Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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Juicio por el clan Benítez: cómo está hoy el barrio Smata

Vecinos opinaron sobre los acusados de retener, lesionar y someter a dos jóvenes. Mañana comienza el debate oral.

Fotos: Emmanuel Briane y Archivo LN.

   “No, ¿para qué? No pienso hablar nada con nadie. No molesten, háganme el favor. ¿si?”.

   La calidez del saludo inicial se alteró ante la consulta de “La Nueva.” y Nélida Esther Llanos cerró la puerta, dando por finalizado el diálogo.

   La mujer prefirió el silencio en las horas previas al juicio que desde mañana y hasta el viernes deberá afrontar junto a sus hijos Fernando y Gonzalo Benítez, acusados de mantener cautivas, agredir y violar a dos chicas en una vivienda de Güemes al 3.700.

   Desde marzo del año pasado, cuando el conmocionante caso tomó estado público, ese sector del barrio Smata no es el mismo.

   Tras el impacto inicial los vecinos intentaron reunirse para pedir que la familia Benítez se mudara, aunque finalmente el reclamo no prosperó.

   Solo algunas personas de la zona aceptan hablar del tema, aunque prefieren no dar a conocer sus nombres para evitar represalias, porque al menos Llanos sigue viviendo en la que algunos identificaron como la casa del terror.  

   “Recuerdo que mis hijas siempre salían por el otro lado para no cruzárselos. No sospechábamos nada de lo que allí sucedía, aunque por seguridad lo hacíamos. Este barrio siempre fue tranquilo”, sostuvo una mujer que vive en las inmediaciones.

   A su vez, contó que Gonzalo Benítez “estuvo en la casa una vez liberado, aunque al tiempo creemos que se fue y quedó la madre viviendo en el lugar”.

   “Sinceramente solo una vez vi un episodio que me sorprendió. Él –por Fernando Benítez- estaba con una chica que se quería ir y él como que la atajaba, entonces le pregunté si estaba bien y me dijo que sí, aunque él me miró con una cara que me fulminó. Los maltratos estaban un poco a la vista, aunque no me imaginaba que fueran de esa manera”, siguió diciendo.

   La vecina explicó que más allá de esa situación puntual, “no creo que alguien haya sospechado algo, porque no había movimientos extraños ni nada por el estilo. Incluso, estoy segura de que si acá vemos actitudes de violencia nos involucramos, o al menos yo. Vivimos más de 20 años acá y hay mucha gente trabajadora y grande. Cada vez que sucede algo, nos comunicamos entre los vecinos”.

   Admitió que Llanos suele ir a algún negocio de la zona, pero “no mucho más”.

   “Si hubiese tenido que firmar para que se vayan lo hubiese hecho. Hubo intenciones, aunque quedó en la nada, quizás por el temor de no saber realmente quiénes son”.

   Al mismo, la vecina dijo descreer de la justicia y lo que pueda pasar en el debate.

   “La justicia no es confiable y, si bien amo a mi país, si me pudiera ir me iría. No sé qué pueda pasar en el juicio. Para mí le van a dar unos años y por buena conducta lo van a largar rápidamente”, cerró.

Chicos “bravos”

   Un hombre del sector también se refirió a lo sucedido y aseguró que “ahora el barrio está mucho más tranquilo que antes”.

   “Nunca vi a las mujeres ni nada raro. Incluso, como andaba en vehículo, tampoco pasaba por enfrente de la casa. Hoy no se los ve para nada y tengo entendido que el que quedó libre no está más por acá”, manifestó.

   A su vez, dijo que “nos enteramos cuando apareció la policía. Igualmente, creo que va a pasar como sucede siempre, a la corta o la larga los van a largar y nosotros vamos a tener que seguir viviendo con ellos”.

   El vecino aseguró que los hermanos Benítez tenían una personalidad complicada.

   “Antes ellos salían y andaban por el barrio, aunque no les tengo miedo. Vivimos desde siempre acá y recuerdo que los pibes eran chicos y jugaban con nuestros hijos en una canchita, aunque siempre era para problemas, porque ellos eran bravos”.

   También aseguró no entender cómo pudieron hacer algo así y, al mismo tiempo, señaló que si bien pensaron tomar cartas en el asunto, “preferimos no tener problemas con nadie”.

   Por último, ratificó que “los Benítez, cuando eran chicos, eran jodidos; los pibes les tenían miedo porque buscaban camorra seguido”.

   Otra mujer admitió su enojo por tener que compartir el barrio con “este tipo de gente”.

   “Si bien no estaba cuando pasó esto, uno prefiere preservarse, porque lo que hicieron fue tremendo”, agregó.

   “El barrio es muy tranquilo, pero sucede como en todos los lugares, donde hay gente más compleja y con sus mambos. No sé qué pasó en esa familia, aunque gente que está desde antes nos dijo que jugaban con los chicos como cualquier vecino”, apuntó.

   El resto de los consultados optó por el silencio y resguardarse en sus casas. 

   Sin embargo, con esa actitud dijeron mucho. Demostraron que ese sector del barrio Smata cambió y que así será mientras parte del denominado “Clan Benítez” permanezca en el lugar.

Noche de estupor

   A fines de marzo del año pasado, Adriana García escapó de la vivienda de Güemes al 3700 y pidió auxilio.

   Fue encontrada en la calle por un familiar y trasladada de urgencia al Hospital Penna, donde ingresó con golpes en el cuerpo y mordeduras de perro y de humano.

   En un principio dijo que Fernando, quien era su pareja desde hacía 4 meses, no tenía nada que ver, aunque tras desmayarse y volver en sí admitió las torturas a las que era sometida.

   García de vez en cuando volvía a la casa de su madre, pero no contaba nada.

   Esa madrugada no aguantó más y fue a buscar a su familia, que no sabía nada de ella desde hacía 15 días.

   Gracias a esto la policía llegó hasta el domicilio de los Benítez y halló a Andrea Santa Cruz, quien estaba en el patio, malherida, con cortes y mordeduras.

   Trascendió en ese momento que poco antes Llanos habría llamado al 911 diciendo que había una joven en su propiedad que había sido atacada por sus perros.

   Esa versión se cayó cuando los efectivos secuestraron en el inmueble colchones con sangre, ropa y pertenencias de las víctimas.

   En primera instancia arrestaron a Fernando y luego a su madre. Algunas horas después también cayó Gonzalo.

   Por la multiplicidad de las lesiones que padecieron, las chicas estuvieron expuestas a shock séptico y muerte”, destacó un perito médico.

   Si bien “La Nueva.” intentó comunicarse con las jóvenes, ellas y sus familiares prefirieron guardar silencio hasta el juicio.

   “Hay mucho nerviosismo porque hay que volver a ver a estas personas y eso genera intranquilidad. Por el momento guardarán silencio hasta que hayan podido declarar en el juicio. Veremos el orden de los testigos, algo que analizamos con la fiscalía y Gustavo Avellaneda, defensor de Santa Cruz”, describió la doctora Viviana Lozano, abogada de García.

Detalles del debate

   El juicio oral y público estará a cargo del Tribunal en lo Criminal Nº 1, integrado por los jueces Ricardo Gutiérrez, Hugo Adrián De Rosa y Claudia Fortunatti.

   El hecho, que tomó repercusión a nivel nacional, se descubrió a fines de marzo del año pasado, cuando Aldana García logró escapar y comunicó la situación a sus familiares. En el hecho también resultó víctima Andrea Santa Cruz.

   Fernando Benítez está imputado de tentativa de homicidio, abuso sexual con acceso carnal y gravemente ultrajante (ambos respecto a las dos víctimas) y privación ilegal de la libertad. A su hermano y a su madre se los acusa de partícipes necesarios en la acción  de mantener retenidas a las jóvenes. Estos últimos llegan en libertad al juicio, que tendrá lugar en el quinto piso de Estomba 34.

   La acusación será ejercida por la fiscal Marina Lara. Las víctimas estarán representadas por los abogados Viviana Lozano (García) y Gustavo Avellaneda (Santa Cruz).

   Los imputados son asesorados por los defensores oficiales Fabiana Vaninni, Germán Kiefl y Sebastián Cuevas.