¿Se romperá la coalición Cambiemos-Juntos por el Cambio, como propician algunos sectores desencantados del radicalismo?

   En ese marco adquiere relevancia aquella frase de Peña que, por supuesto, es el primer abanderado de la tropa que marchará para defender el liderazgo de su jefe más allá de la presunta derrota electoral. El jefe de Gabinete y otros sectores del macrismo de paladar negro, creen que el presidente revalidó esos pergaminos y esas ambiciones con la serie de marchas del "Sí, se puede" a lo largo y ancho del país.

   Pero, en modo especial, lo revalidó lo que para ellos fue la "extraordinaria" muestra de apoyo y adhesión que el jefe de Estado cosechó en la llamada "Marcha del Millón" en el Obelisco. Más allá de que las mediciones geométricas que se hicieron arrojaron la presencia de poco más de 300 mil personas, mientras la propia Policía de la ciudad de Buenos Aires estimó la concurrencia en cerca de medio millón.

   En épocas de vacas flacas todo cuenta, por lo que no debería extrañar que, para esos incondicionales, Macri haya ratificado incluso su liderazgo por el hecho de haber puesto en algún aprieto a Fernández en el segundo debate presidencial.

   Esos escenarios le hicieron decir a ministros y al propio ministro coordinador que todo ello va a influir más allá de una eventual derrota y el abandono del poder el 10 de diciembre. Para ellos, Macri seguirá siendo el líder de la coalición. Y creen que esas manifestaciones ciudadanas -aunque en la realidad se trate del "voto duro", del tercio incondicional que acompañaría al presidente aún desde la defraudación o el enojo- de algún modo condicionará a todos aquellos que ya hablan del "posmacrismo".

   Un sayo que le endilgan a sectores del propio oficialismo, que creen que no hay chances de revertir la historia, y que lo mejor que les puede pasar es prepararse primero para una transición ordenada, y luego para erigirse en una oposición dura pero democrática a un eventual gobierno del Frente de Todos.

   Conviven asimismo con casos puntuales en la UCR, que creen que Macri debe dar paso a una conducción "colegiada" de la coalición.

   El titular del radicalismo, Alfredo Cornejo, y otros dirigentes como Ricardo Alfonsín, Juan Manuel Casella y Federico Storani, por citar algunos, no sólo abonan esa idea. Sostienen en privado y hasta lo deslizan en público que si las cosas no se modifican no tiene ningún sentido permanecer dentro de Cambiemos-Juntos por el Cambio.

   Para aclarar, en el Gobierno juran que Macri no tiene de ningún modo entre sus planes abandonar la política. Ni irse a vivir a Roma o Madrid, si le tocara perder. Amén de que como sostiene el ministro Guillermo Dietrich, otro optimista a ultranza, "los partidos hay que jugarlos y estamos convencidos que lo damos vuelta y vamos al balotaje".

   De Rodríguez Larreta y Vidal se asegura en la Casa Rosada que son y seguirán siendo absolutos incondicionales de Macri aún en una eventual vuelta al llano. Parecen ignorar el fuerte malestar de la gobernadora con el presidente y su entorno por haberla llevado a este callejón sin salida. O de quienes en la Ciudad recuerdan por si hiciese falta que Horacio "tiene aspiraciones presidenciales para 2023".